Cambio Climático
El patrimonio que resiste al tiempo… pero no al cambio climático
El calentamiento global está poniendo en jaque todo lo que conocemos, también el patrimonio. Google Arts & Culture se ha unido a CyArk para dar la voz de alarma con «Heritage on the Edge», una experiencia web que utiliza cinco enclaves arquitectónicos para reflejar la urgencia climática.
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Los moáis de la isla de Pascua cayendo al mar desde los acantilados, el castillo de Edimburgo hundiéndose en la tierra… No es una película apocalíptica: es un futuro posible de cómo acabará el cambio climático con el patrimonio cultural mundial si no actuamos para que la temperatura del planeta deje de subir.
Si hace unos meses los estudios de la Universidad de Kiel ya alertaban de que la subida del nivel del mar está amenazando al patrimonio cultural mundial, ahora Google Arts & Culture, junto a CyArk, ha decidido crear una herramienta que muestra con todo lujo de detalles como cinco enclaves declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO pueden desaparecer a manos del cambio climático, no solo por la subida del nivel del mar, sino por las lluvias torrenciales que azotan a algunas zonas del planeta y por la acidez del agua.
El proyecto se llama Heritage on the Edge –que podría traducirse como patrimonio en peligro– y ofrece al usuario más de 50 vídeos y documentos, modelos en 3D, rutas virtuales y entrevistas con profesionales y comunidades locales sobre cinco lugares emblemáticos que están amenazados por la crisis del clima.
Los moáis de Rapa Nui caen al mar
Se conocen también como las estatuas de la Isla de Pascua y son el símbolo por excelencia de Rapa Nui por su majestuosidad y el tamaño –miden de media 4 metros de altura y pesan 14 toneladas– que las hace diferentes de las de las islas vecinas. Fueron construidas en roca volcánica por la población polinesia entre los siglos X y XVI y hoy siguen siendo sagrados para la población de Rapa Nui.
Habitan las costas de la isla y el aumento del nivel del mar y la fuerza de las tormentas están socavando los acantilados sobre los que descansan. A este paso, los moáis terminarán por caer al mar. Una pérdida devastadora para el patrimonio mundial y para esta isla, pues son un elemento sagrado, además de símbolo indiscutible de su identidad cultural y reclamo turístico.
El castillo de Edimburgo, destruido por el agua
Es la construcción más visitada de Escocia y fue levantado sobre un volcán extinto. Fue morada de reyes y reinas, mazmorra, base militar… Pasear por el castillo de Edimburgo es pasear por la historia, y cada año lo hacen dos millones de visitantes. Todo esto le aporta poesía y atractivo, pero la realidad es que su cercanía al mar y el aumento de precipitaciones provocado por la previsión de aumento de temperatura de la superficie terrestre van a provocar un subida del nivel de las aguas subterráneas y la erosión de la roca donde se asienta el castillo, provocando deslizamiento de tierras, desprendimientos y, con ellos, la posible caída del castillo y, por supuesto, riesgo para la población.
A eso hay que añadir que el aumento de turismo puede enriquecer una ciudad y a la vez devastarla, y la cantidad de turistas que acuden cada año están causando estragos que se suman a los climáticos, por ejemplo, el desgaste del patrimonio, basuras o la construcción de nuevas instalaciones para acogerles.
La erosión de Kilwa Kisiwani
Es el puerto comercial más famoso de la costa suajili que se asoma al océano Índico. Llegó a ser la ciudad más opulenta y próspera del África Occidental y es célebre por haber sido cuna de sultanes y núcleo del comercio de cristal de roca, la cerámica…
Las construcciones del puerto hacen honor a su historia. Estructuras antiquísimas, como la Gran Mezquita o la antigua fortaleza portuguesa, que están amenazadas por el mar. Sus piedras no son solo patrimonio, sino que son lo que identifica a sus habitantes, por eso la población se unió a las tareas de custodia de los edificios, aplaudidos por numerosos países europeos que ofrecieron su ayuda. La erosión costera es el principal peligro para Kilwa Kisiwani, y si hay un freno natural al golpe de las olas son los manglares, que también corren peligro con la subida del nivel del mar, por lo que su restauración y mantenimiento es uno de los trabajos que ya se realizan en la zona.
La inundación de Bagerhat
Esta histórica ciudad-mezquita tiene más de seiscientos años y un valor incalculable por su riqueza urbanística. Su complejo sistema de carreteras, puentes, suministros y evacuación de agua, cisternas y embalses es digno de alabar, sobre todo cuando fue construida en un clima inhóspito al que ha conseguido sobrevivir a lo largo de los siglos.
Bagerhat se ubica en Bengala, donde se asienta la segunda población musulmana más grande del mundo, y es uno de los lugares de culto más importantes de Bangladés. Así ha sido durante seiscientos años, pero puede tener un final trágico por el rápido deterioro que están causando las inundaciones de agua salada y la erosión en las construcciones a pesar del esfuerzo de la población y las medidas del Plan Nacional de Adaptación (PNA) y la creación de fondos fiduciarios para paliar el cambio climático.
Chan Chan se deshace
Literalmente, porque esta es la ciudad de adobe más grande del mundo, y el aumento de las lluvias torrenciales derivadas del cambio climático está diluyendo las construcciones. Levantar tejados sobre Chan Chan no es la solución porque el problema –aún más grave que las precipitaciones directamente sobre las construcciones– es el aumento de la capa freática, que puede producir un microclima dañino para la estructura de los edificios.
Chan Chan es uno de los mejores ejemplos urbanísticos que ha dado la historia: se trata de una inmensa ciudad de adobe que en su momento llegó a acoger a 40.000 habitantes, y que tenía un sistema de riego muy avanzado para el año 1400, además de edificios de hasta diez metros con un complejo sistema de galerías interiores. Por no hablar de la riqueza ornamental de sus fachadas que, por desgracia, ha llamado la atención de los saqueadores. Cada año tiene que sufrir el impacto de El Niño, un ciclo climático del Pacífico que trae precipitaciones que erosionan y elevan el nivel freático.
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