Desigualdad

¿Podemos romper el círculo de la pobreza infantil en España?

En España, la pobreza se hereda: quien ha nacido y crecido en la pobreza es muy probable que siga siendo pobre de adulto. Esta transmisión de la pobreza entre generaciones supone, en última instancia, la reducción de la movilidad social, que en nuestro país depende más del origen social que del mérito individual.

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16
octubre
2020

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De niño tuve suerte. Mi infancia fue feliz, llena de bonitos recuerdos de la pastelería de mis padres, de las charlas familiares a la hora de la cena, de los veranos en el pueblo con mis abuelos, del colegio… Todo lo que me fue dado en aquellos años –una buena educación, un entorno estable y estimulante– ha sido un buen inicio para mi vida. Ojalá este fuera también el punto de partida de todos los niños y niñas, que tengan infancias plagadas de oportunidades, de experiencias enriquecedoras, sin necesidades básicas insatisfechas. Pero esta no es la infancia que viven los más de 2,3 millones de niños que se encuentran en situación de pobreza en nuestro país, que no cuentan con las mismas oportunidades que quienes no viven en pobreza. La estrechez económica en la que viven, y que es una situación que escapa de su control, no les da un terreno seguro a partir del cual construir su vida.

Pero la pobreza que padecen estos niños y niñas no es homogénea. Hay quienes la padecen con mayor intensidad: medio millón está en pobreza alta y otro medio millón en pobreza severa. Mientras más intensa sea la pobreza, más graves serán sus consecuencias.

Mientras más intensa sea la pobreza, más graves serán sus consecuencias

La pobreza durante la infancia deja una huella profunda en quienes la experimentan: tiene consecuencias nocivas sobre la salud, los resultados educativos y el bienestar emocional. Esta huella será más honda cuanto más se extienda en el tiempo. Esta es otra de las características de la pobreza infantil en España: nuestras tasas de pobreza infantil persistente –encontrarse en situación de pobreza en el año en curso y en al menos dos de los tres años anteriores– es del 17,4%. Casi un millón y medio de niños, niñas y adolescentes la padecen. Esto supone que dos de cada tres menores de 18 años en pobreza en España lo son en términos estructurales.

La situación económica del hogar durante la infancia también afecta en gran medida al riesgo de pobreza en la adultez. Los datos del módulo de transmisión intergeneracional de la pobreza del Instituto Nacional de Estadística muestran que más de la mitad de las personas que crecieron en hogares con una situación económica muy mala padecen riesgo de pobreza en la edad adulta. Por el contrario, solo el 14% de las personas que crecieron en un hogar con una situación económica muy buena sufre este riesgo.

Dos de cada tres niños de 18 años en pobreza en España la sufren en términos estructurales

Este hecho pone en cuestión la igualdad de oportunidades. En España, la pobreza se hereda: quien ha nacido y crecido en la pobreza es muy probable que siga siendo pobre de adulto. Esta transmisión de la pobreza entre generaciones supone, en última instancia, la reducción de la movilidad social, que en nuestro país depende más del origen social que del mérito individual.

Aunque la pobreza infantil es un problema de gran magnitud e intensidad, no debemos olvidar que es posible combatirla. Tenemos evidencia suficiente que muestra cómo, poniendo en marcha las medidas adecuadas, la pobreza infantil puede reducirse de forma significativa. Solo hace falta priorizar a la infancia y la inversión en ella, y podremos conseguir un país que ofrezca oportunidades de desarrollo en igualdad. Este Alto Comisionado tiene encomendada, precisamente, esta función: impulsar las medidas necesarias para lograr una sociedad que proporcione igualdad de oportunidades de presente y de futuro a todos sus niños, niñas y adolescentes, sin importar las condiciones de su nacimiento.

La función que me ha sido encomendada, y mi empeño personal, es trabajar para romper este círculo de desventaja y promover que sea un objetivo de Estado. Romper el círculo de la pobreza infantil es una cuestión de justicia necesaria para impulsar la cohesión social y el crecimiento económico, porque nos podemos beneficiar del talento desaprovechado que estos niños podrían desarrollar, contribuyendo así de manera significativa a la sociedad. Rompiendo el círculo de la pobreza ganamos todos y todas. Tú, querido lector, querida lectora, también.


Ernesto Gasco es alto comisionado para la lucha contra la pobreza infantil.

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