Biodiversidad

El último respiro de la posidonia mediterránea

La posidonia oceánica es una planta autóctona del Mediterráneo con más de 100.000 años de vida, que puede extinguirse en solo unas décadas. La anclas de los barcos arrancan nuestra principal fuente de oxígeno.

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Alberto Romeo
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04
julio
2018

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Alberto Romeo

Cuando uno bucea por las aguas del Mediterráneo, la posidonia le recibe con su movimiento sinuoso, como un baile acompasado, suave, un vaivén mecedor. Esta planta acuática, única de este mar y que algunos expertos datan como una de las especies vivas más antiguas del mundo, es la responsable del tono turquesa y verdoso que tiñe sus aguas, uno de los reclamos de los millones de turistas que llegan a las islas Baleares en el estío. Paradójicamente, ese turismo descontrolado es una de las amenazas de esta joya subacuática. Si no se toman medidas, la posidonia podría desaparecer en unas décadas, después de más de 100.000 años de existencia.

«Hay varios frentes que atacan a la planta, pero uno de los más devastadores es el fondeo de los barcos», explica Manu San Félix, biólogo marino que tiene una de las escuelas de buceo más prestigiosas de las islas Baleares, en Formentera. «Las anclas remueven el fondo marino y arrancan la posidonia. A veces dejan superficies de muchos kilómetros cuadrados totalmente desérticas», añade el experto, mientras navegamos por la costa pitiusa. San Félix comenzó a practicar la fotografía submarina hace años, de forma autodidacta, casi circunstancial.

Una hectárea de posidonia genera cinco veces más oxígeno que una de la selva del Amazonas

El biólogo, que ha llegado a sumergirse a más de 80 metros de profundidad, empezó a ganar premios y llamó la atención de National Geographic, que lo contrató para su proyecto más ambicioso: Pristine Seas (mares prístinos), una serie de expediciones para documentar los espacios marinos que corren peligro. El biólogo ha realizado ya veintisiete, acompañadas de mucho material gráfico y con un documental en ciernes que él dirige en estos momentos. Más del 80% de las zonas marinas actualmente protegidas se lo deben al proyecto de San Félix y National Geographic. «No nos podemos permitir perder algo tan valioso como la posidonia», reclama el biólogo, que cuenta con el apoyo financiero de la marca de relojes Tag Heuer para salvar las praderas del fondo mediterráneo.

La posidonia es mucho más que un mero ornamento marítimo. Las casi cinco millones de hectáreas (50.000 kilómetros cuadrados) de esta planta acuática, que puede llegar a extensiones de más de 10 kilómetros, es una de nuestras fuentes principales de oxígeno. Una hectárea de posidonia genera cinco veces más que una de la selva del Amazonas. Es el motivo por el que se la conoce como «el pulmón del Mediterráneo».

Algunas zonas baleares pueden quedarse sin posidonia en cinco años

Uno de las iniciativas de San Félix para su protección ha sido la creación de la aplicación de móvil Posidonia Maps, que cartografía las zonas donde abunda esta planta acuática. Dispone de función de geolocalización, de modo que los navegantes saben en todo momento si fondean o no encima de estas valiosas praderas. «Por el momento nos basamos solo en la buena intención y el compromiso de algunos, que usan nuestra ‘app’ para no tirar el ancla donde hay posidonia», explica San Félix. «Pero hace falta una implicación mayor del Gobierno balear, un proyecto más ambicioso que delimite realmente en qué zonas se puede fondear y en cuáles está prohibido», reclama. El biólogo lamenta: «Ya están en ello, pero como siempre, los movimientos de los poderes públicos son demasiado lentos. En zonas costeras como la de Porroig, la planta acuática podría desaparecer en solo cinco años. No tenemos tiempo». La lentitud de la burocracia es, hoy, la mayor enemiga de la posidonia. «Hay que actuar ya, porque ya vamos tarde», zanja San Félix.

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