ENTREVISTAS

«Hay que resguardar la educación de la querella política»

Fernando Savater recibe a Ethic en su luminoso y peculiar piso de Madrid para hablar sobre el Movimiento 15-M y sobre los problemas que asolan la educación en España.

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02
marzo
2012

El filósofo Fernando Savater recibe al equipo de Ethic en su luminoso y peculiar piso de Madrid para hablar sobre el Movimiento 15-M y sobre los problemas que asolan la educación en España. Pero, según avanza la conversación, aparecen otras cuestiones de interés que este célebre librepensador va desgranando con una lucidez y una clarividencia pasmantes: desde el papel de la banca en la era postcrisis hasta la inquietante llegada de Bildu a las instituciones democráticas.

¿Cuál es su reflexión en torno al Movimiento 15-M?

Que la gente, sobre todo la gente joven, se reúna a hablar y a discutir y descubra que esto es más divertido que quedarse en casa viendo la televisión es siempre bueno.¡Qué voy a decir! Un filósofo siempre está a favor del ágora y de la recuperación del ágora. Estos movimientos sirven para transformar a las personas que están allí. Mayo del 68 cambió a las personas que participamos en ello; fue una experiencia y un aprendizaje. Que en un país abúlico políticamente una serie de gente se comprometa y empiece a hablar y a discutir y enfrentarse a las dificultades de aclarar cosas y ponerlas en común me parece bien. Ahora, claro, el hecho de que cincuenta personas se reúnan a pensar juntas en la Puerta del Sol no obliga a que se les ocurra nada interesante. Las cosas que se han dicho unas son interesantes, otras no, otras son triviales, otras son buenos deseos que ni ellos ni nadie saben cómo hay que realizar… y otras son, directamente, majaderías. Por ejemplo, eso de “no nos representan”. ¿Cómo que no? El problema es precisamente que sí nos representan. Es como si te subes a un autobús y porque la cara del conductor no te gusta decides que no es el conductor del autobús. Sí es el conductor, aunque vaya borracho y no sepa conducir. El decir “no nos representan” revela que no entienden el fenómeno. Sí nos representan y ése es el problema. Toman y omiten decisiones en nuestro nombre. Por eso es importante elegir bien y revocar a los que lo hacen mal e incluso ofrecerse uno mismo para esos puestos si cree que lo puede hacer mejor. Eso de “no nos representan” es no querer aceptar la realidad; como si estás en la vía del tren y no quieres mirar cuando te va a atropellar. Por otro lado, lo de “democracia real”, bueno, la democracia en sí misma no resuelve los problemas, son los demócratas los que pueden hacer cosas. Una democracia real cuanto más real sea, más imperfecta será porque la realidad no es perfecta. La democracia refleja la realidad que existe, los intereses contrapuestos. El señor Botín tienes sus intereses y todos los que estaban en la Puerta del Sol, también. Estoy seguro que cada una de las partes piensa que sus intereses son los legítimos pero para eso está la democracia. No hay nadie que monopolice la bondad y la luz, ni la generosidad. Y sobre todo la democracia en sí misma no resuelve nada: hay que hacerla funcionar. Igual que a una lavadora hay que ponerle bien el centrifugado, la temperatura y hacerla funcionar. Esas ingenuidades se vienen repitiendo como cosas triunfales. Son cosas mal planteadas. La indignación está bien pero la reflexión no viene mal de vez en cuando. Pero lo que creo que es peor del movimiento son sus aduladores. El hecho de que de pronto haya surgido un coro de entusiastas que parecen decir “vemos la luz por fin, vamos a dar vueltas en torno a la Muralla de Jericó y caerán”. Todo eso es de una imbecilidad y, sobre todo, de un cinismo… El hecho de que algún veterano político socialista, después de colaborar a la quiebra del país desde la burocracia, ahora quiera asegurar su seguro personal desde la demagogia es francamente un poco preocupante. Y esa adulación de la juventud es, precisamente, la base de la mala educación. Un educador lo que jamás debe ser es un adulador porque todo lo que crece lo hace apoyándose en lo que le ofrece resistencia. Esa tendencia a decir qué razón tienen los jóvenes es parte de la mala educación que hay en el país. En definitiva, que haya movimientos está bien, que en España con cinco millones de parados hubiera habido menos movimientos de protesta que en otra parte de Europa resultaba extraño… Pero que a estas alturas, con Internet y las redes sociales, al final lo que se proponga sea una huelga general, que es como el hacha de sílex… Es algo que pasa mucho con Internet: la máxima sofisticación tecnológica al servicio de los movimientos más atávicos y elementales: el sexo, la maledicencia, la procreación sin pagar el trabajo ajeno… Es decir, las cosas más atávicas servidas con el máximo perifollo tecnológico. Y esto es lo mismo, después de tanto hablar y de tanta supuesta imaginación, lo que se les ocurre es una huelga general.

¿Cree que los problemas de España están ligados a nuestros déficits de educación?

Sí. Se ha perdido el sentido de para qué sirven las cosas. Ese infantilismo generalizado no es otra cosa que mala educación. La falta de educación infantiliza a las poblaciones y esto tiene sus consecuencias. Los países donde se vive mejor son aquellos donde los ciudadanos tienen mayor conciencia cívica. En un país como España, donde todavía hay una oposición cerril y clerical a la educación a la ciudadanía, cómo vas a pedir que la gente se comporte. Luego la gente va y pega a un parlamentario por ser parlamentario. Y en el fondo, aunque no queramos verlo, hay un problema de educación. Los políticos nunca se preocupan de esto porque el tiempo de la educación es el largo plazo. Si mañana se empezara a educar bien a la gente de este país, los efectos se verían dentro de 20 años, no pasado mañana. Y no hay político que piense las cosas a veinte años vista. Por eso hay que resguardar la educación de la querella política. La educación tiene que estar enfocada a la formación integral del ciudadano, no sólo a la puntuación del último informe Pisa. Finlandia obtiene unos resultados excelentes en el informe Pisa y en las últimas elecciones ha ganado el partido más xenófobo, es decir, la formación técnica es buena y la formación cívica mala. Eso pasaba también en l República de Weimar antes del nazismo. Era una generación muy bien preparada tecnológicamente pero muy mal preparada en lo cívico y en la convivencia.

En sólo unos meses los países más ricos destinaron 18 billones de dólares para salvar a los bancos, una cifra 120 veces mayor que a la que deberían aportar para alcanzar los Objetivos del Milenio. ¿Vivimos en un desorden ético de prioridades?

La ética, aparte de algo muy edificante para que conozcamos el sentido de nuestra libertad, es un conjunto de pautas prudenciales para la conducta. Después de la quiebra de grandes compañías por estos brokers demasiado audaces todos vimos que estos profesionales, al faltarles ética, se convertían en un peligro para la compañía. Esa expresión de los americanos de “ethics is good business” creo que es verdad. Una persona carente de ética, aparte de ser un problema para sí mismo, es un peligro en general. Ninguna institución funciona bien si los que están dentro no respetan las normas y abusan de la sociedad. Después de todo, la riqueza es social y, por tanto, siempre tiene que haber una conciencia y una responsabilidad social. Sin sociedad no hay riqueza. En el momento en el que se introducen unos elementos en las entidades financieras que actúan como si la sociedad no fuera con ellos,  como si ellos fueran unos depredadores que han caído sobre una manada de ovejas, se produce un peligro para el propio sistema en general. La crisis en buena medida se produce porque no han funcionado los mecanismos de salvaguarda que había contra esos abusos. Ahora nos encontramos con que nos dicen qué vamos a hacer, es decir, si les dejamos que se hundan, pasaría lo que en Argentina con el famoso corralito donde los que más perdieron al final fueron los ciudadanos. Estas ayudas para evitar un desplome del sistema me parecen bien, pero hay que tener claro que en cuanto se remonte la situación esos bancos han quedado obligados a socializar beneficios. A mí no me preocupa que ahora se invierta en el rescate de los que están mal, sino que cuando estén bien se les olvide su responsabilidad con el resto de la sociedad. Eso es lo que no se puede permitir. Les salvamos a ustedes pero ustedes quedan en deuda con los demás. Es decir, ahora están socializando ustedes las pérdidas pero van a socializar también las ganancias. La verdadera reforma económica no es salirnos del capitalismo ni abolir el dinero ni esas tonterías, sino exigir criterios de reciprocidad. Ahora no hay más remedio que ayudar para enjugar los fallos cometidos, pero que no se cometan esos fallos más y que quede claro que quedan comprometidos a devolver eso que les hemos dado.

Como destacado activista en la lucha contra el terrorismo de ETA y sus defensores, ¿qué cree que puede significar la presencia de Bildu en las instituciones democráticas?

Depende de que cómo se desarrollen las cosas. Es verdad que se ha rebajado mucho la exigencia para esta gente entrara en las instituciones. La malo de ellos no era sólo la violencia, sino el hecho de haber estado aceptando el terrorismo como algo bueno y positivo hasta anteayer. De pronto ahora dicen el terrorismo suspende su actividad pero nadie dice que ETA sea mala, lo que dicen es que ya no debe seguir luchando. ETA era mala porque se ha opuesto y se ha enfrentado a la democracia, porque ha matado a los demócratas, porque ha frenado el desarrollo del pluralismo político en el País Vasco… Que todo eso se haya olvidado es peligro, sobre todo de cara al futuro porque estábamos intentando luchar por la paz, que es educar para la aceptación de la democracia. Es decir, educar para la paz no es educar para Gandhi, es educar para los elecciones, para el parlamento, para los partidos, en definitiva, para las instituciones democráticas… Eso ahora se acabó. Vamos a tener actos de celebración de los gudaris vascos etarras, a los niños se les va a dar la impresión de que en el fondo los que lucharon contra ETA eran malos vascos y les dirán de alguna manera que aunque ETA cometió excesos eran los buenos de la película…En fin, todo eso es peligroso. Lo veo complicado, sobre todo si el resto de la sociedad no se enfrenta al asunto. Porque ahora lo que habría que hacer es salir más a la calle los no nacionalistas y estar más presentes en la defensa de España en el País Vasco. Eso es lo que habría que hacer y no vivir como tratando de dar gusto a los nacionalistas y a los ex terroristas. Si la violencia ya ha acabado y se ha visto que era intolerable que las personas no nacionalistas estuvieran perseguidas y amenazadas en el País Vasco ahora vamos a sacar provecho de ese no nacionalismo activo y militante en el País Vasco. Si en lugar de eso, lo que intentamos es jugar a un vasquismo que sea un nacionalismo pasado por agua será la victoria de los coactivos.

[Lee la entrevista completa en la edición en papel del número 2 Ethic]

 

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