¿Qué podemos esperar de la COP30?
Se cumple la primera década de los Acuerdos de París sin que se hayan cumplido los objetivos de descenso de emisiones. Brasil espera conseguir acuerdos en taxonomía verde y calentamiento en una conferencia que han escogido una sede cargada de simbolismo.
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Como cada año, y desde 1995, este noviembre se celebrará la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. El encuentro, más conocido por sus siglas, COP, llegará en esta ocasión a su 30 edición: la COP30 será en Belém (Brasil), entre el 10 y el 21 de noviembre. Justo antes, entre el 6 y el 7 de ese mismo mes, se celebrará la Cumbre del Clima de Belém, en la que se reunirán jefes de Estado y de Gobierno y otros cargos de elevado nivel para hablar de los desafíos del cambio climático.
Aun así, lo que atraerá todas las miradas y donde se espera que se llegue a acuerdos importantes será en la COP30. La conferencia retomará las negociaciones donde las dejaron las conclusiones de la COP29, que se celebró en Bakú en noviembre del año pasado. En aquel momento, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, había advertido: «La COP30 será nuestra última oportunidad para evitar una ruptura irreversible del sistema climático».
Doce meses más tarde, las estadísticas confirman que la situación es complicada, pero las expectativas sobre el encuentro hacen pensar que la posibilidad de un cambio revolucionario que esté a la altura del reto es un tanto remota.
Una sede simbólica
Si las anteriores sedes, tanto de la COP29 como la de la COP28, Bakú y Dubái, habían sido reapropiadas por las voces críticas como simbólicas de lo que fallaba (ambas ciudades están muy conectadas a la economía basada en los combustibles fósiles), la sede actual ha apostado ya ella misma desde un principio por los simbolismos. Belém está en la desembocadura del río Amazonas y en plena selva, una de las regiones clave a la hora de preservar ecosistemas y uno de los grandes pulmones verdes del planeta, al tiempo que una de las áreas más amenazadas por el cambio climático, la deforestación o las malas decisiones en preservación medioambiental.
«Lo fácil hubiera sido organizar el encuentro en Río de Janeiro o São Paulo, pero no sería lo mismo», señala Pedro Zorrilla Miras, coordinador de campañas contra el cambio climático de Greenpeace. «Por eso, es más que simbólico que se celebre en Belém la COP30: por primera vez en treinta años la conferencia más importante sobre el clima va a tener lugar en la selva tropical», suma.
Los organizadores esperan, con esto, dar peso a cuestiones como la conservación de los bosques tropicales o la justicia climática.
Objetivos de la COP30
Esos serán algunos de los temas para el debate, pero no los únicos. El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, señalaba en un evento en París hace unos días que esta va a ser «la COP de la verdad», orientada a «pasar de la negociación a la implementación» con la movilización de los diferentes sectores implicados en la ecuación. «La verdad es la ciencia, los números, las inversiones; es ahí donde se demuestra que la lucha contra el cambio climático tiene razón», aseguraba, como recoge Efe.
¿Cuál será entonces la agenda para el debate? La COP30 volverá a retomar los temas siempre presentes en las diferentes conferencias de los últimos años, como el calentamiento global y las medidas a tomar. También, y aunque le den su propio enfoque, se volverá a hablar de dinero, una de las grandes cuestiones que, justamente, dominaron la COP de Bakú. Brasil quiere que uno de los grandes temas del encuentro de este año sea la taxonomía sostenible. El Gobierno brasileño presentará una propuesta a las partes para crear parámetros internacionales para inversiones verdes que clarifiquen el mercado, dotándolo de seguridad y evitando el greenwashing.
«Las expectativas, como siempre, son altas, a pesar de las incertidumbres, como las relativas a la organización del evento, al liderazgo del país anfitrión y a la prevención sobre posibles iniciativas que frustren los resultados que se puedan obtener», concede a SMC España Carlos de Miguel Perales, abogado y profesor de Derecho Civil y del Medio Ambiente en la facultad de Derecho de la Universidad Pontificia de Comillas-ICADE.
La carga del contexto
«Si esperamos que esta cumbre lo solucione todo, con expectativas desmesuradas, saldremos decepcionados», señala a Efe, por su parte, Lara Lázaro, profesora de Teoría Económica e investigadora del Real Instituto Elcano.
Al final, el contexto de la cumbre es complicado. La geopolítica no juega a favor de las concesiones verdes, como ya no ocurrió con la conferencia de 2025. Entonces, el gran titular era la espantada de Estados Unidos. Las cosas no han cambiado mucho en EE. UU. en lo que respecta a cuestiones verdes. De hecho, el contexto de desconfianza que han generado las guerras arancelarias propiciadas por ese país no será de ayuda. Incluso, se podría hasta decir que se está produciendo un cambio global de paradigma, paralelo al cambio de era política. Las recientes declaraciones de Bill Gates en las que suaviza su compromiso climático son un ejemplo. Aunque se están batiendo récords de temperatura, las posiciones políticas en temas verdes se han atemperado.
El otro elemento que añade complejidad a la cumbre es un aniversario: se cumple la primera década de los Acuerdos de París (que se cerraron en la COP21) y estamos muy lejos de cumplir con lo esperado.
Aunque se aplicasen por completo los planes actuales, las emisiones solo se reducirían de aquí a 2035 un tercio de lo necesario
El último informe de Naciones Unidas sobre el cumplimiento confirma que la acción climática «debe acelerarse» si se quiere evitar agravar el calentamiento global, incluso insistiendo en que existen «algunos puntos verdes de buenas noticias». Como recuerdan en un análisis de WWF, los datos de la ONU demuestran que, aunque se aplicasen por completo los planes actuales de los diferentes países, las emisiones solo se reducirían de aquí a 2035 un tercio de lo necesario.
No hay que olvidar que no han llegado los datos de todos los países, aunque el deadline para entregar los nuevos planes climáticos nacionales era ya en el pasado mes de febrero. India o la Unión Europea todavía no lo han hecho y un país con una huella de carbono tan elevada como Estados Unidos se retiró del Acuerdo.
Datos negativos
Si el informe de la ONU aún incluye referencias a la esperanza, los datos de algunos estudios independientes y paralelos muestran que la situación actual es, más bien, bastante negativa.
Así, un estudio de CarbonBombs señala que solo con los proyectos previstos de extracción de combustibles fósiles y las llamadas «bombas de carbono» (proyectos con potencial para emitir ellos solos más de una gigatonelada de CO2) ya se sobrepasaría once veces el presupuesto de carbono que le queda al planeta para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C.
A eso se suman las conclusiones del informe anual 10 New Insights in Climate Science, de Future Earth, The Earth League y World Climate Research Programme, que advierte de que, entre otros puntos, se ha registrado un calentamiento récord entre 2023 y 24, ha aumentado la presión sobre los sumideros de carbono o se está acelerando el agotamiento de los acuíferos.
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