Medicamentos y vacunas contra el COVID-19: ¿se reconocerá el valor de la innovación?
El trabajo a marchas forzadas de científicos de todo el mundo arroja visos de que la vacuna para el COVID-19 está más cerca de ser una realidad. ¿Se reconocerá el mérito de la investigación y la innovación cuando llegue?
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COLABORA2020
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A mediados de diciembre se detectó por primera vez el SARSCoV-2, virus causante del COVID-19. Pero cuando encontraron su origen, el virus ya se había propagado porque, a diferencia de otros como el SARS, este permanece oculto por mucho tiempo. A cinco meses de que esta crisis sanitaria y económica estallara, ya hay visos de esperanza para curar e inmunizar a la población: todo gracias al trabajo a marchas forzadas de decenas de científicos alrededor del mundo que cada vez están más cerca de encontrar medicamentos que prometen a la humanidad poner fin a este letal virus. Hoy la sociedad exige compromiso científico y social para lograr la pronta cura e inmunización humana con pruebas de diagnóstico, medicamentos y vacunas de alta eficacia, porque –en el momento en que se escribían estas líneas– ya sumaban 3,7 millones de contagiados y más de 268.000 muertos alrededor del mundo por COVID-19.
La carrera científica para crear medicamentos contra el virus –en la que destacan los científicos chinos, alemanes y estadounidenses–, hoy la encabeza Gilead Sciences, el fabricante de remdesivir, que ya recibió una autorización de uso de emergencia de la Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos (FDA) para el tratamiento de algunos pacientes gravemente afectados por el coronavirus, después de que ensayos clínicos mostraran que este medicamento mejor el tiempo de recuperación para pacientes afectados con el virus. Además, parece que también puede reducir la mortalidad. Remdesivir es un antiviral que, de acuerdo a información de Gilead, había sido estudiado previamente para el tratamiento del ébola.
El debate sobre el acceso casi gratuito a las nuevas vacunas puede desincentivar la investigación
Tras la donación de 1,5 millones de dosis de remdesivir, su posible precio está en debate entre analistas de Wall Street, expertos en la industria farmacéutica y grupos de defensa de derechos de consumidores y pacientes. Las propuestas varían desde una cantidad razonable que no afecte la rentabilidad futura de la empresa hasta cobrar solo el precio de manufactura. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró estar en conversaciones con Gilead para lograr que el producto esté disponible ampliamente, aunque la empresa no se ha pronunciado en torno al precio. El tema aquí es si se valorará la innovación, reconociendo un costo que incluya el de la I+D, así como el impacto que este valor pueda tener para crear las condiciones favorables –o no– para la innovación. Es decir, el debate sobre el acceso casi gratuito a las nuevas terapias y vacunas puede desincentivar la investigación de empresas farmacéuticas por no poder amortizar el enorme costo que suponen los recursos destinados a la investigación y desarrollo de nuevas alternativas.
Gilead aún espera la aprobación regulatoria del fármaco por parte de las agencias de muchos países, lo que ocurrirá tan pronto terminen los estudios científicos que se están realizando y que los resultados confirmen los datos con que se autorizó su uso en Estados Unidos. Solo tres días después de que el fabricante solicitara la aprobación para su nuevo antiviral, Japón también otorgó autorización de emergencia para el uso del remdesivir como tratamiento contra el SARS CoV-2.
Retos adicionales para Gilead y para cualquier empresa fabricante de un nuevo fármaco o vacuna los representan la estrategia de comunicación para que tanto reguladores, tomadores de decisiones, comunidad médica y opinión pública valoren atributos como el compromiso, la innovación y la contribución. Es decir, conseguir que el mercado premie la contribución en lugar de castigarla. Otro punto crítico para cualquier compañía que esté investigando una terapia, vacuna o incluso pruebas de diagnóstico lo representa la participación activa en la conversación para crear un relato orientado a generar aliados informados. Así se podría evitar situaciones como la actual, que provocan un vacío informativo que no conduce a una correcta valoración del producto e incluso a calificar negativamente a los fabricantes.
El reto radica en conseguir que el mercado premie la contribución en lugar de castigarla
Por su parte, la farmacéutica Roche también recibió la aprobación de emergencia de la FDA para una prueba de anticuerpos contra el coronavirus y prometió una rápida producción. La empresa española Grifols informó también del desarrollo acelerado de una prueba diagnóstica específica de alta sensibilidad para detectar el virus. Sin duda, además de medicamentos y vacunas, urge disponer de tratamientos de diagnóstico.
En cuanto a conseguir la inmunización humana, la OMS anunció que hay 102 posibles vacunas para COVID-19 en proceso en todo el mundo: 8 de ellas están autorizadas, 7 ya listas para pruebas en humanos –un trabajo en tiempo récord que lleva tres meses gestándose, y aún desarrollándose–, 4 provienen de China y las restantes de Europa y Estados Unidos. Además, Pfizer aceleró sus investigaciones y estima que para fin de año tendrá lista la vacuna. Virólogos, como los españoles Luis Enjuanes, Isabel Sola y Sonia Zúñiga del Centro Nacional de Biotecnología de España (CNB-CSIC), consideran que, en el mejor de los casos, se tardarían entre 12 y 18 meses en tener la vacuna lista.
Si bien los avances en la investigación son esperanzadores, tanto la OMS como científicos, especialistas y cuerpo médico están preocupados por las decisiones gubernamentales de abrir las restricciones anticipadamente, presionados por la crisis económica generalizada. Para algunos gobernantes, la crisis económica puede ser peor que la pandemia. Sin embargo, la decisión de impulsar la economía por encima de la salud puede ser contraproducente: el riesgo de una segunda ola de contagios, con el consiguiente golpe aún mayor para la economía, se ve incrementado.
En una situación como la que estamos viviendo, la industria farmacéutica se enfrenta al reto reputacional más grande de la última década. Por un lado, la investigación y desarrollo de un producto que mejore o salve vidas siempre es valorado. Pero, por otro, aún persiste la creencia de que cualquier avance científico debería estar disponible de manera gratuita.
Ante esto, cualquier empresa farmacéutica dedicada a la investigación y desarrollo de medicamentos y vacunas debe plantearse una estrategia de vinculación global y local. Ante la emergencia, es posible que agencias reguladoras de diversos países puedan aprobar con base en los criterios de las grandes agencias como la FDA, EMEA o la de Japón y evitar correr los tiempos que tiene estipuado cada país o región. La estrategia debe incluir un relato adaptado para diferentes públicos y canales, es decir, una comunicación global que permita la localización y considerar la inmediatez y transparencia que se requiere con un rol muy activo en los frentes de discusión ante diferentes audiencias como autoridades locales, comunidad médica y periodistas. Esto evitará vacíos de información que puedan impactar negativamente en la percepción de la empresa y negocios futuros.
En el mejor de los casos, se tardarían entre 12 y 18 meses en tener la vacuna lista
Por ahora, hay mucha información en torno a la investigación y desarrollo de medicamentos y vacunas, y a pesar de que temas como el tiempo para tenerlos disponibles y el acceso aún son inciertos, la esperanza en la innovación prevalece. La actual contingencia trae consigo la oportunidad para que las empresas farmacéuticas den un giro a la percepción y se vinculen con sus audiencias, para que estas valoren la contribución social más preciada en esta pandemia: los nuevos y eficaces medicamentos y vacunas. Por ello, hacemos estas 6 recomendaciones básicas.
1. Contar con un plan de acción
Las empresas que están dirigiendo esfuerzos a investigar y desarrollar terapias inovadoras, pruebas de diagnóstico y potenciales vacunas, deben contar con un plan de acción, para prevenir determinados escenarios y no actuar de manera reactiva. Es imprescindible estar preparados para actuar con rapidez y procedimientos definidos que eviten la improvisación. Gobiernos, comunidad médica y científica y sociedad en general están a la expectativa de los resultados de la investigación y desarrollo de nuevas alternativas. Nunca antes la información científica había tenido tanto espacio para difusión y discusión en foros, reuniones y medios de comunicación tradicionales y online, por lo que estar preparados es prioritario.
2. Construcción de la narrativa
En un contexto de incertidumbre en donde la sociedad se siente vulnerable y con la esperanza puesta en los expertos en salud pública, los científicos y las empresas farmacéuticas, se pone de manifiesto la necesidad de vacunas y fármacos seguros y eficaces para afrontar la emergencia sanitaria. Este contexto representa una oportunidad única para construir una narrativa que modifique la percepción negativa y recupere el valor que tiene la industria farmacéutica como actor fundamental para mejorar sistemas de salud y facilitar que los profesionalesayuden a sus pacientes. Comunicar adecuadamente el alto costo y proceso para lograr que un medicamento sea eficaz y seguro, justo en el momento en que se requiere una respuesta rápida, puede contribuir para posicionar oportunamente la contribución social de una industria que investiga para mejorar y salvar vidas.
3. Entender la conversación y tener un rol activo
Las redes sociales ocupan cada vez más espacio en la conversación y las empresas no pueden permanecer ajenas a ella. Esta va desde la especulación hasta canales activos para informar sobre avances científicos, políticas públicas y respuesta de la sociedad. Las empresas deben tener un rol activo, primero implementando un sistema que permita analizar, filtrar y valorar el contenido y, segundo, participando con una narrativa adecuada. Así se generará liderazgo con credibilidad y confianza.
4. Estrategia global y adaptación local
Es imprescindible que las acciones globales tengan una adaptación local, es decir, que se comunique el mismo mensaje pero identificando objetivos y oportunidades con agencias reguladoras, líderes de opinión, tomadores de decisiones y medios de comunicación. Estos no solo valorarán el recibir la información de primera mano, sino que serán audiencias informadas que pueden modificar la percepción de la empresa y contribuirán a evitar el vacío de información que genera percepciones negativas.
5. Relato adaptado para diferentes públicos y canales
Las empresas deben ser capaces de identificar las principales audiencias y sus necesidades de información, así como los canales efectivos para hacer llegar la información adaptada. Esto garantizará un plan de comunicación y posicionamiento efectivo que facilite la comprensión del mensaje con enfoque en el logro de objetivos específicos para cada audiencia.
6. Inmediatez y transparencia
Ante situaciones como la emergencia sanitaria que estamos viviendo, la información debe distribuirse de manera oportuna. El concepto de inmediatez cobra especial relevancia para evitar especulaciones y desconfianza hacia la empresa. Además, permite ganar espacios y saciar la sed de noticias. Es importante también comunicar con transparencia: la información que se proporcione debe ser clara y puntualizar los temas que no se pueden comunicar, ya sea porque es información confidencial o porque no está disponible. Un ejemplo serías los resultados concluyentes de estudios científicos. Los posicionamientos que permitan responder de manera clara y oportuna son críticos.
Gina Rosell es directora sénior de Llorente y Cuenca en Barcelona. Javier Marín es director sénior de Healthcare Américas
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