Así funciona nuestra imaginación
El origen de la imaginación se establece en las áreas cerebrales que permiten la visualización de imágenes, situaciones, ideas y posibles futuros.
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Si escribo «un manantial de agua en un bosque tranquilo» o «una manzana roja y madura», probablemente se vean estas palabras traducidas en imágenes en la mente después de leerlas. La imaginación se define como la «facultad del alma que representa las imágenes de las cosas reales o ideales» o como la «imagen formada por la fantasía».
La imaginación, que nos permite visualizar ideas, imágenes, ideas, situaciones y posibilidades, va más allá de la experiencia sensorial e impulsa la creatividad, la innovación y la resolución de problemas. Aunque parezca magia, gracias a los recuerdos, a las sensaciones y al conocimiento previo que tenemos del mundo se crean imágenes o ideas en nuestra mente. Sin embargo, ¿cómo funciona la imaginación exactamente?
La respuesta está en la neurociencia: la imaginación implica múltiples operaciones cognitivas, como la recuperación de la memoria, la simulación mental y las predicciones de futuro. En cada uno de estos procesos intervienen regiones y redes cerebrales distintas, por lo que los fundamentos de la imaginación se localizan en todo el cerebro.
El hipocampo desempeña un papel fundamental en la imaginación, puesto que no es solo la zona cerebral responsable de la creación de recuerdos. Según investigadores de la Universidad de California, en un estudio publicado en 2022, la imaginación es una función biológica vital para la experiencia humana y dicha función se identifica con patrones de conexiones neuronales que corresponden a alternativas a la experiencia, sin referencia al pasado, al presente o al futuro. Sugirieron que una función fundamental del hipocampo es generar experiencias y pensamientos hipotéticos; es decir, generar imaginación.
Loren M. Frank, uno de los investigadores del estudio, declara que la imaginación da un objetivo a la memoria: nos ayuda a tomar decisiones sobre lo que hemos aprendido a través de predicciones cerebrales. Si recordamos que nos ha sentado mal una comida, predecimos que en el futuro nos va a volver a sentar mal.
La imaginación implica la recuperación de la memoria, la simulación mental y las predicciones de futuro
También interviene en el proceso imaginativo la corteza posterior: cuando nos fijamos en un objeto, miles de neuronas se activan a la vez y codifican sus características. Esta activación síncrona se conoce como la teoría hebbiana, que se resume en el lema «las neuronas que se activan juntas se enlazan». Al haber codificado las características de todo lo que vemos, podemos ver imágenes o conceptos mentalmente, puesto que ya hemos procesado dicha información. Todos los objetos que hemos visto hasta ahora se codifican en conjuntos neuronales únicos. La investigación que descubrió este proceso neuronal, publicada en 2013, demostró a través de resonancias magnéticas que, para coordinar la activación de dichas neuronas para imaginar, la corteza prefrontal envía señales a conjuntos de la corteza posterior y se activan tanto la memoria a corto plazo como la recreación de experiencias visuales. Estas zonas coindicen con una red neuronal amplia que se denomina como «área de trabajo», responsable de las experiencias conscientes y de las habilidades cognitivas de los seres humanos. Nos permite manipular imágenes, símbolos, ideas y teorías.
La intensidad de las imágenes que representan la imaginación varía en cada persona, desde la ausencia total de imágenes mentales (conocida como afantasia) a hasta la semejanza total con una fotografía o la realidad (hiperfantasia). Estas diferencias se dan en el centro principal del procesamiento cerebral, la corteza occipital.
Dos componentes de la imaginación, como son la construcción y la evaluación de situaciones imaginadas, dependen de subredes separadas en la red neuronal por defecto (también conocida como RND). Estas subredes, divididas en ventral y dorsal, se activan cuando las personas imaginamos el futuro, aunque funcionan sobre todo cuando el cerebro está en reposo.
Además, cuando imaginamos una situación, simulamos mentalmente las experiencias sensoriales y motoras que estarían asociadas a ellas. Esta implicación de los sistemas sensoriomotores aporta viveza y realismo a lo que imaginamos.
Con todo, estos avances en el ámbito de la neurociencia han revelado la compleja arquitectura cerebral que subyace a la imaginación, tratándose de un proceso polifacético en el que intervienen distintas regiones y redes cerebrales. Aunque destaquen el hipocampo, varias cortezas cerebrales, la red neuronal por defecto y los sistemas sensoriomotores, los expertos destacan la necesidad de desarrollar más investigaciones sobre la imaginación, puesto que investigar las diferencias en la capacidad imaginativa de las personas podría mejorar el conocimiento neurológico de la creatividad, de los trastornos mentales y de la conciencia.
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