Medio Ambiente

2021, el año para consolidar la ambición climática

El aprendizaje tras el doloroso y convulso 2020 debe hacer que este nuevo año se active de forma definitiva una transformación en profundidad de nuestra manera de entender el progreso y el desarrollo.

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Carla Lucena
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21
enero
2021

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Carla Lucena

Son muchas las lecciones que nos deja este año 2020. Un año convulso, doloroso y crítico marcado por un virus que ha destapado la vulnerabilidad de nuestro sistema económico y social, pero que también ha puesto cara definitiva a lo que está por venir si no se hace frente de forma decidida y anticipada a la crisis ambiental que ya estamos viviendo. Un aprendizaje que debe hacer que 2021 sea el año que active de forma definitiva una transformación en profundidad de nuestra manera de entender el progreso y el desarrollo. Un cambio que debe guiarse, inexorablemente, por la prioridad de la acción climática a todos los niveles de la Administración y de nuestra sociedad, sin olvidar el nivel individual. Nuestra forma de producir, de movernos, de alimentarnos o de consumir marca el perfil de riesgo al que debemos enfrentarnos en las próximas décadas.

Queremos que el 2021 sea el año de la recuperación verde. Los datos hablan por sí solos: el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la brecha entre emisiones reales y objetivo comprometido en París señala que una recuperación verde podría reducir hasta en un 25% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) previstas para 2030. Hemos de garantizar la coherencia de nuestras políticas económicas con valores sociales, ambientales y de progreso. Nuestra actuación debe estar encaminada a fortalecer la ambición climática tanto en términos de reducción de emisiones como de mejora de nuestra capacidad de adaptación. Debemos aprender a utilizar nuevos indicadores de crecimiento más allá del producto interior bruto y del consumo de recursos. Hay otros muchos aspectos de la realidad distintos al PIB que merecen atención preferente. Si no se la prestamos, tampoco el PIB arrojará buenos datos.

Necesitamos inspirarnos en la naturaleza y actuar respetando sus límites, avanzar hacia un turismo compatible con la realidad del cambio climático, una agricultura respetuosa con la biodiversidad y una nueva industria moderna, eficiente, fortalecida y circular en todas las fases de sus cadenas de valor.

2021 será también el año para apuntalar esta agenda de forma estructural. España contará al fin con una Ley de Cambio Climático y Transición Energética que recoge objetivos de reducción de emisiones basados en la ciencia, coherentes con el nuevo objetivo climático de la UE de reducir las emisiones al menos un 55% a 2030, y que establece una gobernanza de revisión al alza que nos garantizará ir aumentando la ambición de nuestros compromisos de reducción. Esta ley da coherencia al largo y al corto plazo, y ofrece las medidas de planificación sectorial ya aprobadas en materia de energía, de adaptación, de economía circular, de infraestructura verde, así como en las que se priorizan en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia; la herramienta que utiliza el Gobierno para acelerar en un 40% los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, adelantando a 2023 los objetivos intermedios que nos marcamos en su momento para el año 2025.

«Es tiempo de reconciliarnos con nuestro enorme capital natural, que es la base para construir un país más seguro en la lucha contra el cambio climático»

Dice el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que estamos en guerra con la naturaleza. Es tiempo de reconciliarnos con nuestro enorme capital natural, la base para construir un país más seguro en la lucha contra el cambio climático, priorizando la conservación y restauración de ecosistemas marinos y terrestres y su biodiversidad, la preservación de los recursos hídricos, la mejora en la gestión del agua y de su depuración, la provisión de infraestructuras ambientales y el aumento de la resiliencia de la costa española. Queremos rehabilitar más de 3.000 kilómetros de riberas, restaurar los valores ambientales de más de 200.000 hectáreas y 16 importantes humedales y actuar para la preservación y recuperación de más 200 kilómetros de litoral.

Esto implica acelerar la acción desde ya: en los próximos tres años desplegaremos una movilidad sostenible y eficiente, transformando nuestras ciudades y nuestra cadena de valor industrial; aceleraremos la transformación del sistema energético para hacerlo 100% renovable; rehabilitaremos más de medio millón de viviendas para hacerlas energéticamente eficientes e impulsaremos el almacenamiento, la generación distribuida, los techos solares y el hidrógeno renovable. Medidas todas ellas que abaratarán nuestra factura energética e impulsarán la innovación, el empleo, la salud y la regeneración urbana. Un proceso de transformación en el que la cohesión social y territorial, el desarrollo rural y el reto demográfico serán elementos troncales de la acción.

Ya contamos con una Estrategia de Transición Justa que ha demostrado ser una herramienta clave en la descarbonización, reduciendo el uso del carbón en un 69% en apenas dos años y sin dejar a nadie atrás. El año 2020 acaba con buen sabor de boca en el plano internacional. Hemos visto movimientos muy positivos que, esperemos, se consoliden en 2021 y abanderen una verdadera respuesta a la emergencia climática de manera transversal, con reflejos en todos los sectores y por parte de todos los actores. Con una trayectoria firme hacia la descarbonización y la mejora de la resiliencia de nuestra economía como nueva ruta de presente y de futuro. El cambio al frente de la Casa Blanca y los nuevos compromisos de China, Japón, Corea del Sur o Reino Unido son señales claras de que los países han entendido que la ambición climática es una apuesta de futuro.

Europa también ha demostrado unidad y solidaridad en 2020. Ha reaccionado a la crisis con una sola voz y no se detiene. 2021 abre un año de nuevas propuestas legislativas en el ámbito del transporte, la agricultura, la energía, la eficiencia y, por supuesto, las finanzas. Queda mucho por hacer, pero España seguirá liderando la carrera contra el cambio climático y buscando soluciones ambiciosas, justas y solidarias a la altura del reto al que nos enfrentamos y pensando en las generaciones futuras. Nuestros socios europeos pueden confiar en nosotros.


Teresa Ribera es vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

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