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Basura electrónica: el tesoro que guardas en el cajón

Cada año se generan unos 50 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en todo el mundo, pero su reciclaje sigue siendo minoritario. En el Día del Medio Ambiente, la fundación Ecolec busca concienciar sobre la importancia de dar una nueva vida a la ‘basura electrónica’.

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04
junio
2019

¿Tienes Instagram? ¿Facebook? ¿Whatsapp? Si es así, conocerás que todas esas redes han incorporado, hace ya algún tiempo, una nueva opción que permite subir imágenes con fecha de caducidad: tus seguidores podrán ver el contenido durante solo 24 horas. Esa modalidad es el último reflejo de esa sociedad –líquida, que diría Bauman– caracterizada por la fugacidad y la inmediatez en la que al final todo es eterno… Mientras dura. En un sistema construido sobre el concepto de usar y tirar, pocos aspectos pueden escapar de la fugacidad utilitaria que nos empuja a desechar un objeto y comprar otro nuevo sin tan siquiera esperar a que se rompa, generando una cantidad de residuos cada vez más difícil de gestionar.

Aunque lo cierto es que ahora las cosas duran menos que antes. La obsolescencia programada no es un mito: la vida útil de un gran electrodoméstico oscila entre los diez y los doce años, pero cada vez son más las opciones de servificación de productos como coches o electrodomésticos, lo que nos lleva a cambiar nuestra relación con este tipo de bienes de consumo: pasamos de ser propietarios a usuarios, por lo que los fabricantes de los productos intentan alargar su vida útil. Pero… ¿Y qué hacemos con esa plancha que se nos rompió al caer al suelo? ¿O con el secador que se nos quemó esa mañana de invierno? Lo más habitual es que terminen en el cajón junto a los móviles viejos que atesoramos por si falla el último modelo que compramos, el viejo reproductor de música de nuestra adolescencia o la primera cámara digital que nos regalaron por nuestro cumpleaños.

¿Por qué los guardamos si sabemos que son residuos que ya no sirven? Mientras ya casi todos tenemos claro a qué contenedor van las latas y a cuál las botellas de vino, no es tan fácil saber qué hacer con esos pequeños electrodomésticos que dejan de funcionar y que acumulamos durante años sin ser conscientes de su enorme valor para el planeta. Cada año se generan unos 50 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en todo el mundo. ¿Cuántos recursos ahorraríamos si les diéramos una nueva vida? Por ejemplo: un frigorífico correctamente reciclado ahorra la emisión de gases contaminantes equivalente a la de un vehículo circulando durante 15.000 kilómetros.

El programa #GreenShop dota de contenedores de residuos a los establecimientos comerciales para facilitar el reciclaje de pequeños electrodomésticos

La pelota está en el tejado de los ciudadanos pero, en esa misión, la información juega un papel fundamental. La Fundación Ecolec –entidad sin ánimo de lucro que en 2018 volvió a superar por segundo año consecutivo la cifra de las 100.000 toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) correctamente gestionados– ha centrado en ello gran parte de sus actuaciones. Entre estas actividades destaca especialmente la #GreenWeek, que busca visibilizar la necesidad de darle una nueva vida a este tipo de aparatos, cuyo reciclaje sigue siendo uno de los más minoritarios. Durante esa semana, además, se lleva a cabo una iniciativa que contribuye aún más en la lucha contra el cambio climático: plantar un árbol por cada kilogramo de pequeños electrodomésticos recogido en esos días. «Es necesario concienciar de la necesidad del reciclaje a todos los agentes que participan de la cadena de gestión de residuos y llegar a ellos con acciones específicas para aumentar las cantidades recogidas y el conocimiento sobre el proceso», explica Luis Moreno, director general de la Fundación Ecolec.

Afortunadamente, como sucede con el resto de residuos, cada vez son más los ciudadanos informados que conocen dónde tienen que dejar el teléfono que han renovado o la tostadora que ha dejado de funcionar. También los establecimientos que deciden facilitar este reciclaje ya que, cuando compramos un frigorífico o una lavadora, normalmente se llevan el viejo tras la instalación… pero con los pequeños electrodomésticos no es así, lo que dificulta que el ciudadano sepa cómo darles una nueva vida. Para solucionar este problema, la Fundación Ecolec lanzó el programa #GreenShop, que dota de contenedores de residuos a los establecimientos comerciales para facilitar que, cuando compremos uno nuevo, podamos dejar el viejo a cambio en el propio establecimiento.

Aunque la cantidad de residuos electrónicos continúa creciendo, su reciclaje sigue siendo minoritario, pese a su inmenso valor. Sin embargo, hay datos que indican que esa situación ya ha empezado a cambiar. «Esta realidad es una oportunidad de minería urbana, es decir, una forma de acercar los yacimientos minerales y reducir la extracción de materias primas de la naturaleza mediante procesos mineros, y reducir los costes de energía y consumo de agua, entre otros», concluye Moreno. Y, para explotar esos yacimientos, no necesitamos grandes excavadoras: basta con abrir el cajón, sacar los residuos para hacer sitio y poder guardar como un tesoro la salud del planeta.

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