La lucha contra el cambio climático y el tránsito hacia una economía verde, como la promovida por el Pacto Verde Europeo, se basa en la adopción masiva de tecnologías limpias, desde la energía renovable y los vehículos eléctricos hasta la gestión avanzada de residuos. Sin embargo, un análisis reciente que analiza datos de patentes y de producción de materiales revela una paradoja crucial: aunque se busca reducir la dependencia de los combustibles fósiles, la transición está creando una nueva y marcada dependencia de minerales críticos, cuya cadena de suministro es inherentemente vulnerable a interrupciones.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que la necesidad mundial de minerales críticos podría cuadruplicarse para 2040. Este aumento drástico traslada la presión ambiental, social y geopolítica de los hidrocarburos a la producción y el comercio de minerales, que no está exenta de dificultades.
¿Hay suficiente?
El primer obstáculo es la propia disponibilidad física y la infraestructura necesaria. Las reservas mundiales actuales y conocidas de muchos minerales podrían no ser suficientes para cubrir la demanda proyectada. A esto se añade que la extracción y el procesamiento de los volúmenes requeridos para la transición verde exigen una infraestructura que hoy no existe a la escala necesaria.
Las reservas mundiales actuales y conocidas de muchos minerales podrían no ser suficientes para cubrir la demanda proyectada
Además, muchos de los insumos necesarios nunca se han extraído ni procesado a gran escala. Construir y operar la infraestructura minera y de refinado con los estrictos estándares de seguridad y continuidad necesarios para el suministro de energía limpia representa un desafío técnico y económico aún inexplorado. Esta incertidumbre pone en duda la viabilidad de los objetivos ambientales más ambiciosos.
Cuellos de botella
A pesar de los deseables objetivos de reciclaje y nuevas exploraciones, la aceleración de los plazos que exigen las recientes promesas políticas amenaza con generar serios cuellos de botella en el suministro.
La accesibilidad a los minerales está intrínsecamente ligada a su distribución geográfica, lo que expone la cadena de suministro a tensiones geopolíticas y a marcados desequilibrios.
Los minerales más demandados
Nuestro estudio revela tres patrones empíricos. Primero, destacamos el papel central de dos elementos: el silicio y el litio. Sus vínculos con las tecnologías esenciales de la transición energética son notables y multifacéticos.
El silicio destaca por su importancia crítica en múltiples ámbitos cómo la energía renovable, concretamente, las células fotovoltaicas, las tecnologías de almacenamiento de energía, como las baterías, o la gestión de residuos.
El litio también es de gran interés, pero por una peculiaridad: se encuentra fuertemente representado en tecnologías verdes que dependen, en promedio, de menos minerales críticos en comparación con otras tecnologías analizadas. Un ejemplo claro es el transporte por carretera, donde las baterías y los dispositivos de almacenamiento de energía dependen de forma extensa y casi exclusiva del litio, lo que impulsa el despliegue de los vehículos eléctricos.
Otras tecnologías verdes que exigen grandes cantidades de litio incluyen el calentamiento, la ventilación o el aire acondicionado de alta eficiencia energética, así como las tecnologías de conservación del agua.
El denominador común entre el litio y el silicio es su papel crucial en las baterías, de lejos el componente habilitador más importante. Las baterías son esenciales tanto para el almacenamiento de energía en plantas renovables como para la movilidad eléctrica. Asimismo, su recuperación mediante una gestión de residuos eficaz es vital para prevenir escasez y mitigar riesgos ambientales y de salud.
Países más vulnerables
El segundo hallazgo de nuestro estudio consiste en desvelar patrones geográficos de la codependencia entre minerales y tecnologías verdes. Países con carteras de patentes menos diversificadas, como Rusia, Australia, Taiwán y Japón, están potencialmente más expuestos a interrupciones en el suministro de recursos naturales clave.
Por otro lado, la Unión Europea en su conjunto destaca como consumidora neta de materias primas críticas debido a su bajo volumen de producción. Dentro de Europa, el estudio diferencia entre países con una alta dependencia y un insuficiente abastecimiento interno (como Austria o República Checa) y aquellos con una dependencia menor, gracias a una base tecnológica más diversificada o una mayor producción de ciertos materiales (como España, Alemania y Francia).
Desequilibrio entre producción e innovación
En este contexto, existe una notable asimetría entre los países que sustentan la oferta de insumos y los que impulsan la demanda a través de innovación verde. Países de ingresos predominantemente bajos o medios, como Chile, la República Democrática del Congo o Zambia, se encuentran a la vanguardia del suministro de insumos críticos (los «meros proveedores»), pero apenas participan en las actividades de innovación verde.
Este desequilibrio plantea serias preocupaciones éticas. La dependencia de los productores europeos de tecnología verde en la minería de regiones menos desarrolladas, que ya enfrentan circunstancias socioeconómicas y ambientales precarias, sugiere que las políticas verdes actuales podrían exacerbar las disparidades globales, socavando la percepción pública y el compromiso a largo plazo con la lucha contra el cambio climático.
Ante este panorama, la transición energética limpia, aunque vital, tiene un lado oscuro y complejo. Nuestro estudio no solo identifica los puntos críticos (la escasez física, la escalabilidad de la infraestructura y la distribución geográfica), sino que también abre una hoja de ruta para la investigación futura.
Es crucial que el debate sobre la sostenibilidad incorpore de manera frontal los altos costes e incertidumbres asociados a la extracción minera. La solución requiere no solo diversificar las fuentes de suministro y optimizar el reciclaje, sino también abordar las consecuencias socioeconómicas y laborales en los países de origen para garantizar que la transición verde sea verdaderamente justa y global.
Davide Consoli es cientifico Titular en Ciencias Sociales en INGENIO (CSIC – UPV). Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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