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Proteger la biodiversidad, un trabajo de todos

Las estimaciones más recientes apuntan que el 44% de la superficie de la Tierra está en peligro de pérdida de biodiversidad. Por ello, actuar para protegerla es una cuestión de máxima urgencia. Empresas como Damm han hecho suyo este compromiso y colaboran para dejar una huella más positiva.

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Matilda Lombas
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02
julio
2022

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Matilda Lombas

En las conclusiones que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas ha ido presentando a lo largo de los últimos meses, la biodiversidad ha sido un elemento destacado. El cambio climático y sus efectos sobre el planeta están afectando de forma notable a la diversidad tanto animal como vegetal, haciendo de su supervivencia una cuestión precaria. «El aumento de las olas de calor, sequías o inundaciones están superando el umbral de tolerancia de ciertos seres vivos, provocando mortalidades masivas en especies arbóreas y en los corales», alertaban ya en el pasado mes de marzo. Si no se cambian las cosas, advertían, pueden desaparecer cientos de especies. Sobra decir que, en caso de que eso ocurra, el planeta estaría ante un grave problema. Así lo expone un análisis del Parlamento Europeo, en el cual se revela que las extinciones masivas del pasado implicaron la desaparición de entre el 60 y el 95% de las especies y la recuperación de los ecosistemas necesitó el paso de millones de años.

Por ello, ante esta situación, no queda ya más remedio que ser proactivos. No vale simplemente hacer promesas –como, por otra parte, también advertía el informe del IPCC– sino que es necesaria una actuación conjunta. Proteger la biodiversidad se ha convertido en una prioridad, y eso lo convierte en un trabajo de todos. No caben dudas: ciudadanía, poderes públicos y empresas deben formar parte del esfuerzo por salvaguardar los ecosistemas.

Hay mucho trabajo por hacer. Una estimación reciente, elaborada por un equipo de investigadores de la Universidad de Ámsterdam y publicada en la revista Science, advierte de que el 44% de la superficie de la Tierra necesita políticas y acciones de conservación. Esto supone que unos 64 millones de kilómetros cuadrados están en peligro. Es decir, su biodiversidad se ve amenazada. A los efectos del cambio climático se suma la propia actividad directa humana que, con sus procesos de deforestación y explotación de los recursos, pone en una situación precaria a esas zonas.

Los expertos afirman que, para 2030, se deberí­a haber acordado el blindaje del 30% de la superficie terrestre

«Debemos actuar deprisa, nuestros modelos muestran que 1,3 millones de km2 de esta importante superficie –un área más grande que Sudáfrica– es probable que sea un hábitat vaciado para usos humanos para 2030, lo que sería devastador para la vida salvaje», advierte James Allan, uno de los coautores de la investigación. Para 2030, alertan, se debería haber acordado el blindaje –y hecho efectiva esa protección– del 30% de la superficie terrestre, una cantidad muy superior al 17% consensuado hace una década.

Pero, más allá de los grandes acuerdos globales, el trabajo para proteger la biodiversidad puede empezar ya mismo mediante acciones más pequeñas y con impactos locales. Es ahí donde la ciudadanía tiene margen de maniobra para dejar huella directa sobre el planeta y donde las compañías encuentran una oportunidad para demostrar su compromiso por cambiar las cosas.

Sapos y peces

Todas las especies son importantes y trabajar en todos los terrenos y todas las áreas resulta crucial para mantener el equilibrio de los ecosistemas y salvaguardar su diversidad. Asegurar que todas las piezas de ese complicado puzzle que son los entornos naturales y la vida salvaje se mantengan tiene un impacto que va mucho más allá de la propia zona local en la que se trabaja.

Conscientes de esta premisa, Damm, compañía líder en el sector de la alimentación y bebidas y que produce la icónica cerveza Estrella Damm, ha sido una de las empresas que ha querido dar un paso adelante con respecto a la protección. «El compromiso con el cuidado del medioambiente es parte de la identidad de Damm desde sus orígenes, siendo la reducción del impacto en el entorno, la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad piezas clave en la estrategia de la compañía», explican.

La empresa acaba de firmar un acuerdo con la Fundación Zoo de Barcelona para «impulsar, promover y participar de forma conjunta en actuaciones que promuevan la protección de la biodiversidad». De esta manera, el objetivo pasa por centrarse en trabajar por salvaguardar la fauna y flora local de las zonas en las que operan. En este sentido, Damm ya ha impulsado la reforestación de zonas de Murcia y El Prat de Llobregat (Barcelona) así como campañas de recogida de residuos en las playas. Sin embargo, donde mejor se puede comprobar el impacto que puede alcanzar el apoyo corporativo a iniciativas sostenibles es en las acciones vinculadas a la fauna local.

Damm ayuda, entre otras cosas, a recuperar el ferreret, una especie de anfibio en peligro de extinción

La primera vez que se describió un ferreret, una especie anfibia que solo vive en los torrentes de la Serra de Tramuntana, fue gracias a un fósil. Eran finales de los 70 y hasta 1980 nadie había visto un ejemplar vivo de este sapo. El ferreret sigue siendo una especie en peligro de extinción, pero desde entonces se han puesto en marcha programas y acciones para recuperar la población y hacer seguimiento de su supervivencia.

En el Zoo de Barcelona, que trabaja para la preservación de la especie desde principios de los 90, han nacido más de 1.500 ejemplares, que han sido entregados en su mayoría a las autoridades mallorquinas para ser reintroducidos en la naturaleza. Es ahí donde entra en juego Damm. Concretamente a través de una de sus marcas, Font Major, la cual participa en la recuperación apoyando la reintroducción de la especie en la finca pública de Planícia, en Banyalbufar. «Font Major colabora con iniciativas que fomenten su conservación y preservación, como es el caso del ferreret, que resulta un claro bioindicador de la salud del ecosistema, así como también de la calidad del agua», asegura Juan Antonio López Abadía, director de Medio Ambiente de la marca.

No es el único movimiento conjunto de Damm y la Fundación Barcelona Zoo a a la hora de aportar al planeta. Su colaboración también ha reportado un notable beneficio al farfet, un ejemplar de pez mediterráneo declarado como especie endémica en peligro de extinción. En el último año se ha conseguido reintroducir un un total de 239 ejemplares en su hábitat natural en la zona del Delta de Llobregat.  

Este tipo de acciones son un ejemplo de que, si se trabaja en conjunto, se puede responder a la necesidad de cambiar las cosas. El planeta está en peligro, como alertan los informes, pero apostar por la biodiversidad e implicarse en el trabajo para conservarla es un antídoto accesible contra esas malas proyecciones.

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