Haga como yo, métase en política
Con una sociedad civil famélica y un sector privado cada día más irrelevante, lo mejor, mal que me pese, es que te salga un familiar político. En el futuro todos viviremos de ellos, retroalimentados ad infinitum por la cosa pública.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2025

Artículo
He dicho en alguna ocasión que una de las ventajas de no tener hijos es que no te pueden salir militantes de las juventudes de ningún partido. En el caso de que llegara a tener hijos y se me afiliaran a algo del estilo, no me quedaría más remedio que quererlos. Pero no dormiría tranquilo por las noches. Lo más probable, sin embargo, es que en poco tiempo mi hijo ganara más dinero que yo y le importará entre nada y poco mi escepticismo ante su estilo de vida.
El caso de la exdiputada del PP que mintió en su currículum, Noelia Núñez –que no es mi prima, que yo sepa–, solo demuestra que se puede llegar lejos en la vida sin una carrera, algo que todos los que tenemos carrera ya sabíamos. Cuando todos tienen carrera, nadie tiene carrera, y es así que los que no la tienen de verdad ganan más dinero: un técnico de electrodomésticos gana más que un ingeniero a base de distinguirse por lo bajo. Noelia Núñez, sin carrera, ganaba hasta ayer 84.000 euros, que es tres veces más que el salario medio.
Sin embargo, no es cierto que Noelia Núñez no tenga una carrera, sino que ha emprendido y ha transitado con éxito la más jugosa de la actual oferta académica: la carrera de político. Mucha gente en los años 70 y 80, cuando comenzó el baile, se lanzaron a la pista. Con descaro, palabrería, algún título de poco peso y un pasado maquillado –¡claro que mi abuelo fue republicano!–, han logrado ser millonarios hoy en día. Más recientemente hemos asistido al milagro de los cargos y las prebendas de los niños rata de Podemos. Denunciando que el ascensor social estaba averiado, han ascendido que se las pela. Dicen que quien no llora, no mama, y es cierto.
La política ha colocado a más gente que Rumasa en sus buenos tiempos. Gentes de derechas y de izquierdas, de centro y de esquina, como las chicas de Ábalos. Chavales que se cuelgan una pulsera del partido y aprenden que, agitándola bien, todo está incluido. Desayunan doctrina prefabricada, supuesto espíritu crítico y vocación de servicio, se atienen al argumentario y ensayan frente al espejo. Lo llaman Política y os juro que funciona.
Noelia Núñez ha emprendido y transitado con éxito la más jugosa de la actual oferta académica: la carrera de político
La democracia se inventó para que un leñador sin estudios formales como Abraham Lincoln pudiera llegar a la Casa Blanca a través de un procedimiento llamado Política. Ese sistema ha generado su propia perversión, de manera que a la política ha acabado llegándose solo a través de la política. Ya ni siquiera es necesaria una larga y solvente carrera en el gremio de los leñadores para llegar a presidente. Basta matricularse pronto en esto de la política, como cualquier otra carrera, e ir superando el currículo. De pegar carteles a los 15 años a, con suerte, ministro, y con mala suerte, delegado de lo que sea a razón de 60.000 euros.
Prácticamente no hay sueldo público que baje de los 40.000 euros, lo que lo hace una opción sumamente segura. Sobre todo porque el Estado no deja en la estacada a los suyos: siempre hay un hueco más en ese agujero negro. Dicen que Franco le dijo a Pemán: «Haga como yo, no se meta en política». Claro que eran otros tiempos. Hoy lo más recomendable es hacer política, incluso si no se milita en ningún partido. Ya se sea abogado, artista, profesora o cajero, las probabilidades de aspirar a un puesto mejor remunerado o a contratos de traca se incrementan en la vecindad de la gran cosa pública.
Eso que llamamos, en el sentido amplio, «Política» es el place to be por antonomasia. Con una sociedad civil famélica y un sector privado cada día más irrelevante, lo mejor, mal que me pese, es que te salga un familiar político. Además, esa gente tiene mano en los concursos y sabe hacer hueco a los suyos. En el futuro todos viviremos de ellos, retroalimentados ad infinitum por la cosa pública.
Al parecer, la dimisión de Noelia Núñez ha disparado una caza de brujas entre partidos por ver quién tiene más gente sin estudios. Lo cierto es que, con honrosas excepciones, todos tienen los mismos: son políticos desde que les salió la barba, tengan o no carrera, que eso es lo de menos. Esta es la gente que quiere «cambiar a España», una casta de delegados de clase que juegan a las sillas musicales en el inmenso (inevitable e inamovible) sector público. Hoy son concejales y mañana delegados de Movilidad, pasado mañana gestionan Hacienda y al siguiente los ves con un casco en la Subdelegación de Fomento.
Si les preguntaras, y si fueran sinceros, te dirían: haga como yo, métase en política.
COMENTARIOS