Desigualdad

Radiografía de la desigualdad en España

El 18,4% de la población española está en situación de exclusión social. Tan solo el 67% de mujeres en edad de trabajar tiene un empleo. 2,5 millones de niños viven en situación de pobreza. ¿Es la igualdad real una utopía en nuestro país?

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13
febrero
2020

«Hoy en día, todas las personas son desiguales, pero algunas lo son más que otras». Juan José Almagro iniciaba la última edición de El Atrio de los Gentiles parafraseando el último de los siete mandamientos de los animales del clásico de George Orwell, Rebelión en la granja. A España aún le queda mucho trabajo por hacer para equilibrar la balanza a nivel social, laboral, de género y educativo. Como asegura el relator de Naciones Unidas, Philip Alston, nuestro sistema de protección social está roto, y la desigualdad es patente. Por eso, el foro organizado por la Cátedra Iberdrola de Ética Económica y Empresarial y el Foro Ecuménico Social abordó a la realidad social de millones de personas en nuestro país. En la cita, celebrada en la Universidad de Comillas de Madrid, se escuchó más de una vez una frase tan repetida como cierta: la pobreza en España tiene rostro de mujer.

El último informe Foessa asegura que el 18,4% de la población española está en situación de exclusión social. 8,5 millones de personas no participan en la vida cultural, económica y social de nuestro país; 1,2 millones más que antes de la crisis de 2008. «4,1 millones de personas están en situación de pobreza extrema; es más, de esos, 1,4 millones han sido expulsados de la sociedad al completo», resaltó Natalia Peiro Pérez, secretaria general de Cáritas España.

La recesión y las políticas de austeridad que le siguieron, unidas a la precariedad, la pobreza energética y el aumento del precio de la vivienda –tanto en alquiler como en venta– son solo algunos de los responsables más visibles de la desaparición de esa clase media tradicional. Peiro Pérez recordaba que el coeficiente de Gini, encargado de medir la desigualdad en los países, ha subido cuatro puntos en diez años. «Eso nos convierte en el sexto país de la OCDE más desigual», afirmó. Dentro de ese sector de población que sufre más profundamente la desigualdad, las mujeres se enfrentan a una realidad que, aún en 2020, sigue presionándolas para que sean ellas las encargadas de los cuidados, lo que deriva en trabajos precarios, jornadas reducidas y mayor inseguridad económica.

8,5 millones de personas no participan en la vida cultural, económica y social de nuestro país

«Por desgracia, por motivos culturales, en situaciones que implican hacer cesiones a nivel laboral suele ceder antes la mujer que el hombre, y es un patrón que se repite en todos los estratos sociales», explicó María José Ramo Herrando, abogada y socia de Garrigues. «Esto implica que más trabajos a tiempo parcial sean para mujeres, por lo que promocionan menos, sus pensiones son más bajas a la hora de la jubilación y acaban teniendo que vivir más tiempo con menos».

Una de las maneras de atajar esta desigualdad, que no necesariamente depende del poder adquisitivo o del origen social de la persona o familia, es el fomento de la responsabilidad compartida. «El Gobierno ya ha tomado medidas para promover una mejor conciliación y, sobre todo, la corresponsabilidad a nivel familiar, laboral y personal», puntualizó la letrada. La extensión de los permisos de paternidad individuales e intransferibles son algunas de las últimas medidas para fomentar este nuevo paradigma en camino hacia la igualdad plena.

La desigualdad, en especial la de género, comienza en casa pero continúa en el mundo laboral. «En España sigue sin haber igualdad entre hombres y mujeres o, al menos, esa es la conclusión que se saca de los datos: el 80% de los hombres en edad de trabajar tiene empleo, frente a un 67% de mujeres; además, el 24,1% de mujeres ocupa puestos a jornada parcial, frente al 7% de los hombres. La tan conocida brecha salarial también es una realidad en muchísimas empresas: una mujer cobra entre un 25 y un 27% menos que su colega hombre en trabajos de igual valor», explicó Ramo Herrando.

Para ilustrar este tipo de desigualdad laboral –presente incluso antes de conseguir el puesto, la abogada hizo referencia a un pequeño experimento llevado a cabo por expertos de la Universidad Pompeu Fabra para su estudio ¿Tienen las mujeres menos oportunidades de ser contratadas?, con el que se enviaron 5.600 currículums ficticios a ofertas de trabajo reales en Madrid y Barcelona. En él, las candidaturas iban por pares idénticos, uno de hombre y otro de mujer, de edades de entre 37 y 39 años, y el resultado desmonta los argumentos que niegan la discriminación de género en el ámbito empresarial: las mujeres tienen un 30% menos de posibilidades de que les llamen para concertar una entrevista. Si la candidata ficticia tenía hijos, las probabilidades caen al 35,5%. «Sigue existiendo un estereotipo, la sociedad ve a la mujer con hijos más orientada a su cuidado y menos comprometida con el trabajo», concluye la experta.

En España, el 80% de los hombres en edad de trabajar tiene empleo, frente a un 67% de mujeres

Las desigualdades también giran en torno al gran pilar social: la educación. «Para poder cambiar la mentalidad de la gente, en especial de los empresarios, y el mercado laboral en general, es necesario que cambien primero la educación y la cultura: tenemos que educar, en casa y en el cole, en igualdad y en el respeto», indicó la socia de Garrigues. Por su parte, Peiro Pérez aseguró que debemos tener en cuenta siempre la transmisión intergeneracional de la pobreza, ya que «si bien es cierto que la educación básica es universal, no existen sistemas de becas, ayudas y apoyos que ayuden a las familias sin recursos a que los niños desarrollen todo su potencial… y todos sabemos que solo con la educación básica no se rompe el círculo de la pobreza».

El problema radica en que el diagnóstico de la pobreza infantil –que es también el de las familias– en España no es nada alentador: según el indicador Arope, 2,5 millones de niños en todo el territorio viven en esta situación. «Se ha creado un círculo perverso en el que los menores llevan sufriendo esta situación, que ya se ha cronificado, desde antes de la crisis», explicó Javier Martos Mota, director ejecutivo de Unicef España. Desde la oenegé reclaman que se ponga el foco en las políticas públicas que promuevan el bienestar social y que garanticen un futuro para los más pequeños. «Los países nórdicos se han dado cuenta que hacer una gran inversión en educación se traduce en invertir en innovación y en el motor económico del país», aseguró Martos Mota. Además, puso de relieve la importancia de considerar a los menores como ciudadanos en formación: «Si queremos sociedades democráticas y ciudadanos exigentes, tenemos que trabajar el concepto de ciudadanía, desde la infancia, a través de la educación».

Para conseguir una sociedad en la que las desigualdades se erradiquen, se necesita una educación que vea a los menores como sujetos de derechos y no como objetos de protección, porque la igualdad de género no se conseguirá si no es a través de la educación. El fin de la pobreza, tampoco.

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