Derechos Humanos

Sin letrinas ni alcantarillas: así vivía el barrio Nelson Mandela

Decenas de miles de familias familias de este barrio colombiano de Cartagena de Indias se han visto beneficiadas por las nuevas infraestructuras de saneamiento.

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19
marzo
2016

¿Has pensado alguna vez cómo sería tener que hacer diariamente tus necesidades en la montaña? ¿O en las consecuencias sanitarias de no tener un sistema de alcantarillado que evacúe las aguas residuales? Estas eran las precarias condiciones en las que vivía sumido el barrio Nelson Mandela, en Cartagena de Indias (Colombia), hasta hace un par de años.

Esta comunidad, formada por desplazados del conflicto armado colombiano, representa el 4% de la población total de Cartagena y sólo el 15% de sus habitantes contaba con un servicio de alcantarillado. Debido a esto, los residentes del barrio Nelson Mandela se veían obligados a construir pozos sépticos en sus viviendas o a verter las aguas fecales a la calle, originando en la vía pública permanentes arroyos de aguas residuales que suponen un foco sin paragón de proliferación de enfermedades infecciosas y problemas de insalubridad.

«Esta práctica afecta a la salud de la población a través de enfermedades como la diarrea o el cólera. En la última década, la eliminación de la defecación al aire libre ha sido reconocida como una prioridad en la mejora de la salud, los ingresos, la seguridad o la educación de la población con más bajos recursos», apunta Alberto Guijarro, responsable de Campañas de la organización ONGAWA, Ingeniería para el Desarrollo Humano.

Gracias a la donación de la Agencia de Cooperación Internacional Española, al Distrito de Cartagena y a la empresa Aguas de Cartagena (Acuacar), hoy el barrio colombiano de Nelson Mandela, uno de los más pobres de Cartagena de Indias, puede gozar no sólo de un sistema de alcantarillas y tuberías, sino también de unas instalaciones hidráulico-sanitarias dignas. «El principal objetivo del proyecto de alcantarillado faltante es ampliar al 100% la cobertura sanitaria a través de la construcción del alcantarillado, su impulsión, estación de bombeo y equipamiento», explica Jorge Mario Romero Luna, director de Responsabilidad Corporativa de Acuacar. El sistema de alcantarillas y tuberías es el paso fundamental para poder instalar luego letrinas en los hogares de estas familias. «La iniciativa pretende beneficiar a las viviendas en condición de pobreza extrema con la construcción de estos sistemas hidrosanitarios que, conectados al nuevo sistema de alcantarillado, van a contribuir al saneamiento básico del barrio Nelson Mandela», añade.

Un derecho básico

Hace poco más de un lustro, en julio de 2010, Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que el agua potable limpia así como el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. «Esto significa que toda persona, sin discriminación, debe tener acceso físico y económico a servicios de saneamiento en todas las esferas de la vida, que sea seguro, higiénico, aceptable social y culturalmente, que proporcione privacidad y asegure la dignidad. Además, estas condiciones deben ser perdurables (es decir, las intervenciones deben ser sostenibles) y realizadas sin discriminación, facilitando la participación de la población en la toma de decisiones y asegurando la rendición de cuentas de los actores que intervienen», explica Guijarro.

Este es el motivo que llevó a Acuacar, socio estratégico de Aguas de Barcelona (Agbar) en Colombia, a desarrollar esta ambiciosa iniciativa que, además, pretende fortalecer de manera integral a las organizaciones y sociedad civil del barrio Nelson Mandela. «El principal reto consiste en garantizar la sostenibilidad de la intervención, es decir que no se convierta en una solución temporal, sino que sea una acción que garantice la mejora en la calidad de vida de cada una de las personas favorecidas. Nuestro objetivo es lograr que la comunidad salga de la extrema pobreza», afirma Romero.

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Muchos de los habitantes de este barrio de Cartagena de Indias han sido desplazados del campo por los conflictos armados colombianos y llegan a las ciudades sin un techo y sin dinero, en busca de oportunidades. Allí se ven obligados a invadir terrenos y construir viviendas muy precarias. Al vivir de manera irregular, no tienen una cultura de pago de servicios ni de uso de los mismos.

Por eso, una de las claves del éxito es la labor pedagógica. Enseñar a los miembros del barrio de Nelson Mandela a utilizar los nuevos servicios, a hacer uso de sus derechos y también a hacer frente a sus obligaciones como usuarios. Sólo así estas iniciativas se pueden desarrollar y transformar en un modelo sostenible y participativo. «Es indispensable el compromiso de las comunidades. Esperamos que la cultura del agua forme parte de su ADN y lo multipliquen en su entorno. Buscamos que hagan buen uso de sus instalaciones hidráulicas y del sistema de alcantarillado, y que asuman la cultura de pago como usuarios de los servicios ofrecidos», añade Romero.

Además, la labor de empresas y administraciones es igual de importante para conseguir que este tipo de proyectos cuajen y se consoliden, recuerdan desde la organización ONGAWA. «La gestión como premisa fundamental debe partir de la efectiva integración, apoyo y monitoreo de las instituciones del gobierno, actores locales y población usuaria de este bien ambiental, y para alcanzar esto se debería comenzar con la elaboración, implementación y monitoreo constante de una estrategia integral de concienciación sobre el recurso que incluya a diferentes estratos de la población», explica José Alfredo Portillo, coordinador del Programa de Gestión Integral del Recurso Hídrico de ONGAWA en Nicaragua.

Hasta la fecha, el proyecto de alcantarillado del barrio Nelson Mandela ha conseguido la ampliación de 90% de la cobertura de la red de alcantarillado −lo que se traduce en 5.000 familias beneficiadas− y el saneamiento ambiental del barrio colombiano, mientras que el de instalación de letrinas ya ha ayudado a unas 25.000 familias en condiciones de extrema pobreza gracias a la construcción de 794 soluciones hidrosanitarias.

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