15 años en el camino (circular)
¿En qué punto nos encontramos después de años de rodaje hacia una economía circular? Esa fue la pregunta que sobrevoló el debate organizado por Signus y Ethic, donde se analizaron algunas de las claves para transitar hacia un modelo de producción y consumo más sostenible.
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La invención de la rueda, moldeada a partir de la idea del círculo perfecto, cambió para siempre nuestra forma de conectarnos. Y no solo porque nos permitía desplazarnos o hacer girar mecanismos como los de los molinos, sino porque su sentido universal de circularidad se ha convertido con el paso de los años en símbolo de eternidad, del fin de un ciclo y el inicio de una segunda vida. Una dinámica que se encuentra detrás de prácticas como el reciclaje, que busca perpetuar la vida de los residuos para garantizar la supervivencia del planeta y de quienes vivimos en él.
Sin embargo, en la actualidad, todavía quedan circunferencias por cerrar. El tiempo apremia: hace décadas que la comunidad científica alerta de que, o hacemos un viraje de 180 grados respecto a nuestras formas de producir y consumir –respetando los límites de la naturaleza–, o deberemos asumir nuestra fecha de caducidad. En este aspecto, la gestión de los residuos se antoja un pilar fundamental para construir un paradigma más respetuoso con el medio ambiente.
«La gestión de residuos no solo es recolección; también consiste en encontrar la manera de transformar los residuos en recursos, y esa es nuestra gran misión». Con estas palabras, Gabriel Leal, presidente de Signus, abría el debate 15 años de rodaje hacia la economía circular, un encuentro organizado por Signus en colaboración con Ethic, celebrado en el espacio de coworking TRIPLE.
«Tendrá que haber un camino», recitaba el cantaor Enrique Morente. La cita la rescata Pablo Blázquez, fundador y director de Ethic, que subraya la necesidad de encontrar el sendero que nos lleve a la reconciliación entre la economía y la salud del planeta. Un recorrido en el que las buenas intenciones deben transformarse en acciones concretas.
Primera vuelta: la ley
Qué hacer con los residuos una vez recolectados es una de las primeras cuestiones que pone sobre la mesa Gabriel Leal. Cada año, su organización se hace cargo de miles de toneladas de neumáticos para evitar que estos terminen en los océanos. Sin ir más lejos, el año pasado recolectaron más de 200.000 piezas. Sin embargo, su preocupación principal es qué hacer con las cantidades masivas de caucho vulcanizado, un material al que, en comparación con el plástico, es mucho más complicado encontrarle una segunda vida.
Aun así, la Memoria Anual de 2020 de Signus Ecovalor recoge que, ese año, el 12% de las 15.228 toneladas que se recogieron fue convertido en neumáticos de segundo uso o recauchutados. Unos datos que reflejan que actuar es posible; solo hace falta, según recordó Leal, un plan estratégico que se adapte a la realidad de cada país. «Hay mucha legislación y muy poco control. Necesitamos menos legislación y más control», zanja Leal.
Gabriel Leal (Signus): «Estamos en la prehistoria de la economía circular»
En este sentido, Cristina Aparicio, directora general de Economía Circular de la Comunidad de Madrid, sostiene que las principales líneas de actuación de la Administración ya giran en torno a la colaboración con los municipios, las alianzas público-privadas, la creación de un marco legislativo estable, la gestión del agua y el I+D. «La transición suena fácil, pero está lejos de serlo», recuerda.
Pero ¿en qué punto de la transformación nos encontramos? Leal lo tiene claro: «Estamos en la prehistoria de la economía circular. Ya no hay suficientes materias primas, ni hay suficiente espacio forestal para extraer el caucho necesario para la fabricación de neumáticos». Una realidad que, a su juicio, requiere de una mayor rapidez en las actuaciones. «Además de legislar, las administraciones deben de impulsar y dar el ejemplo. Si no lo hacen, tardaremos una barbaridad en alcanzar los objetivos», señala.
Irene Díaz (Ecoalf): «Tenemos ropa suficiente como para vestir tres veces al mundo»
Por su parte, José Luis Rodríguez, director de la Agrupación de Fabricantes de Neumáticos (Afane) puso el foco sobre otro de los graves problemas técnicos relacionados con el reciclaje de neumáticos: la falta de normativas homologables y equiparables respecto a la producción. «Sería fundamental que los requisitos que tenemos en Europa para fabricar un neumático fuesen los mismos en Asia, en Sudamérica o en África. Si no, al final, estamos poniendo diferencias importantes en cuanto a la competitividad». Una opinión con la que coincide Aparicio, que recordó que ese conflicto no es solo internacional, sino que también se da entre comunidades autónomas.
«Yo hablaré a favor de las empresas como punta de lanza del cambio hacia la circularidad del neumático y del sector textil», lanzó Irene Díez, directora de la Fundación Ecoalf, que adujo no confiar en una diplomacia que establezca los criterios sobre cómo se deben producir neumáticos o ropa. «Confío más en empresas responsables que apliquen los mismos criterios cuando producen en Portugal que cuando lo hacen en Asia. Confío más en el poder de esas empresas y en la presión ciudadana, que en la capacidad de los países de ponerse de acuerdo en cuanto a las normativas de producción», añadió.
Segunda vuelta: alargar la vida de los productos
¿Y si en vez de comprar más productos hechos a partir de materiales reutilizables fuésemos capaces de alargar la vida de los productos? Esa es una de las claves para Díez, que invitó a reflexionar sobre el consumo masivo de ropa. «Si el número de prendas compradas cada año sigue in crescendo, no veremos una disminución en la cantidad de ropa que sigue llegando a los océanos o a los inmensos basurales a cielo abierto, como el de Atacama, en Chile», subrayó. Y recordó una conversación con unos colegas suyos ubicados en Polonia, a propósito del éxodo causado por el conflicto bélico en Ucrania, en la que le dijeron claramente: «Ropa no». Según aclaró Díez, salvo prendas de uso inmediato o de abrigo para los días más duros del invierno, en los refugios polacos no necesitan más ropa de segundo uso, ya que su gestión ha acabado por convertirse en un problema.
La producción textil en el mundo es ingente. De hecho, según los datos de la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil, al año se generan 92 millones de toneladas de residuos, de los cuales cerca del 80% terminan quemándose o en muladares. De no tomar cartas en el asunto, se espera que para 2050 la industria será responsable del 25% de la emisión de gases de efecto invernadero. «Tenemos mucha ropa; suficiente como para vestir tres veces al mundo», advirtió la experta.
Tercera vuelta: Los aceleradores de la sostenibilidad
Tras las vulnerabilidades expuestas con la pandemia y con la actual crisis de suministros provocada por la guerra en Ucrania, hay quien apunta a que la transición ecológica podría acelerarse. Para Aparicio representa, al menos, un punto de inflexión en nuestras formas de consumir y producir: «Si algo ha quedado claro, es que no todo puede venir desde una distancia de 10.000 kilómetros, por lo que un modelo de economía sostenible y circular es cada vez más necesario».
Coincide con ella Díaz, que explica que la filosofía de Ecoalf se ha basado en producir cada vez más en España. «Los confinamientos en China han afectado a la producción, pero ya veníamos haciendo una tirada más cercana, en Portugal, sobre todo con el tema del algodón. La clave es evitar los problemas de desabastecimiento», señala.
Cristina Aparicio (Comunidad de Madrid): «La transición suena fácil, pero está lejos de serlo»
«Es obvio que no podemos tener una fábrica de todo en todos los lugares de España, pero sí creo que situaciones como las guerras o las pandemias nos orillan hacia el replanteamiento de muchos modelos», apuntó por su parte el director de Afane, que confiesa que el conflicto en Ucrania ha afectado mucho al sector del neumático en España por los paros en la producción de materiales procedentes de allí.
Sobre casos concretos de cómo las empresas pueden impulsar el cambio hacia la circularidad, Leal pone el ejemplo del alquiler de servicios fijos como el del teléfono móvil. «Algunas empresas ya tienen proyectos basados en una cuota fija mensual por el servicio de telefonía y por el cambio del móvil, sin coste adicional, cada cierto tiempo. La empresa recoge el teléfono antiguo y eso facilitará mucho el reciclaje», detalla.
Última vuelta: ¿hacia dónde vamos?
Los ponentes coinciden en que los tres actores fundamentales para el cambio son las administraciones, la sociedad civil y las empresas, por lo que, sin una cooperación entre ellas, difícilmente culminará la transición hacia una economía circular. «Ahora mismo estamos empezando la casa por el tejado», defiende Díez, para quien estamos demasiado concentrados en la última parte de todo el proceso de gestión; es decir, en el reciclaje. «El reciclaje es muy importante, pero nos estamos perdiendo en todo lo anterior: alargar la vida útil de los productos. Estamos perdiendo mucho tiempo», sostiene.
José Luis Rodríguez (Afane): «Las guerras o las pandemias nos orillan hacia el replanteamiento de los modelos de producción»
En la misma línea apunta Leal, que recuerda que «hace falta tomar en cuenta los intereses económicos de las industrias». Así, el director general de Signus incide en la importancia de la legislación, que no evita las diferencias entre las comunidades autónomas, los países y las regiones. «Los medios no son los mismos ni teórica ni prácticamente. No existe la suficiente coordinación entre las administraciones y, al final, volveremos a que cada quien legisle por su parte», advierte. «En España tendemos a ser negativos y a compararnos con otros países, pero cuando tenemos las cosas claras somos capaces de correr más que el resto. Veo esperanza y creo que se generará más empleo verde en los próximos años. Solo hay que ser más pragmáticos que dogmáticos», espetó Aparicio.
Rodríguez apostó por el aprovechamiento de las nuevas tecnologías y la digitalización como una pieza clave para el mejoramiento de los productos. Y concluye: «A mí me enseñaron que para mejorar un producto primero hay que conocerlo. Los fabricantes de componentes sabemos que podemos generar mucha información sobre cómo está funcionando nuestro producto y eso nos va a permitir actuar sobre nuestros productos. Así podremos alargar su vida y modificar los materiales».
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