Opinión

Anatomía del ‘goblin mode’, o cómo ser un dejado radical

Entrar en ‘modo goblin’ significa abandonarse al desorden, vivir un estilo de vida alternativo a las exigencias del sistema tirado en la cama y viendo series sin parar. Pero si bien esto es algo propio de los estados depresivos, ahora internet y las redes sociales han hecho del dejarse a uno mismo una tendencia más.

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27
junio
2022

En los tiempos modernos o, al menos, desde hace ya bastantes años, se emplean comúnmente anglicismos como medio para parecer vanguardista, molón o, mejor dicho, cool.  Si antes era el francés el idioma glamuroso por antonomasia, desde los 90 aproximadamente (cuando, entre otras cosas, el francés quedó relegado en las aulas españolas como segundo idioma) fue el inglés el idioma a emplear para apropiarse un aura de sofisticación. En este sentido, ha surgido en los últimos tiempos una expresión de origen norteamericano que refiere a estados de dejadez propios de gentes que van a la última. Hablamos del llamado goblin mode y cluttercore.

Goblin mode se traduciría como modo goblin, que vendría a significar ponerse en plan goblin: comer directamente de la sartén, dejar todo tirado y ver pelis y series sin cesar en alguna plataforma digital sin quitarse el pijama ni salir de la cama. Cluttercore, por su parte, se compondría de modo similar a palabras como hardcore o normcore. El término está formado por clutter, que significa desorden, más el sufijo core, que viene del latín cor, que significa corazón. Cluttercore sería aquel que está en el núcleo del desorden; un desordenado radical.  

Cuando utilizamos la palabra mode, se da a entender que este estado de cosas puede conectarse y desconectarse a voluntad –modo on o modo off–. En realidad este activar y desactivar un determinado estilo de vida en pro de otro es difícil de creer. Como ejemplo de verdadero goblin mode tenemos los estados depresivos que llevan a mucha gente a no querer salir de la cama y tener la casa muy descuidada. Ocurre, sin embargo, con las identidades de consumo y las tendencias cool, que en ellas todo resulta ilusorio: se quiere vender que el goblin mode es algo atractivo y, por tanto, elegido.

Lo cierto es que ambos conceptos están vinculados a la pandemia y al hecho de que mucha gente trabaja hoy desde casa. Como dijo un escritor cuyo nombre no recuerdo en una conferencia: el primer consejo para aquellos que trabajan desde casa es que hay que quitarse el pijama y vestirse todas las mañanas antes de empezar a escribir. 

Como ejemplo verdadero tenemos los estados depresivos que llevan a muchos a no querer salir de la cama

Ya que hablamos de anglicismos, no está de más señalar que el goblin mode y el cluttercore serían contrarios al cottagecore, ese estilo presente en los consejos de Marie Kondo y el orden perfecto en la casa empleado por ciertas influencers a la hora de subir fotos a Instagram; algo omnipresente allá por 2020 en los inicios de la pandemia. 

A su vez, podríamos contectar estas tendencias de hoy con otras asociadas a la cultura cool o alternativa de décadas anteriores. En los noventa, por poner un ejemplo, se puso de moda el slacker, o el típico tirao o pasota. Tenemos múltiples ejemplos de ello: el personaje de Brad Pitt en Amor a quemarropa (1993), siempre tirado en el sofá (fumando, ya no recuerdo, si marihuana o crack); los Beavies y Butthead, de MTV; el personaje de Jeff Bridges en El gran Lebowski (1998) y un montón de ejemplos más.

De hecho, la figura del slacker cuenta con una película de cine independiente americano de 1990, del mismo título, dirigida por Richard Linklater. No obstante, el slacker no era tampoco una novedad, sino que estaba emparentado con el stoner, prototípico fumeta de instituto americano, toda una identidad juvenil que contaba con subgénero musical y todo: el stonerrock, un estilo musical pegó a principios de los noventa con grupos como Kyuss o Sleep, entre otros nombres.

España, por otro lado, ya contaba con la figura del pasota como identidad urbana moderna. Era un término que venía del cheli, y hacía referencia a aquellos modernos que pasaban de todo: no estudiaban, no trabajaban, se dedicaban a ver la vida pasar. Se trata de un concepto de origen hippy. Como dijo Timothy Leary, gurú del LSD, en los sesenta: «conecta, sintoniza y abandona», en referencia a abandonar los estudios, las obligaciones sociales, y vivir un estilo de vida alternativo al margen de las exigencias del sistema. El pasota sería el nini de los setenta, ochenta y noventa.

El aparentemente concepto novedoso tiene, en realidad, una profunda raigambre cultural

Pero el pasotismo está también vinculado al concepto de trainspotting, que da título tanto a un libro de 1993 como a una película de 1996, ambas de culto. Sería algo así como ver los trenes pasar, o contar trenes a modo de hobby; un pasatiempo, sin duda, pasota. Naturalmente, el pasota, tanto en el caso español como en el escocés –escenario que sirve de base al libro y la película– tiene vinculación al consumo de drogas como porros, LSD, heroína, etc.

En esta tradición, por otro lado, es importante subrayar el enorme éxito del músico Beck a nivel internacional con su tema Loser (1994), en el que canta una parte en castellano: «soy un perdedor, I’m a loser baby, so why dont you kill me». Este tema acabó convirtiéndose en el gran himno del slacker, tornándose Beck, muy a su pesar, en rey de los slackers (el decía ser muy trabajador y no tener contacto alguno con las drogas).

Como podemos comprobar, el aparentemente novedoso y cool concepto de goblin mode cuenta con una profunda raigambre cultural en la forma de diversas identidades urbanas juvenil-alternativas que, si antes se difundían por medio de la literatura, el cine y la música, hoy son transmitidas principalmente por internet y sus diversas redes sociales y aplicaciones móviles. 

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