Educación

¿Qué dice la ley sobre la educación emocional en la escuela?

El objetivo de la educación emocional es lograr que los alumnos y alumnas puedan conocer y controlar sus emociones, motivarse a sí mismos, reconocer y respetar las emociones ajenas y mejorar en general sus relaciones con los demás.

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22
octubre
2024

Las emociones se han convertido en un elemento esencial de nuestro día a día. Tenerlas en cuenta y conocerlas nos ha hecho cambiar nuestra manera de entender la vida y de entendernos a nosotros mismos: desde cómo aprendemos a cómo interactuamos con los demás. A medida que distintos ámbitos de la investigación las incluyen en sus estudios (política, economía, salud), la legislación educativa ha hecho lo propio, aunque no en todos los sistemas educativos.

Por ejemplo, en Chile, Francia, o Portugal no se contempla, pero en Colombia y Uruguay sí se mencionan las competencias socioemocionales. En España, la educación emocional se plantea como un pilar fundamental sobre el que se asientan los aprendizajes. Pero ¿qué dice exactamente la ley educativa española sobre las emociones?

¿Qué es la educación emocional?

La educación emocional trata de formar a los niños y niñas en habilidades para que puedan controlar, en primer lugar, las emociones propias. En segundo lugar, es importante que sepan identificar las emociones en los demás. Toda esa información podrán usarla para guiar sus pensamientos y sus acciones.

El objetivo es lograr que los alumnos y alumnas puedan conocer y controlar sus emociones, motivarse a sí mismos, reconocer y respetar las emociones ajenas y mejorar en general sus relaciones con los demás.

La competencia emocional, legislada desde 2006

Las leyes educativas establecen qué enseñar y cuándo, son las guías para los docentes. Por ejemplo, en 1º de la ESO los estudiantes aprenden la estructura de la oración simple, mientras que en 4º de la ESO aprenden la oración compuesta.

En España las emociones no aparecen hasta la ley educativa de 2006. Esta norma es la primera que afirma la necesidad de conseguir que «todos los ciudadanos alcancen el máximo desarrollo posible de todas sus capacidades». Entre ellas, menciona las intelectuales, las culturales y también las emocionales. Todo ello desde un punto de vista individual y social.

En España las emociones no aparecen hasta la ley educativa de 2006

Con la aprobación de la LOMCE, también conocida como Ley Wert, en 2013, no se producen cambios en el texto de la ley, ya que no fue creada desde cero, sino que se realizaron modificaciones sobre la anterior. Sin embargo, sí que hubo algunas comunidades autónomas que incluyeron la asignatura Educación Emocional y para la Creatividad (EMOCREA). Entre ellas, Canarias y La Rioja.

La LOMLOE de 2020, actualmente en vigor, incluye por primera vez la expresión «educación emocional». La conocida como Ley Celaá supone un avance significativo en la toma de conciencia de legisladores y profesionales de la docencia sobre la educación emocional. De hecho, afirma que «se pondrá especial atención a la educación emocional y en valores, entre los que se incluye la igualdad entre hombres y mujeres como pilar de la democracia».

Dice también que esta educación emocional se trabajará en todas las materias. Por lo tanto, es una enseñanza transversal, como lo son el fomento del espíritu crítico o la competencia digital.

Regulación emocional, autorregulación y madurez

Si nos adentramos en los reales decretos, encargados de regular el currículo básico, vemos cómo se relaciona lo emocional con la autorregulación y la madurez. También con la gestión de esas emociones.

En concreto, en materias como Biología y Geología, la educación emocional se debe trabajar desde la perspectiva de los hábitos saludables. Por ejemplo, al trabajar la nutrición estamos tratando también la autoestima, puesto que nuestro bienestar físico pasa por una buena alimentación.

En materias como Biología y Geología, la educación emocional se debe trabajar desde la perspectiva de los hábitos saludables

Por su parte, en Lengua Castellana y Literatura, las emociones forman parte de la comunicación diaria. Por ello, la educación emocional pasa por la toma de conciencia de las palabras que utilizamos. De esta forma, fomentamos la convivencia democrática y no discriminatoria. En el aula, se trabaja mediante los debates de temas actuales para, así, forjar relaciones basadas en la empatía y el respeto mediante una comunicación asertiva.

Incluso en la materia de Economía y Emprendimiento se desarrollan competencias que permiten gestionar de forma eficaz las emociones y destrezas personales porque se consigue promover actitudes creativas. En consecuencia, en el aula se trabajarán estrategias para la gestión de la incertidumbre mediante, por ejemplo, juegos de rol. En ellos, el alumnado se puede enfrentar a situaciones reales en empresas en las que los errores pueden ser ocasiones de aprendizaje y en las que se valore el trabajo cooperativo.

Hasta dónde llega la educación emocional

A pesar de que las emociones ya forman parte de nuestro sistema educativo, no se contemplan en todas las etapas: no están presentes en las enseñanzas universitarias, ni de idiomas, artísticas y deportivas o de personas adultas.

Las emociones, como nuestra capacidad de expresarnos o de hacer cálculos, son habilidades innatas. Nuestra condición de seres humanos nos permite sentir alegría y percibir la tristeza en otras personas. Pero todas las capacidades se pueden desarrollar y expandir a través de la educación. Enseñamos Lengua Castellana, Literatura e Inglés. Y ahora, también, Educación Emocional.


Sara Hernández Arroyo es docente e investigadora del área de Lengua Española del Departamento de Filología Hispánica, Clásica y de Estudios Árabes y Orientales de la Universidad de Las Palmas de Gran CanariaMaría Yazmina Lozano Mas es profesora ayudante doctora de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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