Derechos Humanos

Los agujeros negros de los derechos humanos

Amnistía Internacional ha lanzado recientemente su informe anual sobre las condiciones de vida: la situación de mujeres y niñas o las dificultades en el acceso a derechos como la salud o la vivienda se vieron agravadas el pasado año debido, entre otros, a la guerra en Ucrania y a la inacción de muchos gobiernos a la hora de abordar las problemáticas.

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05
mayo
2023
Imagen de una calle devastada en Bucha, Ucrania.

El inicio del informe anual de Amnistía Internacional sobre la situación de los derechos humanos en el mundo resulta muy claro: «El año 2022 vio cómo estallaban nuevos conflictos, seguían prolongándose otros o se reanudaban algunos de los que estaban latentes. Sobre el terreno, las violaciones del derecho internacional humanitario provocaron terribles tragedias humanas». Se está refiriendo a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero también a Afganistán, Libia, Siria, Etiopía, República Democrática del Congo o a la región del Sahel, lugares donde en ocasiones se realizaron auténticas masacres y asesinatos de civiles.

Este es solo uno de los ámbitos principales reflejados en el documento, que también realiza un recorrido por las condiciones de vida en cada uno de los países, así como una valoración global. Parece que el pasado año tampoco fue muy benevolente en la atención que los agentes mundiales prestaron a las personas ante estas catástrofes. La Organización de Naciones Unidas (ONU) y los distintos países europeos abrieron sus puertas a personas refugiadas de Ucrania, pero no hicieron lo mismo con quienes llegaban de otros países, «poniendo de manifiesto una discriminación y un racismo profundos», añade el informe. La pregunta tras esta aseveración es evidente: ¿a quién pueden recurrir las personas afectadas por situaciones de necesidad extrema cuando ni quienes gobiernan sus países ni quienes están al mando de organismos integradores les ofrecen sostén ni apoyo en situaciones de vida o muerte?

Otra problemática a nivel mundial, según refleja el informe, la constituyó la violencia ejercida contra mujeres, niñas y personas del colectivo LGTBI. Parte de esta violencia se dio en conflictos armados, pero en su mayoría tuvo lugar en tiempo de paz y en el ámbito familiar. Los feminicidios en México, la esterilización forzada de mujeres indígenas o la violencia sufrida por parte de las mujeres venezolanas refugiadas en otros países de la región fueron algunas muestras. En algunos países de Europa, África y Asia entraron en vigor nuevas legislaciones para reforzar esa protección, aunque en la práctica las autoridades no protegieron a las mujeres y niñas. A ello se suma que muchos Estados aún siguen penalizando el aborto. Aunque la consecución de la igualdad es un tema cada vez más presente en el debate social, todavía no se ha logrado en la práctica.

No se produjeron avances notables en ningún campo de los derechos humanos; si acaso, muchos retrocesos

Si continuamos hablando de abusos de derechos humanos, el ámbito de la represión de la sociedad civil fue otro de los principales: en Rusia, sí, pero también en Afganistán, Myanmar o Egipto. Los gobiernos reprimen las disidencias e impiden el debate sobre sus acciones, lo que termina en homicidios y hostigamiento contra quienes defienden las libertades esenciales, incluida la libertad de información, asociación y reunión.

En cuanto a la crisis económica y social, las consecuencias derivadas de la pandemia de la covid-19 siguieron presentes. Además, las deudas insostenibles, los conflictos y el cambio climático –al que se ha dejado a un lado por no considerarse «un tema prioritario»– provocaron un aumento vertiginoso del coste de la vida e inseguridad alimentaria en todas las regiones. Tal como avisó el Fondo Monetario Internacional (FMI) el pasado mes de octubre, el 60% de los países de bajos ingresos tiene pocas probabilidades de hacer frente a la deuda generada en sus arcas. Y es que muchos gobiernos no han sido eficientes a la hora de proponer medidas para garantizar los derechos a la alimentación, la salud, la seguridad social, la vivienda o el agua. Por supuesto, los problema no se agravaron para todo el mundo de la misma manera: estos afectaron de forma desproporcionada a los grupos de población más vulnerables.

Y es que parece que 2022 supuso una encrucijada a muchos niveles para el orden internacional. Una prueba de ello fue la restauración de la cooperación entre Estados Unidos y otras potencias occidentales. En cualquier caso, no se produjeron avances notables en ningún campo de los derechos humanos; si acaso, muchos retrocesos. La invasión de Ucrania dejó en evidencia las grietas de un sistema que no ha dado las respuestas que la población necesitaba. Ahora, en este 2023, se celebra el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, surgida tras el cierre de una guerra mundial. ¿No sería un buen momento para revisar las legislaciones y, sobre todo, las actuaciones, y lograr un mayor respeto hacia las vidas?

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