Educación

Cinco casos de innovación para entender el futuro de la educación

Cada día surgen nuevos métodos educativos orientados a salvar problemáticas que afectan a numerosos alumnos y fomentar su desarrollo con vistas a reforzar el tejido social y lograr un entorno natural sano.

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Tyler Hewitt
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17
agosto
2023

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Tyler Hewitt

Pasar las vacaciones a borde de un crucero es, hoy, un lujo accesible. En ocasiones, se trata de la única oportunidad que tienen muchos niños de viajar en barco, acompañando a sus progenitores durante los períodos vacacionales. Muchos escolares conocen a edad temprana, por tanto, la experiencia de surcar las aguas. Entre ellos están los más de 88.000 alumnos bangladesíes de la escuela Sidhulai. Pero su tiempo a bordo no es de ocio, sino de educación, y no viajan en crucero.

Bangladesh, debido a las continuas inundaciones que sufre y al hecho de estar ubicado en pleno delta del Ganges, no puede atender la correcta escolarización de casi un millón de niños cuando llega la época de lluvias. Esta dramática situación hizo que Mohammed Rezwan crease Shidhulai, una organización sin ánimo de lucro que puso en funcionamiento botes que operan como escuelas flotantes, recogiendo a los niños afectados por las inundaciones en sus propias casas e impartiendo, en el interior de los botes, clases de educación primaria.

En barco o en tierra firme, la educación es imprescindible para conformar una sociedad cohesionada y en constante progreso. Por eso, a nivel global, la educación está cambiando, orientándose a proporcionar a los ciudadanos del mañana no sólo la mejor de las formaciones académicas, sino también herramientas de desarrollo personal de hondo calado. Cada día surgen más instituciones educativas que renuncian a ceñirse a los viejos planes de estudios, buscando la innovación para obtener mejores resultados.

La Green School de Bali cuenta con elementos materiales de la naturaleza, se ajusta en el ecosistema y permite a sus alumnos una gran integración

Es el caso del Colegio Libre de Brooklyn, en Nueva York. En esta célebre institución no hay clases, tareas o evaluaciones. Los alumnos deciden qué hacer con su tiempo, mientras que los profesores se limitan a guiar los debates que se establecen entre aquellos en base a sus propias inquietudes. Las reglas organizativas se deciden de manera democrática, semanalmente, entre profesores y alumnos. 

El fundador de esta peculiar escuela asegura que los niños obtienen un mejor aprendizaje para la vida cuando no son forzados. Los óptimos resultados le dan la razón. Otra institución que sigue con éxito dicha filosofía es la Escuela Lumiar de Sao Paulo, Brasil.

Cercanas a dicha filosofía de aprendizaje para la vida hay otra serie de escuelas estadounidenses que, además, piensan en todos aquellos alumnos que, como los bangladesíes acogidos por Shidhulai, carecen de los recursos imprescindibles. Estas siguen el programa Knowledge is Power, un método que integra pensamiento, habilidades emocionales y habilidades sociales. Y para demostrar lo importante de dichas habilidades sociales, las familias mejor situadas económicamente sufragan la educación de niños y niñas en situación de vulnerabilidad.

La importancia de aprender valores de respeto respecto al resto de personas es imprescindible en todo proyecto educativo que se considere innovador. No obstante, hoy también es especialmente importante aprender a respetar el entorno natural. Es la premisa de Green School, en Bali. Esta peculiar escuela no sólo está en plena jungla, sino que es parte de la misma. Construida con elementos materiales de la propia naturaleza, se integra en el ecosistema y permite a sus alumnos idéntica integración, hasta el punto de que los horarios de las clases se adecúan a los ritmos de la naturaleza. Su metodología académica se basa en la sostenibilidad, el respeto al medio ambiente y el aprendizaje práctico.

En Ghana, las Omega Schools, además de inculcar el respeto a la naturaleza, fomenta en los alumnos el espíritu comunitario. Estos pagan únicamente por lo que aprenden. Pero este pago no ha de ser económico, y casi nunca lo es. El aprendizaje es personalizado, y las tareas programadas para cada alumno lo vinculan con la vida comunitaria. Dicha vinculación es monetizada por los estudiantes con actividades que van desde la lectura para otros niños menores hasta la alfabetización de personas adultas de la comunidad.

Una metodología más centrada en el desarrollo curricular de los estudiantes, pero igualmente innovadora, es la empleada en Shireland Collegiate Academy, en Inglaterra. Esta institución se ha hecho famosa por sus clases invertidas, basadas en que los estudiantes realizan las tareas antes de recibir la lección. El profesor propone a los alumnos formular respuestas a preguntas básicas sobre el tema que estudiarán. Así, los estudiantes llegan a clase con algunas ideas de los conocimientos en que se profundizarán, y los profesores adaptan la lección en base a lo que más llama la atención de aquellos desarrollando unas clases más atractivas.

La educación progresa y el objetivo es lograr que sea universal, atractiva para el alumnado y eficiente para este y el conjunto de la sociedad. Salvar barreras socioeconómicas, enfrentar problemáticas sociales y medioambientales y anteponer el desarrollo personal de los alumnos a la acumulación de conocimientos ayuda, sin duda, a alcanzar dicho objetivo.

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