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Cultura

Grandes crímenes de la mitología griega

La mitología griega está llena de personajes cuyas historias nos ayudan a comprender mejor nuestro imaginario colectivo y a reflexionar sobre dilemas éticos que aún nos interpelan.

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09
diciembre
2024

Personajes como Medea, Clitemnestra, Medusa o las hermanas Procne y Filomela son solo algunos ejemplos de cómo, en la mitología griega, mortales y divinidades transitan entre tragedias desgarradoras. Sus historias exaltan las emociones más intensas que acaban desembocando en actos de violencia extrema que desestructuran familias y reconfiguran las normas sociales. ¿Cómo se estructuran las relaciones en estas tragedias? ¿Qué elementos persisten en relatos más contemporáneos? ¿Cómo podemos reinterpretarlas desde nuestra perspectiva actual?

En estas historias, la representación de lo masculino y lo femenino tiene espacios muy diferenciados y contradictorios. Para la filósofa feminista Ana de Miguel, los relatos clásicos «se revelan como una auténtica escuela de lo que es una mujer y lo que se puede hacer con ella, lo que de hecho se hace con ella. Zeus, ese dios campechano y benefactor es, en realidad, un dios violador. Son innumerables las diosas, ninfas o mujeres mortales a las que ha poseído por la fuerza, el rapto y el engaño».

Lo femenino se representa en el centro de los grandes crímenes de la mitología clásica

Aunque las figuras femeninas de la mitología no siempre se presentan como víctimas pasivas y muchas de ellas son poderosas y desafían las normas establecidas, rasgos como la belleza serán interpretados como un arma peligrosa capaz de provocar grandes tragedias. Así, lo femenino se representa en el centro de los grandes crímenes de la mitología clásica, construyendo dicotomías y arquetipos que van desde la buena mujer, pasiva y abnegada, a la mujer fatal, misteriosa y vengativa.

Medea, la hechicera vengativa

Medea, hija del rey Eetes y nieta de Helios, creció en Cólquida, una tierra misteriosa y gobernada por leyes primitivas. Cuando los argonautas llegaron a Cólquide para vencer a un dragón y recuperar el vellocino de oro, Medea se enamoró de su líder, Jasón, tras ser flechada por Eros. Medea ayudó a Jasón a cumplir su objetivo mediante magia e, incluso, mato a su hermano Apsirto para facilitar su huida. A pesar de sus sacrificios, Jasón la abandonó para casarse con Glauca, lo que desató la ira de Medea. Como venganza, Medea no solo mató a Glauca, sino también a sus propios hijos.

Para Mireia Movellán Luis, historiadora y filóloga clásica, Medea representa la alteridad en la Grecia clásica: una mujer, extranjera y poderosa que rompe con las expectativas sociales. Esta autora, que analiza la figura de Medea como femme fatale, explica que, en las tragedias de Eurípides, «las mujeres, como Medea o Fedra, son fuertes y están decididas a llegar hasta el final con sus argumentos y la mayoría de las veces las encontramos enfrentadas a hom­bres débiles, dubitativos y traicioneros».

La venganza de Procne y Filomela

Cuando Procne pide a su marido Tereo, rey de Tracia, que permita ver a su hermana Filomela, este viaja a Atenas para buscarla. Tereo viola a Filomela repetidamente durante el trayecto de regreso. Ante la amenaza de Filomela de revelar el crimen, Tereo le corta la lengua y la encierra, mintiendo a Procne sobre su supuesta muerte. Incapaz de hablar, Filomela borda su historia en un tejido y lo envía a su hermana. Procne, al descubrir la verdad, la libera y juntas llevan a cabo una cruel venganza: asesinan a Itis, hijo de Procne y Tereo, lo cocinan y se lo sirven al propio Tereo. Tras el macabro banquete, Tereo, al descubrirlo, intenta matarlas, pero los dioses intervienen y transforman a los tres en aves: Procne en ruiseñor, Filomela en golondrina y Tereo en abubilla.

Más allá del brutal asesinato, Amparo Pedregal, historiadora y filósofa, explica que la historia de las hermanas Procne y Filomela «encierra la evidencia de que el acceso de las mujeres a la educación y al conocimiento [como el bordado en este caso] es el primer paso para desarticular las estructuras sociales del orden patriarcal y su imposición por la fuerza».

Clitemnestra y el asesinato del rey Agamenón

Clitemnestra, reina de Micenas, sufrió una herida irreparable cuando su esposo, Agamenón, sacrificó a su hija Ifigenia para obtener vientos favorables hacia Troya. Este acto marcó el inicio de su resentimiento y, cuando Agamenón regresó de la guerra con Casandra como botín, Clitemnestra, junto a su amante Egisto, lo asesinó brutalmente.

Sin embargo, su historia no terminó ahí: sus hijos, Electra y Orestes, vengaron la muerte de su padre asesinándolos a ella y a Egisto. Clitemnestra encarna tanto la ira materna como el desafío a la sociedad patriarcal, pero su castigo evidencia cómo los relatos mitológicos tienden a reforzar las normas tradicionales, incluso cuando presentan mujeres poderosas.

Medusa o la belleza maldita

Medusa, hija de Forcis y Ceto y la única humana entre las tres hermanas Gorgonas, era una joven de gran belleza cuando decidió convertirse en sacerdotisa de Atenea. Su voto de castidad fue quebrado por Poseidón cuando este la violó en el templo de la diosa. Atenea, indignada por la profanación de su templo, en lugar de castigar a Poseidón, transformó a Medusa en un monstruo con serpientes por cabellos y una mirada que convertía en piedra a quien la mirara. Con ayuda de Atenea y Hermes, Perseo la decapitó utilizando un escudo como espejo. De su sangre, nacieron Pegaso y Crisaor, hijos de Poseidón.

A pesar de ser una víctima, la cabeza de Medusa se asoció al miedo y al mal

A pesar de ser una víctima, primero, de una violación y, después, de un asesinato, la cabeza de Medusa se asoció al miedo y al mal. En la actualidad, su historia ha sido reinterpretada como un símbolo de resistencia frente a la violencia contra las mujeres. Y es que, aún hoy, seguimos siendo testigos de cómo las víctimas de violencia son culpabilizadas o invisibilizadas, perpetuando patrones que resuenan desde la Antigüedad.

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