Charles North
«La educación aporta seguridad, estabilidad y esperanza, incluso durante una guerra»
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Charles North es el director adjunto de Global Partnership for Education (GPE). Ha trabajado antes en países como Kenia, Sudán, Mozambique, El Salvador y Rusia con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y en el Instituto de la Paz de los Estados Unidos como asesor principal sobre Ucrania y Rusia. Hablamos con él para analizar el impacto de la COVID-19 en la educación a nivel mundial, los retos educativos que imponen los conflictos bélicos, los problemas de la brecha digital y las medidas que se han adoptado para mejorar la calidad de la educación de millones de estudiantes.
Han pasado cinco años de la pandemia de la COVID. Millones de niños perdieron años de aprendizaje y muchos no pudieron volver a estudiar. ¿Qué aspectos de la educación a nivel global, y sobre todo en países de ingresos bajos, siguen viéndose afectados?
La pandemia de la COVID interrumpió el aprendizaje de 1.600 millones de niños y provocó un aumento drástico en la pobreza del aprendizaje. Muchos niños de países de ingresos bajos siguen sin ir al colegio o no pueden ponerse al día. Asimismo, la pandemia agravó la deuda pública y redujo unos presupuestos educativos que ya de por sí eran ajustados. Aumentar la financiación nacional es esencial para que haya una recuperación. En 2021, veintiún jefes de estado africanos se comprometieron a destinar al menos el 20% de los presupuestos nacionales a la educación. Fue un paso positivo, pero se necesita un compromiso más amplio.
La asistencia oficial para el desarrollo sigue siendo crítica. Sin embargo, algunos donantes destinan a la educación el 15% de ayuda que se recomienda. En lugar de aumentar solo la ayuda, el objetivo debería ser apoyar a los países para que refuercen los sistemas nacionales y reduzcan progresivamente esa dependencia de las ayudas, es decir, pasar de la dependencia a la sostenibilidad. Una transformación del sistema de verdad. La ayuda internacional sigue siendo vital para ayudar a los países de ingresos bajos para que la educación cuente con una financiación adecuada.
«La pandemia del COVID interrumpió el aprendizaje de 1.600 millones de niños y provocó un aumento drástico en la pobreza del aprendizaje»
¿En qué países está más presente la brecha digital? ¿Qué diferencia puede haber entre países de ingresos altos y bajos? ¿Cómo se materializa esta diferencia?
Dos tercios de los niños en edad escolar del mundo, unos 1.300 millones, carecen de acceso a internet en casa. La brecha digital es más pronunciada en los países de ingresos bajos, donde el coste y la infraestructura limitan el acceso tanto a internet como a dispositivos digitales.
El acceso digital debe guiarse por los principios de equidad, inclusión y calidad para evitar que se afiance aún más la desigualdad. En 2030, los 230 millones de puestos de trabajo de África precisarán competencias digitales, por lo que se trata de un reto urgente. La tecnología puede ayudar a reducir la brecha digital si garantizamos un acceso equitativo a herramientas de aprendizaje digital seguras que mejoren el aprendizaje de todos los niños en el mundo.
La digitalización parece haberse adelantado, aunque no todos los hogares pueden permitirse acceso a internet o a dispositivos electrónicos, incluso en países de ingresos más altos. ¿Qué solución puede darse frente a estas barreras? ¿Qué estrategias se pueden llevar a cabo para abordar esta y las distintas diferencias que pueden darse entre estudiantes?
Es esencial invertir en un acceso digital inclusivo y asequible. La iniciativa Tech4Ed de GPE contribuye al intercambio de información y ayuda a los países a encontrar y extraer las herramientas digitales adecuadas. La llevamos a cabo en colaboración tanto con los países receptores como con organizaciones y gobiernos que pueden compartir las valiosas lecciones que han aprendido. Por ejemplo, ahora en Kenya los contenidos digitales están integrados en el plan de estudios nacional. Y en Malawi, las tablets con aplicaciones de aprendizaje sin conexión a internet respaldan la alfabetización en los colegios de primaria. Estos esfuerzos mejoran las competencias básicas y permiten a los países adaptar la tecnología a las realidades locales, centrándose en las necesidades específicas de cada país.
En una época en la que en muchos países se da un mayor apoyo a la digitalización, es posible que se pierda la interacción entre estudiantes y profesores, así como la socialización. ¿Qué importancia tiene dicha interacción?
La interacción en persona sigue siendo crucial para el aprendizaje, especialmente para el desarrollo social y emocional. Incluso con herramientas digitales, los profesores desempeñan un papel fundamental para motivar a los estudiantes y adaptar el apoyo que necesitan.
En Ucrania, por ejemplo, donde 2.000 colegios han sufrido daños, 1.200 millones de estudiantes siguen estudiando a través de modelos mixtos, en los que se combinan la tecnología con interacciones de los profesores. En colaboración con Imagine Worldwide, GPE trabaja con algunos países para utilizar tablets sin conexión a internet como método de recuperación de la educación y hemos recibido comentarios muy positivos de los profesores sobre cómo complementa su trabajo.
«La interacción en persona sigue siendo crucial para el aprendizaje, especialmente para el desarrollo social y emocional»
Los niños que viven en zonas que están en guerra como Gaza, Ucrania, Siria o Sudán tienen un acceso muy limitado a la educación, probablemente porque prime la supervivencia antes que los estudios. ¿Qué importancia tiene la educación en estados de emergencia? ¿Qué medidas se pueden llevar a cabo para recuperar la educación tras una guerra y cómo se pueden mantener con el paso del tiempo?
La educación aporta seguridad, estabilidad y esperanza, incluso durante una guerra. Pero a menudo es el primer servicio que se suspende y el último que se recupera. En la actualidad, más de uno de cada seis niños vive en zonas afectadas por conflictos, y el mundo está viviendo el mayor número de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial.
En 2023, mientras se intensificaban los combates en Ucrania, la GPE, Google Microsoft Corporation y la UNESCO apoyamos en conjunto al país con más de 51 millones de dólares para la enseñanza a distancia y el apoyo psicosocial a los niños de las zonas afectadas por el conflicto. En cuanto a Gaza y Cisjordania, España ha contribuido con 5 millones de euros al fondo multiplicador de la GPE para ayudar a reanudar la educación cuando sea seguro y poder reconstruir un sistema educativo más firme.
Es fundamental que los niños sigan aprendiendo en las zonas que se encuentran afectadas por los conflictos bélicos. El aprendizaje proporciona a los alumnos una sensación importante de normalidad, seguridad y rutina, y los colegios pueden proporcionar a los alumnos apoyo psicosocial para ayudarles a afrontar y recuperarse de experiencias traumáticas. La educación no solo se ve afectada por los conflictos, sino que también es clave para prevenirlos. Las investigaciones del Institute for Economics & Peace y de la GPE indican que la educación y la paz se refuerzan mutuamente.
«La educación no solo se ve afectada por los conflictos, sino que también es clave para prevenirlos»
¿Qué diferencia ve que se presenta entre la educación entre niños y niñas? ¿Qué estrategias se pueden tomar para intentar lograr una educación inclusiva? ¿Qué medidas crees que se deberían tomar desde los gobiernos de cada país para conseguir una inclusividad real, no solo de género entre niños y niñas, sino también para niños con necesidades educativas especiales?
Las niñas se enfrentan a barreras específicas de género para acceder a la educación, desde el matrimonio precoz a la violencia de género. En la actualidad hay 122 millones de niñas sin escolarizar. En GPE situamos la igualdad de género en el centro de nuestro trabajo. Apoyamos políticas inclusivas, formamos a docentes y adaptamos materiales didácticos. También ayudamos a que los países incluyan a menores con discapacidad. Alrededor de 240 millones todavía se enfrentan a obstáculos para ir al colegio. Desde 2021, la GPE ha apoyado a más de 663.000 niños con discapacidad en 64 países.
Como director adjunto de Global Partnership for Education, has visitado muchos países para analizar la situación de la educación en la que se encuentran. ¿Qué ejemplos podrías darnos de la acción de GPE y la ayuda que aporta?
La GPE apoya la educación en más de 90 países, y en muchos afecta la pobreza o las crisis. En todos los países el objetivo es el mismo: lograr sistemas educativos eficaces e integradores que lleguen a la población más marginada.
En Vietnam, nos asociamos con el gobierno y la Fundación Nippon para mejorar el acceso a una educación inclusiva y de calidad para más de 734.000 niños y 1.800 profesores de grupos minoritarios a lo largo de tres años, centrándonos en la educación temprana, la inclusión de las personas discapacitadas y la competencia lingüística tanto en vietnamita como en las lenguas minoritarias; la puesta en práctica la llevó a cabo Save the Children.
Asimismo, en Kenia hemos ayudado a recudir la desigualdad y hemos mejorado el acceso a la educación. En el caso de Ruanda, hemos detectado que la matriculación en la educación primaria es casi universal. Pero al terminar la enseñanza primaria, muchos niños siguen careciendo de las competencias básicas. La GPE colabora con el gobierno para impulsar la alfabetización y las habilidades numéricas, así como para mejorar la calidad de los materiales de docencia y de enseñanza. En cuanto a Chad, donde la mayoría de los niños de 10 años no saben leer, la GPE está aumentando el acceso equitativo a una educación de calidad, especialmente para las niñas y los niños más vulnerables.
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