Derechos Humanos

Pierre Krähenbühl: «Nadie quiere sentarse a resolver el conflicto de Palestina»

El comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina y Oriente Próximo reclama una solución urgente a la ocupación.

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16
enero
2019

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Pierre Krähenbühl nació en Suiza hace 52 años. Tal vez de ahí le viene su talante neutral, por otro lado, esencial para poder dedicarse a lo que se ha dedicado toda su vida: ayudar a los perjudicados en los conflictos bélicos, sorteando políticas de uno y otro lado, para centrarse en lo más importante, las personas. Al frente del Comité Internacional de la Cruz Roja, ha impulsado labores humanitarias en Afganistán, Irak, Sudán, República del Congo, Libia, Somalia, Costa de Marfil, Colombia y Siria, y ha mediado en diálogos con Gobiernos de una decena de potencias mundiales (entre ellas Estados Unidos, Rusia o Japón) para poner de relieve la importancia de las víctimas de todos los conflictos, con nombres y apellidos. Desde 2014, es comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina y Oriente Próximo (UNRWA).

Ayer pasó por Madrid, a dar una conferencia en la Casa Árabe, y no fue por casualidad. Krähenbühl lleva meses recorriendo el mundo para hacer frente a uno de los mayores mazazos que ha recibido la agencia en sus 70 años de vida (se creó tras la guerra árabe-israelí de 1948, por mandato de la ONU): Donald Trump redujo en 2018 la partida de Estados Unidos de los 364 millones de dólares habituales a 60 millones. Esto ha supuesto un déficit de 400 millones para la agencia que más apoyo da a los refugiados palestinos.

La UNRWA activó la campaña La dignidad no tiene precio, para recabar de otros países una ayuda económica que compensara el descalabro estadounidense. «Me ha impresionado la movilización, la gran solidaridad en todas partes del mundo. No solo de Estados, también de la ciudadanía, las iniciativas individuales, personas privadas y fundaciones». ha expresado el comisionado, y ha añadido: «Esto incluye a España. Aumentó el año pasado la partida a la financiación de UNRWA, con apoyo del Gobierno, las Comunidades Autónomas y la ciudadanía. Hemos logrado superar un déficit histórico».

El conflicto palestino ha provocado millones de refugiados en estas últimas siete décadas, y el Gobierno estadounidense, en una declaración conjunta con el de Israel, ha anunciado que estudia despojar de su carácter de refugiados a los descendientes de quienes se desplazaron en los años cuarenta. «El recorte de Estados Unidos no es un problema para la UNRWA, sino para todos los palestinos que son víctimas colaterales del conflicto, que basan sus esperanzas en el apoyo internacional. Esto les desmotiva aún más, porque dejan de ver un futuro en el horizonte». El hecho de que Trump haya decidido volver a situar en Jerusalén la capital de Israel no ha hecho sino aumentar esa sensación de lejanía del pueblo palestino respecto a cualquier salida pactada a una ocupación que ya dura 70 años.

La UNRWA no solo presta ayuda humanitaria. Basa uno de los pilares de su actuación en la educación. Sostiene 700 escuelas para medio millón de estudiantes, desde Alepo hasta la franja de Gaza. «No fue iniciativa nuestra, sino de los propios refugiados», puntualiza Krähenbühl: «Desde los años cincuenta, insistieron en unirse al apoyo a la educación de la agencia, conscientes de que es algo muy importante para la preservación y desarrollo humano de la región. Por eso la crisis de Estados Unidos fue una amenaza para ese sistema educativo, y el horizonte de esos estudiantes».

Quince murieron el año pasado en la franja de Gaza y en Siria, durante las protestas, a manos del ejército de Israel. Todos, menores de edad: «No son fríos datos, son jóvenes con nombres y apellidos que tenían un destino, como cualquiera de nuestros hijos, que iban a la escuela y estudiaban con ánimo y coraje. Su pérdida importa», ha reclamado el comisionado, que ha cerrado el acto con un llamamiento: «Que exista la UNRWA es una mala noticia, porque significa que el conflicto sigue. Cuando se creó, nadie imaginaba que iba a seguir en activo 70 años después. La solución no está en nuestra ayuda humanitaria. Sino en que se resuelva el conflicto. Y hoy, tras el fracaso de los Acuerdos de Oslo, ningún país parece por la labor de iniciar otro proceso de negociación. Hay que sentarse de una vez. Mejor hoy que mañana».

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