Biodiversidad

¿Por qué Europa no acaba con los ensayos con animales para uso cosmético?

A pesar de que la Unión Europea prohibió hace ocho años el uso de animales para llevar a cabo pruebas de productos cosméticos, las organizaciones en defensa de los animales siguen denunciando que éstas continúan produciéndose actualmente.

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01
octubre
2021

Los consumidores son los últimos en enterarse de cómo funciona –y en dónde están los límites– de una ley. Un ejemplo claro es el del uso de animales para la fabricación de cosméticos: pese a que la Unión Europea prohibió explícitamente ese tipo de ensayos desde 2013, las dudas persisten y continúan surgiendo múltiples peticiones formales para acabar con una práctica que ha exhibido el sufrimiento animal en pro de productos –o incluso ingredientes– no esenciales. Una vertiente completamente distinta a la de los experimentos científicos que pretenden lograr, por ejemplo, una vacuna la de la actual pandemia.

El pasado 31 de agosto, organizaciones animalistas como PETA lanzaron una Iniciativa Ciudadana Europea para recolectar firmas contra los ensayos con animales en las empresas europeas de productos cosméticos. El objetivo que plantean es claro: la prohibición. «La prohibición de la UE de los ensayos de cosméticos en animales llevaba aparejada la promesa de una Europa en la que los animales ya no sufrirían y morirían por los cosméticos. Esa promesa se ha incumplido. Las autoridades siguen exigiendo ensayos con animales de ingredientes utilizados en los cosméticos, lo que va en contra de las expectativas y deseos de los ciudadanos y de la intención de los legisladores». Exigen también que «la Comisión Europea debe mantener y reforzar la prohibición, y defender la transición a una evaluación de la seguridad sin usar animales».

Las organizaciones animalistas han lanzado una Iniciativa Ciudadana Europea para recolectar firmas contra los ensayos cosméticos con animales

Ahora bien, para que esa moción sea considerada por la Comisión Europea –una vez que alcance el millón de firmas necesario, y así pueda iniciarse el proceso de creación de una nueva ley–, al menos siete países deberán alcanzar el «umbral» de declaraciones de apoyo. Por el momento, todos los países se mantienen por debajo. No obstante, Holanda (con el 63%), Dinamarca (con el 45%) y Alemania (con el 43%), son los que más apoyo han recolectado. En el polo opuesto se hallan Luxemburgo, Rumanía, Chipre y Bulgaria, países que lucen como los menos comprometidos. Una iniciativa a la que, no obstante, todavía le quedan diez meses para recolectar firmas.

Cosmética, ¿o ciencia?

¿Cómo saber si un cosmético ha sido testado con animales? Esta es la pregunta que se hacía en abril la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en una publicación digital donde intentaba relatar a los españoles los pormenores de una situación que parecía resuelta desde hace ocho años. «Debes saber, de entrada, que todos los productos –cosméticos– que se fabriquen o tengan autorización para venderse en la Unión Europea deben cumplir este requisito, pues está expresamente prohibido», abría la pieza.

En este sentido es posible citar la norma 1223/2009, la cual cuenta con dos puntos sustanciales: la prohibición expresa de probar en animales productos –e ingredientes– cosméticos acabados y la prohibición, además, de comercializar en la Unión Europea productos cosméticos e ingredientes que hayan sido, a su vez, probados con animales. Además, las auditorías que se realizan durante toda la cadena de producción deben confirmar que no se experimenta con animales.

No obstante, la polémica nació después de que la ONG llamada Cruelty Free sacara a la luz, en ese mismo abril, unos vídeos en los que se mostraban animales siendo maltratados –y torturados– en los laboratorios de la empresa madrileña Vivotecnia. Entre las imágenes –recabadas entre 2018 y 2020– se hallan conejos golpeados, un pequeño mono sufriendo en una posición de estrés, un perro presa de los nervios por vivir en una jaula y un cerdo marcado y privado de la movilidad.

Posteriormente, medios como Público TV, entre otros, entrevistaron a mujeres de distintos colectivos animalistas que se manifestaban fuera de las puertas de Vivotecnia. Además del maltrato, la principal denuncia que hacían era que, según sus sospechas, se podrían haber estado encubriendo y escondiendo pruebas en ese laboratorio, si bien pese todo cuenta con los papeles en regla, las certificaciones de la Comunidad de Madrid y del Consorcio de Sociedad de Comunidades Científicas. Según aquellas manifestantes, sin embargo, en la actualidad hay muchos más laboratorios incumpliendo esta norma. Para estas personas, la postura es clara y, de hecho, aún más rígida: prohibir el uso de animales para cualquier tipo de experimentación, ya sea científica o no.

A este respecto, Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), sostenía en una entrevista realizada por RTVE que hasta el momento el uso de animales para estudios científicos –no cosméticos– seguía siendo esencial; como ejemplo, evidentemente, nombró el caso de la vacuna contra la covid-19. En esa misma entrevista se incluía una explicación del presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), quien no dudaba en afirmar que el uso de animales para la investigación científica en España «está estrictamente regulado». Hoy, por tanto, las políticas del Estado continúan sin ser ajenas a la regulación de los ensayos –con fines científicos– con animales.

Lluis Montoliu, investigador del CNB, sostiene que hasta el momento el uso de animales para estudios científicos (no cosméticos) sigue siendo esencial

La doctora Julia Baines, directora de asuntos científicos de PETA, explica que a pesar de las prohibiciones a la venta y distribución de cosméticos fabricados mediante ensayos en animales, muchísimos de ellos siguen sufriendo por esa práctica en cientos de laboratorios a lo largo y ancho de la Unión Europea. Algo que en concreto, por ejemplo, ocurre con la producción de productos como jabón o lápices labiales. No obstante, algunas empresas se han ido sumando recientemente a la Iniciativa Europea, lo que posiblemente ofrezca un potente impulso a la causa.

Según señala Baines, lo que hacen la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas y la Comisión Europea –al evadir las prohibiciones– es hacer creer a la gente que comprar un producto cruelty-free es una garantía de que ya no hay más ratones y conejos –entre otros muchos animales– siendo usados en ensayos tortuosos, crueles y, sobre todo, innecesarios; esto, sin embargo, no responde a la verdad.

¿Cuál es, entonces, el objetivo de la Iniciativa Europea? Para Baines, la iniciativa pretende reparar lo que ha sido destruido; representa la posibilidad de seguir construyendo un mundo libre de ensayos con animales, algo que, a final de cuentas, es lo que la mayoría de los consumidores quiere. «Un ejército de gente compasiva se moviliza hoy para exigir a la Unión Europea que mantenga su promesa de erradicar los ensayos con animales para fines cosméticos», como así lo sentencia la doctora.

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