Cambio Climático

En 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos

Cada año terminan en los mares y océanos del mundo 8 millones de toneladas de residuos plásticos, 34 veces el área de la isla de Manhattan.

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26
junio
2016

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Botellas, bolsas, envases, embalajes… Utilizamos plástico de forma masiva y descontrolada para, una vez agotada su vida útil, o simplemente cuando pierde el interés, desecharlo en la primera papelera que encontramos, que muchas veces resulta ser un desagüe cuya desembocadura se convierte en el mayor vertedero del mundo: el mar.

La Fundación Ellen MacArthur -que forma parte del proyecto MainStream, una iniciativa del Foro Económico Mundial- ha presentado en la cumbre de Davos el estudio «La nueva economía de los plásticos». El informe concluye que cada año terminan en los mares y océanos del mundo 8 millones de toneladas de residuos plásticos, 34 veces el área de la isla de Manhattan. O más gráficamente: el equivalente a verter cada minuto la carga de un camión de gran tonelaje. Si se mantiene este ritmo de contaminación, dentro de diez años habrá una tonelada de plásticos por cada 3 toneladas de peces, y en 2050 el peso de los residuos será superior al de todos los peces del planeta.

El uso de plásticos ha aumentado veinte veces en el último medio siglo y se espera que se duplique de nuevo en los próximos 20 años. De continuar la progresión, en 2050 la industria del plástico consumiría el 20% de la producción petrolífera y el 15% del presupuesto anual de carbono. Pero la utilización de plástico no es el único problema. Su tratamiento presenta deficiencias muy severas: a nivel global, sólo un 14% es reciclado, y sólo 2% es utilizado para producir bienes de igual valor que el producto original. Un 40% termina en vertederos y un 32% termina en ecosistemas frágiles, como los océanos.

Otro gran escollo es la fragmentación de la economía de los plásticos. Por falta de normas y de coordinación, en la cadena de valor proliferan materiales, formatos, etiquetados, sistemas de recogida, de clasificación y de reprocesamiento, que en conjunto «dificultan el desarrollo de mercados eficaces». La innovación también está fragmentada. Los nuevos materiales y formatos se desarrollan e implantan mucho más rápido que los correspondientes sistemas e infraestructuras para la reutilización.

Y eso que la mayoría de los envases se utiliza una sola vez. «Entre 80.000 y 120.000 millones de dólares se pierden cada año en forma de envoltorios plásticos que no son reutilizados», apunta el informe, y aboga por «repensar totalmente el sistema de embalaje». El estudio utiliza todas estas cifras para llamar la atención sobre los puntos débiles del sistema de producción, consumo y reciclaje, pero también para la búsqueda de soluciones a través de la incipiente economía circular, esto es, que nuestros residuos vuelvan como recursos al ciclo productivo en forma de valiosos nutrientes técnicos o biológicos.

Soluciones para un consumo sostenible

A la vista del fracaso en proyectos anteriores, el informe sugiere establecer un Protocolo Global de Plásticos para coordinar proyectos piloto a gran escala. A nivel de producción, considera completamente necesario buscar alternativas al petróleo, desarrollando  plásticos a partir de componentes fósiles para, además de reducir las pérdidas durante el proceso, incorporar materias primas procedentes de fuentes renovables.

El estudio recomienda también la implantación de sistemas de recogida selectiva y reciclaje en todos aquellos lugares donde no existen, pero sobre todo en los países que han sido identificados como los mayores contaminadores de plástico: China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Sri Lanka. Entre los cinco acumulan el 83% de los residuos de plástico mal gestionados que podrían acabar en el océano. En España, este sistema se corresponde con el contenedor amarillo gestionado por Ecoembes, que además de envases plásticos recoge también los de papel y cartón, latas y briks.

Dominic Waughray, miembro del comité ejecutivo del Foro Económico Mundial, señaló que «este informe demuestra la importancia de desencadenar una revolución en el ecosistema industrial de plásticos y es un primer paso para mostrar cómo cambiar la forma en que los plásticos se mueven a través de nuestra economía».

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