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Fedra: la pasión que desafió a los dioses

Más allá de la moral, tabúes como el del incesto reflejan cómo la cultura traduce las advertencias de la naturaleza en reglas que sostienen la convivencia y la civilización.

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17
noviembre
2025

En el mito de Fedra, esposa de Teseo, la princesa cretense se enamora de su hijastro Hipólito. Rechazada por él, Fedra miente y lo acusa de violarla. El joven Hipólito muere injustamente y Fedra se suicida, incapaz de soportar la culpa.

No es la única historia en la mitología sobre el incesto, pero todas muestran una misma lección: el incesto conduce al desorden, ya no solo moral, sino casi a nivel cosmológico. En ese sentido, la mitología advierte de que el tabú sobre el incesto no es una mera prohibición arbitraria, sino una norma esencial que protege la armonía social y marca los límites del comportamiento humano.

Es posible que no exista ningún otro tabú que haya alcanzado un consenso tan universal como el del incesto. A lo largo de la historia y en distintas culturas, los límites sobre las relaciones sexuales entre familiares han variado según el grado de parentesco, pero en todos los casos han sido considerados, en mayor o menor medida, como socialmente inapropiados.

«La prohibición del incesto presenta, sin el menor equívoco y reunidos de modo indisoluble, los dos caracteres en los que reconocemos los atributos contradictorios de dos órdenes excluyentes: constituye una regla, pero la única regla social que posee, a la vez, un carácter de universalidad», defiende Claude Lévi-Strauss en Las estructuras elementales del parentesco.

La observación de animales permite deducir que la aversión al incesto es un imperativo biológico

El paleontólogo Juan Luis Arsuaga defiende que la observación de animales como los chimpancés permite deducir que la aversión al incesto es un imperativo biológico. Es decir, en este caso la norma sancionaría lo que ya la naturaleza había determinado.

En la misma línea habló Edvard Westermarck, que propuso la teoría de que las personas que conviven estrechamente en la infancia desarrollan una aversión sexual espontánea entre sí, conocida como el efecto Westermarck. Desde esta perspectiva, la prohibición del incesto no surge únicamente de la moral o de la ley, sino que se apoya en tendencias naturales. La cultura, entonces, no inventaría la prohibición, sino que formaliza y refuerza lo que la naturaleza ya ha dispuesto.

Para Sigmund Freud, en cambio, el deseo incestuoso está presente de manera natural en el ser humano, especialmente en los niños, hacia sus progenitores, y la cultura aparecía. Desde su perspectiva, el tabú aparecía como una manera de represión de la propia naturaleza, en vez de como una traducción de las dinámicas de la naturaleza a las normas sociales.

En cualquier caso, sí hay un cierto consenso en afirmar que el tabú sobre el incesto marca el paso de la naturaleza a la cultura.

El tabú se entiende como una norma necesaria que cumple con una función protectora

Para Lévi-Strauss, la prohibición del incesto «constituye el movimiento fundamental gracias al cual, pero sobre todo en el cual, se cumple el pasaje de la naturaleza a la cultura». Si bien lo que para Freud es un proceso interno de represión, para el filósofo francés es un proceso externo de organización social, ambos coinciden en que la cultura emerge al establecer límites sobre la naturaleza. Similar idea recoge Mary Douglas en su obra Pureza y Peligro cuando cita a Herbert Jenning Rose: «Acaso nada diferencia tan agudamente al salvaje del hombre civilizado como la circunstancia de que aquel obedece al tabú, y este no».

En este contexto, el tabú se entiende como una norma necesaria que cumple con una función protectora. Así, Mary Douglas desarrolla en su obra cómo los tabús ayudan a delimitar lo impuro de lo puro, lo vetado de lo permitido.

En última instancia, el mito de Fedra nos enseña que el tabú no es siempre un mero capricho. Algunos son pilares invisibles de la civilización, estructuras que sostienen familias, ciudades y sociedades. El castigo mítico no es solo moral, sino educativo y simbólico: protege la vida social y traduce la advertencia de la naturaleza en cultura. No todos los tabúes son malos. Algunos, como el que dramatiza Fedra, son los cimientos sobre los que se construye la humanidad.

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