«El miedo no puede ser una cosmovisión»
José María Fidalgo dibuja con su lenguaje un discurso contemporáneo, que transita con agilidad por los reversos de una realidad que necesita de la filosofía pero también de la praxis.
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COLABORA2013
José María Fidalgo (León,1948) dibuja con su lenguaje un discurso contemporáneo, que transita con agilidad por los reversos de una realidad que necesita de la filosofía pero también de la praxis. En esta entrevista, quien fuera líder de Comisiones Obreras entre los años 2000 y 2008 nos ofrece su visión sobre un mundo apostado en la antesala del cambio social.
¿Qué fortalezas observas en nuestra sociedad para salir adelante y mirar el futuro con optimismo?
Caracterizar a una sociedad es complicado. Una característica de la sociedad española -que puede ser una fortaleza o una debilidad- es que somos hijos cambiantes. Igual que pasamos diez años gloriosos, ahora estamos hundidos en una fase muy depresiva. Pero en las fases expansivas, somos muy expansivos. Cuando nos dejan funcionar, sin medios de comunicación que nos metan en la maraña, somos muy capaces de hacer. Cuando nos dejan, somos capaces de poner de acuerdo a la gente, generamos colectividad. Tenemos capacidad de ser creativos, de solucionar conflictos bastante imaginativos. Pero estas fortalezas en este momento están bastante abandonadas, hay un clima muy depresivo, muy de caída, y los discursos son muy flojos porque tenemos muchos flancos débiles. Somos gentes que miramos hacia el piso de arriba, delegamos en los de arriba, o en los de abajo si uno hace de jefe. Si pasamos al ámbito de la economía, sí que es verdad que con cuatro tabiques se han construido empresas que se han mantenido, pero eso se ha protegido poco. Ha habido poca inteligencia en la administración de la economía. Hay gente que empezó hace 25 años con 5 personas y hoy son 800. Es cuestión de ambición: empezaron con cuatro cosillas y 25 años después son 800… La fortaleza no ha estado presente en los poderes, tenemos unos poderes muy ancianos y conservadores que no le dan a la imaginación. No se ocupan de estas cosas, solo les interesa el futuro inmediato. Pero esas fortalezas existen. Los poderes políticos en España han degenerado y envejecido. Aunque sean más jóvenes físicamente, son más viejos mentalmente que los anteriores. La crisis del sistema viene de una degeneración prematura de los portadores de esos poderes. Tienen todas las cualidades negativas necesarias para no ser capaces de tirar de las virtudes. Son demagogos y sectarios. Hay unos tabiques por medio, a los poderes no les gusta la comunicación horizontal entre la gente, prefieren que miremos hacia arriba la imagen que proyectan.
En este contexto que has definido, ¿crees que necesitamos una reformulación del contrato social?
El contrato social es un contrato implícito, no hablo de negociaciones formalizadas ni reglas del juego, es un contrato cuyo ejemplo ha sido la supervivencia de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. No solo hay que buscar la reconstrucción de Europa, hay convertir las empresas en ámbitos de cooperación. Este es el ejemplo de Alemania y Francia. Creo que ese contrato se puede revalidar siempre que se sepa que la mesa ha cambiado Lo primero es la voluntad; si no tiramos todos, hay gente que se queda fuera, y estos no pueden solo recibir daños si no que también los pueden producir. Esto es lo que decía Confucio; qué fácil es ser rico y generoso y qué difícil es ser pobre y no resentido. Lo que no se puede tener es en el piso de arriba una exhibición de poderío y de alegrías y desmadres, y en el piso de abajo, la ira. El pacto social es necesario siempre. La condición humana es social. Ahora hace falta esa moral y ese acuerdo. Ahora el mundo ha cambiado, la economía no es la de la posguerra, y la gente tampoco. El capital humano ya no es el mismo. Es posible en términos de gobernanza, de austeridad, de ajuste fiscal, de sostenimiento de sistemas de contención social.. Ahí lo que no hay es voluntad, posiblemente porque los agentes del acuerdo se sienten fuera del campo, y eso es por miedo. Evidentemente, el miedo no puede ser una visión del mundo. Es humano, la incertidumbre asusta, pero tú no puedes construir con el miedo una visión del mundo, porque entonces dejamos de circular, de ser libres. Y ahora abunda el miedo. Las instituciones que eran el soporte del contrato social también han cambiado ¿Cuáles eran? La llamada clase obrera nacional, que ha desaparecido como nacional y como obrera. El pacto propició esa desaparición. Ahora es la llamada clase obrera. Mejor, somos más. El capital nacional tampoco existe. El pacto tiene que ser con unos agentes que miren mucho para fuera, que también estén fuera pero que también intenten regar un huerto que sigue siendo pequeño. Falta voluntad, porque hablamos de élites jóvenes envejecidas. Es un asunto que requerirá la aparición de otros agentes o la desaparición de los actuales. Es muy importante ser un agente del pacto social, es ser un gobierno en la sombra. Los agentes actuales están desaparecidos.
Tuviste la oportunidad de dirigir el sindicato más importante de España. Desde esa experiencia, ¿cómo ves el marco de relaciones laborales?
Como todo, bailante, sin pistas de estabilizarse, pero no solo porque la economía requiera flexibilidad, si no porque una cosa es flexibilidad y otra, la cooperación. Una empresa en la que la gente no se esfuerce en ser mejor que la de al lado, o una plantilla que no se esfuerce en formarse para seguir progresando… Como no cooperen, fracasa. Es una mezcla de cooperación y competencia lo que hay que buscar. Parece como si no se quisiese asumir. Ese aprendizaje no se ha querido hacer y ahora hay mucha gente pintando la mona. Para mí fue una fortuna estar donde estuve porque aprendí mucho y porque recibí más de lo que di. Para ejercer, hay que jugar el balón, no puedes quedarte el banquillo y dejar que jueguen otros. Falta vocación de jugadores. Europa está en riesgo por la falta de valentía, asertividad y ambición. Igual que el pescado se pudre por la cabeza, la sociedad se pudre por el lenguaje. La incertidumbre asusta, pero otras generaciones lo pasaron peor, no tenían nada, entonces ¿por qué este encogimiento? Posiblemente porque no se ha educado a los que van a subir al escenario, enseñándoles a valorar la valentía, el arrojo y la valentía de ser vanguardia creativa. Tenemos el riesgo de haber educado gente asocial, gente burbuja. Porque antes no había miedo, y por eso hemos llegado hasta donde estamos en nuestra empresa. Eso está en la condición humana, hay que ganarse el suelo. Al final las cosas salen bien, porque la condición humana ha salido de cosas mucho peores.
La globalización está cambiando las reglas del juego ¿estamos preparados?
Que ahora alguien en una pequeña aldea Vietnam sepa lo que está pasando en Nueva York es algo que nunca había pasado. Eso es la globalización. Pero también es algo malo, cuando entras a un sitio y no hay relaciones colectivas estipuladas y no hay responsabilidad social de las empresas, allí machacan a la gente. Pero eso produce que la gente se agrupe y experimente la asociación. Esto siempre ha sido así. Los emergentes ahora, hace 20 años eran considerados subdesarrollados. Unos porque tienen materias primas y otros porque tienen mucha gente, y van a ser la mitad del mundo, y nos van a enseñar. ¿La huelga es buena? No, supongo que es mala, especialmente para los que la hacen. Pero es un preaviso. Quien quiera mirar al futuro, lo puede ver, quien no quiera mirar, no ve nada, más que lo de ella misma. Nosotros somos un país muy cerrado, en términos culturales, económicos, en términos sociales, en términos políticos, nos miramos mucho hacia dentro, y la gente no sale fuera. Insisto, el miedo no es una cosmovisión. Una cosmovisión mira a la realidad, si no, es falsa. El miedo es una emoción temerosa y negativa, y nos estamos dejando dominar por el miedo. La generación que está debutando ahora tiene que perder el miedo.
En este contexto, ¿qué papel juegan las empresas? ¿Cómo valoras la acción de la responsabilidad social de las empresas?
Las empresas son las que organizan la vida. Una empresa decide el futuro de un territorio más que el alcalde. La empresa es el agente más importante de articulación social que hay en este momento. Y en general, se puede decir que la política no lo reconoce. Esto debe ser un intento de las empresas de socializarse o de no perder pie en la sociedad. Las empresas que utilizan la RSE como ventaja son las que mejor van. Es un intento de no desocializar el capital. El capital no puede vivir en el aire, tiene que pisar tierra. Cuando no pisa tierra, pasa lo que ha pasado con las burbujas, y los productos tóxicos. El contravalor es la producción de bienes y de servicios. A la sociedad hay que remunerarla. La RSE es un discurso de contrato social. Es un contracto pragmático, una manera de ejecutar el contrato social.
Hemos hablado de las empresas y del papel que tienen en la articulación de la sociedad. Otro de los debates que está en el aire es el debate en lo público y lo privado. ¿Cuál es tu opinión?
Mi opinión es que el capitalismo castizo es un vicio. Es importante que se estudie la empresa como hecho social para saber de qué hablamos. Eso no se estudia en ningún sitio. El mundo no está adaptado a las necesidades actuales. Son sociedades muy estandarizadas, somos sociedades cerradas. Se ve por franjas de renta, por profesiones… La empresa no puede protestar de la cualificación de la mano de obra con el abandono escolar que hay. La formación tiene que ver con la responsabilidad de las empresas y con la responsabilidad de la sociedad civil, que tampoco existe. Hay mucho que trabajar. Creo que empresas potentes tienen que coger el volante en cosas de estas y cambiar el orden. La empresa tiene que explicar el mundo. Debe transmitir algo y los ciudadanos deben aumentar su exigencia hacia ellas. Las empresas no son más importantes por tener un poco más de cuenta de resultados o un poco menos. Deben ser más sostenibles y liderar a la sociedad.
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