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Historia del calendario

El día en que empezamos a contar el tiempo

El calendario más antiguo encontrado es del año 8.000 a.C. ¿Cómo nació esta medición temporal desde las antiguas civilizaciones?

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06
octubre
2025

La vida se pasa en eventos marcados en el calendario. Está la vuelta al cole y el retorno (más simbólico) a la normalidad tras el relax del verano. Está la sucesión de fechas festivas que se convierten en el motor económico del cierre del año: el importado Halloween, el ya normalizado Black Friday y la Navidad. Y luego, la temida cuesta de enero. Pero, ¿cómo se ha asentado el calendario? Las sociedades llevan miles de años intentando marcar el paso de los años, buscando medir el tiempo.

En 2013, un equipo de especialistas de la Universidad de Birmingham comunicó al mundo un hallazgo excepcional. En las tierras del castillo de Crathes, en Aberdeenshire (Escocia), había unos hoyos un tanto misteriosos. En realidad, no eran unos agujeros cualesquiera, sino un sistema para medir el paso del tiempo. Como explicaba entonces a los medios Vince Gaffney, profesor de arqueología en la Universidad de Birmingham y líder del equipo, lo que habían descubierto «sugiere que las sociedades de cazadores-recolectores en Escocia tenían tanto la necesidad como la sofisticación para seguir el tiempo a lo largo de los años».

Los hoyos formaban parte de un sistema que permitía, gracias a unas piedras, seguir los cambios de las estaciones. Aquel es el calendario conocido más antiguo del mundo: del año 8.000 a.C., «casi 5.000 años antes de los calendarios conocidos en Oriente».

Tanto sumerios como babilonios tenían calendarios que seguían a la luna y el sol para marcar el paso del tiempo. Los sumerios crearon el calendario de 12 meses. No eran 12 meses perfectos, ya que su base estaba en los ciclos lunares y eso producía un desfase con respecto al año solar. Cada cuatro años, los sumerios se daban un mes extra para compensar.

El calendario egipcio marcó los 365 días que contamos hoy

El calendario egipcio fue el que empezó a seguir el sol y también el que introdujo una novedad fundamental, la de los 365 días. En Egipto, los años ya tenían 12 meses, aunque todos eran regulares y con 30 días (les sobraban así 5 días al año, que eran festivos).

Los calendarios llegaron hasta el presente a través de los romanos, aunque su medición del tiempo contaba con 10 meses y 304 días. Su calendario fue evolucionando y se mantuvo hasta el siglo XVI, cuando se descubrió que se había acumulado un desfase temporal. El calendario gregoriano lo arregló, saltando 10 días que no se vivieron. Esa es la cuenta temporal en la que ahora vivimos.

Por supuesto, estos no fueron los únicos calendarios existentes. Los mayas tenían el suyo propio, con 365 días y ciclos de 52 años.

Además, medir el tiempo no solo implica establecer meses y años, sino igualmente días, horas y hasta semanas. La semana tiene ahora 7 días, aunque no siempre fue así. Los romanos usaron intervalos de 8 y 9 días para fijar días de mercado, los egipcios contaban cada 10, las sociedades de África occidental tenían semanas de 4 días y en el Asia central se usaban bloques de 5. También lo hacían así los asirios. En Babilonia ya se contaba en 7 días porque este era un número sagrado.

La Britannica estima que si hoy tenemos una semana de 7 días fue, quizás, por las fases de la luna y porque Roma acabó integrando la cuenta de la semana de 7 días de la cultura judía, que es también la que asimiló la tradición cristiana.

Los días empiezan y acaban, aunque hasta 1925 empezaban y acababan al mediodía para las mediciones de los astrónomos y no a medianoche. Ya tenían, eso sí, 24 horas (cada una de 60 minutos) desde los tiempos de la antigua Babilonia.

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