Personalización educativa: claves y oportunidades en tiempo de la IA
No existe un consenso generalizado sobre las ventajas y desventajas de la personalización de la educación, y más bien se tiende a aceptarla o rechazarla desde visiones que podrían pecar de cierto grado de fundamentalismo o dogmatismo.
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Los debates y los desarrollos educativos actuales están crecientemente permeados por la aspiración de personalizar la atención a los individuos/alumnos, bajo el pensamiento de que cada uno de ellos requiere de un traje a medida de sus expectativas, motivaciones, necesidades y capacidades. No existe un consenso generalizado sobre las ventajas y desventajas de la personalización de la educación, y más bien se tiende a aceptarla o rechazarla desde visiones que podrían pecar de cierto grado de fundamentalismo o dogmatismo.
Podemos partir de la presunción que la personalización puede entenderse como una de las principales vías para que cada alumno pueda aprender con apoyo de una propuesta adaptada a su perfil, y de un educador referente que facilita dicha adaptación. Más aun, se tiende a atribuirle a la personalización la capacidad de remover barreras a los aprendizajes, y de involucrar efectivamente a los alumnos con los procesos y resultados de los aprendizajes.
Nos parece necesario hurgar en la noción de personalización y sus implicaciones desde tres perspectivas interconectadas. Esto es: la personalización como alternativa a la homogeneidad e indiferenciación, la personalización entendida como apreciación de las personas en su singularidad y la personalización como estrategia pedagógica que incentiva el protagonismo del alumno.
En primer lugar, la personalización implica interpelar la relevancia de propuestas educativas asentadas en la noción de un perfil de alumno artificialmente homogéneo que no repara en las diversidades de estos, y que no jerarquiza a las aulas como espacios colectivos de aprendizajes entre pares. Asimismo, se presupone que las respuestas a las expectativas y necesidades de cada alumno pueden determinarse a partir de su adscripción a grupos o categorías bajo los rótulos, por ejemplo, de necesidades educativas especiales (NEE) o de centros educativos carenciados o desventajados.
En segundo lugar, relacionado con lo anterior, el punto de partida de la personalización de la educación estriba en reconocer la singularidad de cada persona, es decir, entender su apreciación como un todo indivisible y una realidad irreductible que no puede entenderse haciendo abstracción de sus contextos y circunstancias de vida, así como de sus aspiraciones, necesidades y vivencias que les son propias. La personalización solo podría concebirse y hacerse efectiva a partir de una comprensión de la persona orientada a apuntalar sus expectativas, necesidades y procesos de aprendizaje.
Tomando como referencia el enfoque sobre la personalización desde una perspectiva filosófica desarrollado por un referente histórico español en el campo pedagógico, García Hoz, los académicos españoles Pérez Guerrero y Ahedo Ruiz argumentan que la personalización educativa se basa en las interacciones trabadas entre alumnos y educadores. Esto implica: 1) la apreciación de la singularidad de la persona–alumno como un fin en sí mismo y autonomía de pensamiento en desarrollar su propio proyecto de vida; 2) generar ambientes acogedores que faciliten el encuentro personal entre educadores y alumnos permeados por un estilo educativo singular y convivencial.
El punto de partida de la personalización de la educación estriba en reconocer la singularidad de cada persona
La personalización educativa parte pues del carácter ineludible de las relaciones persona a persona en todo acto educativo. La persona viene a ser el ADN de la personalización educativa que da sentido e integra la voluntad, los valores, las actitudes, las emociones, los conocimientos y las capacidades de cada persona inmersa en sus contextos y circunstancias de vida.
En tercer lugar, la personalización educativa puede convertirse en una estrategia pedagógica potente de apoyo a los aprendizajes de cada alumno–persona. Se sustenta en metodologías activas de enseñanza y de aprendizaje donde el alumno es protagonista y responsable de sus aprendizajes, ya que guardan conexión con sus aspiraciones y proyectos de vida. Los aprendizajes se anclan en los significados que tienen para las personas.
Llegados a este punto, cabría preguntarse sobre el rol de la inteligencia artificial generativa (IAG) en estimular el rol activo del alumno. Tal como argumenta Hugo Labate, experto internacional en currículum, quizás habría que plantearse transitar, desde una noción estrecha de personalización donde la autoridad está en manos de otros y no del alumno, a una customización que implicaría mayores grados de libertad y de control por el alumno en moldear su experiencia de aprendizaje.
En gran medida, una idea acotada de la personalización no tendría en cuenta la voluntad y la motivación del alumno de modificar lo que la IAG le plantea si todo es dado «en bandeja», a partir de un menú que se basa en las preferencias y características que se identifican desde los propios datos de los usuarios, y con estrechos márgenes para que él mismo pueda elegir.
La IA no impacta ipso facto en las oportunidades y procesos de aprendizaje, sino que en gran medida está mediada por la robustez de las intervenciones curriculares, pedagógicas y docentes que le confieren sentido y dirección. Esencialmente se trata de promover la libertad del alumno y su rol activo en entender y apropiarse de la IA en apoyo a sus procesos de aprendizaje.
Resulta plausible que la IAG fortalezca la personalización de la educación, de los aprendizajes y la evaluación, ya sea ayudando por separado a educadores y alumnos, o bien en las interacciones entre ellos. Como señala Stuart Russel, profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad de California, la IA tiene el enorme potencial de brindar una educación personalizada y de alta calidad en escala masiva que no es posible para el ser humano sin apoyo. Sin embargo, hay que señalar que saber hacer uso de este potencial requiere tener claridad en los propósitos que persigue la educación y alinear la IA a estos principios de cara a fortalecer la personalización educativa.
En síntesis, la integración de las tres perspectivas complementarias sobre la personalización que hemos revisado puede ser una gran ayuda para visibilizar y apreciar la diversidad de los educadores y los alumnos como fuente fundamental de más y mejores enseñanzas y aprendizajes.
Renato Opertti es presidente del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
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