Sociedad

Y usted, ¿tiene voluntad de sentido?

La logoterapia de Viktor Frankl apela a la «voluntad de sentido». Los seres humanos serán capaces de enfrentarse a cualquier situación si encuentran su sentido.

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24
abril
2023

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Hubo un tiempo en que las personas se preguntaban, de manera insistente y con indisimulada constancia, por el sentido de la existencia. ¿Qué sentido tiene mi vida y la de quienes me rodean? Podemos imaginar que esa pregunta se la haría más de uno de nuestros ancestros, incluso cuando aún no eran capaces de verbalizar sus pensamientos.

La cuestión no es que haya dejado de tener importancia para el ser humano, pero este, posiblemente, haya dejado de otorgarle importancia, sumido como se encuentra en el vértigo de la época actual y la búsqueda de impactos que provoquen satisfacción inmediata, más que en comprender el sentido último de esa loca carrera en pos del placer momentáneo. A día de hoy, las teorías freudianas se dan por caducas y superadas, pero Freud tendría mucho que decir respecto a la voluntad de placer que anima a un cada vez más elevado porcentaje de la humanidad.

Freud basó el psicoanálisis justamente en eso: la voluntad de placer, la búsqueda de la satisfacción como guía y faro del ser humano. El neurólogo austríaco edificó sobre esa búsqueda su «principio del placer», o el deseo del ser humano de obtener la gratificación inmediata de las necesidades mediante la obtención del placer y la evitación de su contrario. Si bien las teorías freudianas tenían un componente sexual indudable, este principio no refiere únicamente a la búsqueda de la satisfacción carnal y está más en consonancia con los tiempos actuales de lo que pudiese parecer.

La logoterapia de Frankl se estructuró alrededor de esa voluntad de sentido que nos permite superar todo aquello que nos cause sufrimiento

Pero al igual que Freud pensaba que la voluntad de placer guiaba a los humanos, su discípulo Alfred Adler le otorgaba mayor importancia a la voluntad de poder. Y esa voluntad de poder le sirvió para establecer sus teorías sobre los complejos de inferioridad y superioridad y fundar la psicología individual. Para Adler, las personas, guiadas por su voluntad de poder, pueden desarrollar uno de estos complejos (o ambos a la par) en base al valor que  se den a sí mismas en relación a quienes les rodean. La base de esta corriente de la psicoterapia fundada por Adler tampoco debería sonarnos extraña, a día de hoy.

El psicoanálisis de Freud fue el origen, también, también, de la logoterapia fundada por Viktor Frankl, alumno de Adler que dejó de comulgar con sus teorías tras una serie de acontecimientos vitales que le cambiarían para siempre. Frankl fue prisionero en varios campos de concentración nazi. Allí comprendió que la única voluntad que puede mover a los humanos de manera positiva y productiva es la voluntad de sentido.

Pero Frankl ya había formulado, a la temprana edad de 19 años y antes, por tanto, de sufrir el horror impuesto por los acólitos de Hitler, la idea sobre la que fundamentaría el posterior desarrollo de su logoterapia. Se trata, al fin, de la premisa filosófica a que aludíamos al inicio: todos debemos intentar responder a la pregunta primordial acerca del sentido de nuestra vida.

La logoterapia de Frankl se estructuró alrededor de esa voluntad de sentido que nos permite superar todo aquello que nos cause sufrimiento. Si comprendemos que incluso las situaciones más dolorosas tienen sentido, podremos convertirlas en oportunidades para el crecimiento interior que nos permita tener una vida plena.

La voluntad de sentido se enfrenta de manera abierta a la voluntad de placer de Freud y la voluntad de poder de Adler, ya que ambos conceptos son consecuencias de alcanzar un fin, y no un fin en sí mismo. Y eso, justamente, es lo que significaba la voluntad de sentido para Frankl: el hallazgo de un argumento, una razón que nos permita orientar nuestra vida, nuestros pensamientos y motivaciones hacia un objetivo que valide de manera razonable nuestra forma de obrar y conducirnos en el mundo que nos ha tocado vivir.

Cuando una persona se rige por la voluntad de sentido no hallará la frustración que encuentran aquellas que únicamente persiguen el placer o el poder. Esa carencia de frustración le salvará, por tanto, del peligroso vacío existencial en que se dejan atrapar tantos y que, a la vista está, no favorece el progreso individual ni social.

No son pocos los que han tildado la logoterapia de ciencia psiquiátrica conformista y débil, pero si nos fijamos en ciertas religiones orientales, podremos comprender que la aceptación de las dificultades en base a un sentido último viene de lejos y no implica una actitud derrotista ante la vida sino, tal vez, una vitalidad mayor ante los reveses que esta nos propina.

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