Medio Ambiente
El litio extremeño: una batalla llena de contradicciones
Dos minas de litio en Cáceres que prometen empleo e inversiones en la España vacía amenazan un proyecto de captura de carbono mediante la ganadería tradicional y parajes protegidos, subrayando los múltiples dilemas políticos, económicos y sociales que trae consigo la transición verde por la que aboga la Unión Europea.
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En el mercado municipal Ronda del Carmen de Cáceres, los comerciantes prefieren no opinar sobre el proyecto de la mina de litio de Valdeflores, en la Sierra de la Mosca, una iniciativa que arrancó en 2015 y cuyo futuro depende ahora de los tribunales. «Unos dicen que igual va a contaminar el aire. Yo no lo sé. Pero aquí trabajo hace falta, y si eso lo va a traer, pues igual es bueno», reflexiona uno. Otra vecina, sin embargo, lamenta la posible destrucción del paraje, pegado al casco urbano. «Es el pulmón de la ciudad. Creo que si aprueban la mina nos tendríamos que marchar».
El valle de Valdeflores, situado dentro del término municipal de Cáceres, posee el que se cree que es el mayor yacimiento de litio de Europa. Considerado un mineral estratégico por Bruselas por ser fundamental en los planes para el almacenamiento de energías renovables y la transición del parque móvil europeo hacia el vehículo eléctrico, la multinacional australiana Infinity Lithium lleva más de cinco años gestionando los permisos para una mina cuya construcción está actualmente detenida.
Este litigio pone de relieve las contradicciones de la transición verde, que queda más ilustrada como una negociación: por una parte, la empresa se ha visto obligada a modular su proyecto para reducir su impacto ambiental y, por otra, sigue poniendo en peligro proyectos de recuperación de la ganadería tradicional y de captura de carbono a nivel internacional que se desarrollan en el mismo espacio donde ha estado planeada la balsa de lodos del complejo minero. Gonzalo Palomo es doctor en Veterinaria por la Universidad de Extremadura y miembro de la Cooperativa Activa que tiene en pleno Valdeflores, a poco minutos en coche del centro de la ciudad, 50 hectáreas dedicadas a la regeneración de la dehesa y la explotación ganadera tradicional –el jamón de cerdo criado en ella es considerado el de mayor calidad–. Cuando nos guía entre arbustos removidos por los jabalíes la noche anterior –«eso es buena señal»– señala las filas de árboles: «Esto es lo que se debería ver en la dehesa para que tenga un futuro: distintas edades de árboles. Los más viejos que ya dan bellota, arbustos que van a ser árboles pronto y futuros arbustos».
En la finca alquilada, la Universidad ha detectado hasta 40 especies vegetales en solo 100 metros cuadrados desde que arrancó el proyecto ganadero en 2012. El modelo de pastoreo ovino permite la regeneración del suelo rotando la zona de pasto. «Como dejamos que las hierbas crezcan, cada pico de crecimiento de la hierba es un crecimiento de raíces, y eso se traduce en materia orgánica. Estamos bombeando carbono al suelo», explica Palomo. Es el modelo del Savory Institute, una organización estadounidense con el ambicioso objetivo «no ya de parar el cambio climático, sino de retrotraer la concentración de carbono en la atmósfera a niveles previos a la revolución industrial». La finca de Valdeflores es, así, una de las tres áreas dentro de las 50 sedes que Savory opera en el planeta que sirven de modelo de control en la Península Ibérica.
Martín: «La montaña es la zona verde principal de Cáceres: no solo se trata de un pulmón, es parte de nuestras vidas»
Cáceres, con 95.000 habitantes, es una de las provincias de la España Vacía que pierden empleo y población a marchas forzadas. Su región, Extremadura, cuenta con el menor PIB de las regiones españolas y una tasa de empleo que en numerosas ocasiones no llega al 45%. Es un territorio muy dependiente de la agricultura y la ganadería, pero desde 2015 ha empezado a conceder licencias de investigación minera. David Valls, director general de Infinity Lithium en España, lleva en el proyecto de la mina de litio desde entonces y lamenta que esté parado en los tribunales. Nos acompaña a la zona de la antigua mina de estaño que estuvo activa en la década de los cuarenta para mostrarnos las piedras de pizarra de las que pretende extraer el litio.
Presume de haber adaptado el último proyecto presentado a las exigencias de los vecinos de Cáceres. «Hacer una mina de interior es técnicamente arduo pero un proyecto como el de Valdeflores lo permite. Será una industria novedosa, única, que no existe en Europa. Estamos desarrollando patentes que ya hemos probado con nuestros socios en Alemania», explica. El proyecto se presentó en sociedad el 15 de octubre del año pasado, pero no ante el Gobierno regional. El anterior, de 2018, está detenido en los tribunales por la plataforma Salvemos la Montaña, una organización ciudadana que se opone a la mina y que consiguió revocar los permisos de investigación por un defecto de forma de la Junta de Extremadura.
Valls asegura que esta nueva mina respetará el paisaje al ser subterránea, pues no existe riesgo de contaminación área. Incluso, apunta, se han cambiado de lugar las balsas. «A quienes se oponen les digo que aquí está nuestro proyecto. Que dejen que pase el filtro de la Administración que nos obligará a hacer una declaración de impacto ambiental. Si no, no pueden saber si lo estamos haciendo bien o no», añade Valls. Infinity Lithium anunciaba recientemente en la bolsa australiana un acuerdo con la multinacional Industrial Solutions AG BU Mining para utilizar el llamado hidrógeno verde en los trabajos de la mina, en otro alarde de sostenibilidad.
El otro frente es el del empleo. El proyecto podría generar cerca de 4.000 empleos directos, indirectos e inducidos. Eso se traduce en 710 puestos de trabajo directos y 1.660 indirectos. La gran duda, sin embargo, la plantean dos parroquianos de Sierra de Fuentes, el pueblo de 2.000 habitantes pegado a Cáceres y a la ladera de la Sierra de la Mosca que sería colindante a la mina: «De trabajo nos hablaron cuando pusieron aquí el Centro de Recuperación de Especies [para las aves de la zona protegida, dependiente del gobierno regional]. Al final, no dio ni la mitad de los puestos prometidos y no contrataron a nadie del pueblo».
El conflicto de la mina de litio cacereña ilustra así los dilemas políticos, técnicos y sociales de la transición verde. A un lado, un proyecto internacional de captura de carbono y regeneración de suelos agrícolas. Al otro, el proyecto de explotación industrial, que promete empleo a una región con una tasa de paro del 18% que alcanza el 40% cuando se trata de menores de 25 años y busca competir por una futura fábrica de baterías financiada por los fondos de recuperación Next Generation.
Extremadura es una de las opciones para acoger la megaindustria que el grupo Volkswagen quiere instalar en España para producir baterías de litio
Beatriz Martín, portavoz de la plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres explica que la fábrica ya supuso«movilizaciones inéditas» en lo que se refiere a la ciudad extremeña y defiende que «el único proyecto que se puede discutir es el que se presentó en primer lugar y que no anuncia más de 400 empleos». La asociación ciudadana tiene de su lado al Ayuntamiento cacereño, que ha llegado a imponer multas de hasta 26.500 euros a la empresa minera y está presente en dos litigios por la vía de lo Contencioso-Administrativo: uno del lado de la Junta de Extremadura y otro en contra. El primero es el recurso de Infinity contra la revocación del permiso de explotación por un defecto de forma –no estuvo en información pública el tiempo suficiente para recibir alegaciones–. El segundo es la petición de cancelación del permiso de expansión de la explotación… que depende del anterior. Sin estos dos en marcha, ni siquiera se puede discutir de los permisos de obra con el municipio.
En el municipio de Cañaveral, apenas a 30 kilómetros al norte de la capital, la plataforma No a la Mina, con mayor representación de formaciones ecologistas, se opone a otro proyecto similar que afecta a varios municipios de la comarca. Lithium Iberia, que tiene la concesión de Las Navas y espera funcionar en 2023, prevé la creación de 400 puestos de trabajo directos. Ha reformulado su proyecto y este 2022 lo tramitará ante la Junta. Elvira Díaz, portavoz de No A La Mina, pone en duda «tanto que esos empleos sean reales como se vaya a respetar el entorno de la dehesa, que es un patrimonio público».
El término municipal afectado es el de Cañaveral, incluido su anejo de Grimaldo, con apenas 1.047 habitantes en total. La mina se situaría en el paraje de Las Navas, una zona dedicada tradicionalmente a pastos comunes para los ganaderos o la recolección del corcho. La Plataforma denuncia que es imposible la supervivencia de dicho espacio, en plena ruta migratoria de las aves de las zonas protegidas vecinas, aunque la mina se haga también en interior. Y los agricultores locales no solo temen a la contaminación, también perder los usos del agua.
El alcalde socialista, Jacinto Sánchez, al igual que su homólogo Luis Salaya en Cáceres o la propia Junta de Extremadura, nos atiende en su despacho de Cañaveral para valorar que el proyecto de Lithium Iberia «ya no tiene nada que ver con el de 2018», el que tiene la oposición vecinal. Aclara que el Ayuntamiento «no está ni a favor ni en contra. Más bien, a favor de lo que cree empleo, aunque quien debe decir si es medioambientalmente correcto es la instancia superior, que es la Junta». Por otro lado, afirma Sánchez, el nuevo proyecto de la mina «ha pasado de que se iban a derribar 9.000 encinas a 1.000, además de plantear un uso más racional del agua».
El conflicto de la mina de litio cacereña ilustra a la perfección los dilemas políticos, técnicos y sociales de la transición verde
En este escenario, la empresa Phi4Tech ha proyectado una fábrica de celdas de baterías en la provincia Badajoz y otra de cátodos en dos ubicaciones diferentes de la provincia de Cáceres. Extremadura también es una de las opciones para acoger la megaindustria que el grupo Volkswagen quiere instalar en España para producir baterías de litio. Además, en la región también hay prevista una mina de níquel en el paraje de Aguablanca, en el municipio Monesterio, material igualmente necesario para las baterías. Valls, el responsable español de Infinity Lithium, insiste en la viabilidad técnica y sostenible del proyecto de Valdeflores en un periodo corto de tiempo, entre 2023 y 2025: «A nosotros no nos perjudica necesariamente que se empiece más tarde o más temprano porque estamos seguros de nuestros derechos legales y de la rentabilidad del proyecto, pero atraer inversiones o entrar en la cadena de valor si puede depender de las fechas».
De vuelta a Valdeflores, Beatriz Martín nos guía hasta uno de los miradores de la Sierra de la Mosca y señala a un grupo de cicloturistas y varias explotaciones de olivares. «La montaña es la zona verde principal de Cáceres. No solo un pulmón, es parte de nuestras vidas. Un patrimonio natural que no queremos que se sacrifique». Señala a un águila imperial que nos sobrevuela como ejemplo de la riqueza natural de la zona. Un ave, por cierto, quizás catalogada por el Centro de Recuperación de Especies de Sierra de Fuentes, ese de la que los vecinos se quejaban de no dar apenas puestos de trabajo para la zona.
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