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«Una rehabilitación sostenible es una inversión, nunca un gasto»

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Dolores Huerta es la CEO de GBCe (Green Building Council España, o Consejo para la Edificación Sostenible en España), principal organización de la construcción circular en nuestro país o, como la define Huerta: «una organización transversal  del sector de la edificación que reúne a un sector muy atomizado y con agentes muy heterogéneos, para impulsar la transformación hacia una edificación sostenible».  Hablamos con ella a raíz de su participación en el evento Rebuild, celebrado recientemente en IFEMA (Madrid), donde se han compartido propuestas para facilitar la circularidad de los edificios.

GBC tiene presencia en 70 países. ¿Compartís experiencias y conocimientos?

Mucho, sobre todo en la red europea. Es un espacio que comparte desde la definición del mercado hasta el marco reglamentario y las políticas de la Unión Europea, y tenemos muchísimos proyectos en común. A nivel mundial también hay acciones coordinadas, pero los vínculos no son tan fuertes. 

En España, la Ley de Edificación y el Código Técnico de Edificación (CTE) ya contemplan que las nuevas edificaciones sean cada vez más sostenibles. ¿Queda aún margen para legislar en este sentido?

Por el momento, se ha regulado que las edificaciones sean muy eficientes a nivel energético, esto es, que demanden muy pocas energía y que venga de fuentes renovables. Pero dicho esto, la regulación debe desarrollarse más para otro tipo de medidas de impacto que lleven a una edificación puramente circular. Esto es, a una descarbonización total en todo el ciclo de vida de un edificio. El carbono no solo se consume en la operación y uso de los edificios, sino también en su construcción y en la fabricación de los materiales utilizados. Y hay otros aspectos del impacto ambiental que deberían estar más contemplados en la reglamentación, como por ejemplo un uso eficiente del agua. 

«El uso eficiente de agua debería estar más contemplado en la reglamentación»

¿Hay algún país en el que mirarnos, que vaya por delante de nosotros en esta materia?

En lo que respecta a limitar el carbono en el ciclo de vida de los edificios, los países nórdicos (Dinamarca, Suecia, Noruega…) ya han tomado medidas, o bien para obligar a medir la huella de carbono, o bien para limitar el CO2 emitido por metro cuadrado construido. Holanda y Francia también están muy avanzados en ese sentido. 

La construcción de un edificio con todas las medidas necesarias para que sea circular, ¿supone un encarecimiento del proceso?

Ni mucho menos es una rémora. Sí puede tener algunos costes mayores un edificio más eficiente o con materiales reciclables, pero no son tan significativos. El problema a la hora de construir un edificio lo más circular posible es que aún no tenemos las soluciones técnicas lo suficientemente desarrolladas para que sea algo escalable. Y lo más importante: aún no tenemos los medios para esa logística inversa cuando termina la vida útil de un edificio, y que sea totalmente circular. El dinero, por tanto, no es la principal barrera. Y por otro lado, aunque un edificio sostenible sea algo más caro, a cambio tiene mejores prestaciones para el usuario final en términos de confort, de ahorro energético, de ahorro de agua, etcétera. 

Entonces el problema no es solo del legislador. 

No, es una suma de problemas. Aunque el ciudadano medio ya es muy conscientes de los impactos ambientales como el cambio climático o los recursos finitos, aún no es tan consciente de que eso se plasma en su vivienda, que según el tipo, puede tener una alta huella de carbono. El ciudadano, de momento, piensa más en comprar un coche eléctrico o en reciclar, pero no tiene tan claros los beneficios para el medioambiente que puede tener, por ejemplo, una rehabilitación que mejore el rendimiento térmico. Es una pescadilla que se muerde la cola. Dicho esto, sí: la legislación podría ir mucho más rápido, pero como viene de Europa –está en fase de aprobación la Directiva de Eficiencia Energética–, es algo que llegará, pero en 2024. 

«Aún no tenemos los medios para esa logística inversa cuando termina la vida útil de un edificio y que sea totalmente circular»

De modo que hay una falta de cultura sobre la vivienda sostenible y la necesidad de rehabilitación. 

Eso es. Son dos aspectos muy importantes de los que la sociedad debería empezar a ser consciente. 

A eso se suma que vivimos en un país con un parque edificado muy envejecido e ineficiente.

Exacto. Y por esa falta de cultura que te decía, la gente se compra una casa en uno de esos edificios y le suele hacer una reforma pensando sobre todo en que quede más bonita, no en que sea más sostenible. Que, por cierto, mejoraría su calidad de vida. 

Y si es más eficiente, amortiza el gasto. 

Sí, aunque no lo vendería como la mayor ventaja. Lo mejor es que desde el minuto cero mejora su calidad de vida. Y por otro lado, hay que mentalizar al ciudadano de que una rehabilitación sostenible es una inversión, nunca un gasto, porque va a revalorizar su vivienda. 

¿Hay suficiente apoyo por parte de las Administraciones?

El problema de las subvenciones es que no hay dinero para todos. Y a medio plazo deberían ir dirigidas a los más vulnerables, que suelen ser los que viven en viviendas menos eficientes. De momento, la Comisión Europea ha valorado financiar esto con los fondos Next Generation, que tienen la posibilidad de llegar muy rápido al ciudadano, y eso es positivo. 

¿Qué papel juega la innovación en este tránsito hacia la edificación sostenible?

Está habiendo mucha, en términos de digitalización y de modernización del sector productivo para que los procesos de rehabilitación sean más sencillos y eficientes. Esto hace además más atractivo el sector, y atrae mano de obra mejor cualificada. Queda mucho por hacer, pero estamos en el buen camino. 

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