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Educación

Inteligencia emocional, asignatura pendiente

La inteligencia emocional está reconocida como habilidad imprescindible en diversos ámbitos de la vida, muy especialmente en el laboral. La pregunta es: ¿es innata o debe ser desarrollada durante la etapa educativa?

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20
febrero
2025

El término «inteligencia emocional», tan en boga en la actualidad, fue atribuido al estudiante de artes alternativas Wayne Leon Payne, que en 1985 lo introdujo en el título de su tesis doctoral: Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional. En dicho trabajo, Payne definía la inteligencia emocional como la capacidad consciente para resolver problemas emocionales. Pero esa capacidad ya había sido descrita dos años antes por el psicólogo Howard Gardner, que añadió a la capacidad cognitiva la inteligencia interpersonal, que permite comprender las emociones ajenas, y la intrapersonal, que aplica dicha comprensión a las propias. Hasta ese momento, los indicadores de inteligencia como el cociente intelectual no tenían en cuenta dichas capacidades.

Desde entonces, han sido numerosas las investigaciones al respecto, especialmente aplicadas al ámbito de las relaciones laborales. No es extraño que, a día de hoy, la inteligencia emocional figure entre las habilidades blandas o soft skills destacadas en numerosos currículum vitae y sea ampliamente requerida por los técnicos de recursos humanos. Y en gran parte, el responsable de dicha expansión fue el psicólogo estadounidense Daniel Goleman. En 1996, su libro Inteligencia emocional se convirtió en bestseller en los Estados Unidos y, desde entonces, ha sido traducido a numerosos idiomas con el mismo éxito de ventas. Según Goleman, la inteligencia emocional abarca cinco competencias: el conocimiento de las propias emociones, la capacidad para controlarlas, la capacidad de automotivación, el reconocimiento de las emociones ajenas y el control de las relaciones.

Sin duda, saber reconocer y regular hábilmente las propias emociones y las ajenas se convierte en una herramienta sumamente útil para el desempeño laboral en estos tiempos de competitividad exacerbada y cargas de trabajo excesivas. Pero no es menos cierto que la misma utilidad puede aplicarse en los distintos ámbitos vitales del ser humano. El bienestar emocional es imprescindible para poder desarrollar una vida sana.

Goleman aseguró que el cociente intelectual solo representa el 20% de los factores que determinan el éxito en la vida

En el ámbito educativo, aún sigue primando el fomento de la inteligencia y se sigue valorando el cociente intelectual de los alumnos. Un cociente intelectual que, como aseguró Payne, si deseamos que sea más exacto, debería tener en cuenta las habilidades para comprender las emociones propias y ajenas. Goleman fue más allá asegurando que dicho cociente intelectual solo representa el 20% de los factores que determinan el éxito en la vida. Y en la sociedad actual, la búsqueda de ese éxito parece haberse convertido en máxima inapelable. ¿Por qué no se tiene en cuenta, por tanto, en los programas educativos el fomento de la inteligencia emocional?

En nuestro país, cada vez más centros educativos están incorporando programas de entrenamiento de las emociones. En dichos centros son conscientes de que, si los alumnos entrenan su capacidad para reconocer, comprender y regular las emociones propias y ajenas, tendrán mayores posibilidades de mejorar su rendimiento académico. Además, un correcto aprendizaje emocional minimizará los casos de bullying, que tan dramáticamente se multiplican en la actualidad. La LOMLOE, actual Ley Orgánica de Educación, incluyó por vez primera el concepto de educación emocional, especificando que se le debe prestar especial atención y tratarse como enseñanza transversal en todas las materias. Pero aún no existen directrices concretas para desarrollarla.

La LOMLOE incluyó por vez primera el concepto de educación emocional

Es cuestión de tiempo que la inteligencia emocional se convierta en asignatura obligatoria en nuestros colegios, pero para ello será precisa la existencia de docentes especializados en la materia. Los diversos centros de formación del profesorado tienen por delante la importante tarea de incorporar el aprendizaje de los métodos correctos para llevar dicha capacitación de manera exitosa a los centros educativos.

Los centros que han implementado programas de entrenamiento emocional han conseguido disminuir los niveles de agresividad y estrés entre el alumnado

En 2013, un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga diseñó INTEMO, un programa de entrenamiento de las emociones en jóvenes de entre 12 y 18 años. Poco después crearon el Laboratorio de Emociones, para seguir ampliando programas adaptados a estudiantes de primaria. Los diversos centros educativos que han implementado dichos programas constatan que, en el alumnado participante, han disminuido los niveles de agresividad y de estrés, mientras que se han mejorado sensiblemente las relaciones interpersonales y el rendimiento académico.

Existe la creencia popular de que todo lo relacionado con las emociones queda fuera del ámbito académico y es responsabilidad de los progenitores. Pero la inteligencia emocional, si bien es una capacidad con la que ya se nace, al igual que la inteligencia lógica, la espacial o la lingüística, se puede desarrollar. Y el espacio más adecuado para que lo haga es el aula.

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