Empleo de calidad: un concepto al que dotar de contenido

Artículo

Pelayo de las Heras

@draculayeye_

Ilustración

Paloma Pérez

Es el motor de la economía y de gran parte de la sociedad, pero se encuentra encerrado en una paradoja: aunque crea riqueza, su valor intrínseco parece descender. Así, al menos, parece ser a ojos de gran parte de la ciudadanía, que observa su transformación hacia territorios inexplorados (y, en parte, precarios). Hablamos, efectivamente, del trabajo.

En esta situación, hay términos que pueden formar un aparente oxímoron. Ocurre, aunque no solo, con el concepto «empleo de calidad», que a tenor de algunas experiencias puede antojarse vacío. Este es, precisamente, uno de los retos del futuro: que el trabajo vuelva a ser atractivo por sí mismo y a ser capaz de organizar la vida de forma adecuada y estimulante. Así boceta el concepto la oenegé Cara Collective, que pone en contacto a empleadores y trabajadores de todo el mundo: «Creemos que un trabajo de calidad es una oportunidad de empleo en la que una persona puede esperar algo más que dinero a cambio de su trabajo: una relativa estabilidad y previsibilidad y un salario neto que, como mínimo, satisface las necesidades básicas de vida».

De este modo, el empleo satisface las necesidades económicas, aunque no solo: las dimensiones emocionales y psicológicas son parte esencial de aquello que hoy se entiende como trabajo de calidad –y que se refleja, en parte, en nuevos conceptos como el de salario emocional–. «El propósito, la aportación de valor a la sociedad, la cultura de la compañía y el estilo de los líderes de la organización impactan enormemente en los profesionales», explica María Narváez, directora de Talento en Mapfre, que defiende la importancia de que las empresas apuesten «por una gestión del talento que cumpla los más altos estándares de sostenibilidad». Y añade: «Estos factores son los que diferencian a unas empresas de otras».

María Narváez (Mapfre): «El propósito, la cultura de la compañía o el estilo de liderazgo impactan enormemente en los profesionales»

Con casi 32.000 personas en plantilla, Mapfre quiere ejemplificar esa dirección a tomar. La compañía busca convertirse en un «lugar en el que el tiempo que cada persona invierte cobra sentido», lo que ayuda a crear un «avance hacia una compañía más abierta, digital y transformadora». Bajo el paraguas de su estrategia de sostenibilidad #LaParteQueNosToca, varios pilares refuerzan las intenciones de la aseguradora: un ambiente laboral de bienestar, inclusividad y diversidad; el desarrollo de capacidades a través del aprendizaje continuo, el autodesarrollo y la movilidad, y el impulso a la sostenibilidad social a través de la mejora constante del empleo. Aspectos que se reflejan en la flexibilidad laboral –la tienen en la hora de entrada y salida casi 20.000 empleados– o la paridad de género, muy cercana al ideal del 50%.

Mención aparte merece la inclusión de los jóvenes, que –siendo uno de los colectivos más castigados por el mercado laboral– se han convertido en uno de los principales objetivos a la hora de enfocar los esfuerzos corporativos. Así, Mapfre cuenta con programas como Cuenta con Nosotros, becas que ofrecen empleo –y una oportunidad de desarrollo e independencia– a estudiantes de último año.

No obstante, como remarca la propia compañía, cada empleado es único. No existen los condicionantes ya que, como señala Narváez, «independientemente de la edad, el género y otros factores, tenemos distintas formas de trabajar y nos motivan cuestiones distintas». Cada trabajador satisfecho, de este modo, aporta un punto de vista particular y esencial; uno, en definitiva, profundamente valioso.