Cultura

Carmen de Burgos: la gran dama de la Edad de Plata

Periodista y literata de talento, la escritora y activista Carmen de Burgos se convirtió en un referente para las mujeres españolas desde la primera mitad del siglo XX. Su memoria y legado es recordado en la biografía ‘Revivir. La nueva Carmen de Burgos’, de la periodista Asunción Valdés.

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02
agosto
2024
Fragmento de la portada de ‘Revivir. La nueva Carmen de Burgos’ (Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2023)

Recordaba el sabor de la ingratitud, el desvelo frente a la agresividad del hombre amado y la desilusión que, desbordante, apagó el brillo de su juventud. Pero la vida le tenía preparado un destino muy diferente de la conformista sumisión que tuvieron que sobrellevar miles de mujeres de la época.

Carmen de Burgos destacó por sus dotes literarias, su afilada mirada periodística y su férrea defensa de los derechos civiles y de la mujer, tanto en sus artículos en prensa como en su vida diaria al involucrarse en la creación y presidencia de muy diversas organizaciones, como la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas. La periodista alicantina Asunción Valdés devuelve a nuestro presente la figura de la referente del siglo XX a través de la biografía Revivir. La nueva Carmen de Burgos (Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2023).

Entre el olvido y la inmortalidad

«Sobre Carmen de Burgos cayó la peor de las condenas: la de la memoria, como si no hubiese existido. […] Tras la Guerra Civil, De Burgos es incluida en la lista de autores prohibidos, cuya obra en su totalidad no puede ser servida en bibliotecas, ni vendida en librerías, ni reeditada. Su nombre y su vasta producción literaria son borrados de la enseñanza pública y privada».
Con estas palabras, Asunción Valdés recuerda al lector, al inicio de su ensayo, la carga de la ingratitud que la memoria de Carmen de Burgos, que había fallecido en 1932, tuvo que arrastrar en las décadas siguientes. El régimen franquista vertió su maquinaria censora contra la autora andaluza. La damnatio memoriae recayó, cruel, contra su obra, sus palabras y su legado. A la censura se unió, ya en democracia, su reducción a una sombra, siempre detrás de Ramón Gómez de la Serna, quien fue uno de sus grandes amores.

Pone el foco en la mujer y sus derechos civiles, como el acceso a la educación superior, la libre elección de oficio y el sufragio femenino

Pero, como suele ocurrir también, para llegar a la excelencia primero es necesario sufrir. Carmen de Burgos nació en Almería, en 1867, en el seno de una familia acaudalada de la región. En ese ambiente familiar «burgués e ilustrado», recuerda Valdés en la biografía, De Burgos tuvo acceso a una rica educación, rara avis para las mujeres de la época. La niña Carmen disfrutaba de las olas del mar, la naturaleza, su hermana pequeña Catalina, la lectura de libros y prensa y la entrega a la literatura, escribiendo en esta época sus primeros versos.

Carmen de Burgos pronto descubrió los desastres de una mala decisión. Con dieciséis años se casó con el hijo del gobernador civil de Almería, Arturo Álvarez, pintor, periodista y sádico, a juzgar por sus crónicas y por el terrible matrimonio que le ofreció a la joven futura polímata. Álvarez la maltrató en todas las dimensiones de su ser, hiriendo su cuerpo y su mente. Además, su marido le fue infiel. A este hecho se sumó la trágica muerte de sus tres primeros hijos. A pesar del dolor, De Burgos trabajó como maestra y opositó, con éxito, para conseguir una plaza. Cuidó y siguió velando por su hermana Catalina, además de publicar su primer libro, Ensayos literarios, su carta de presentación en el ámbito intelectual.

No obstante, la vida de Carmen de Burgos cambió para siempre cuando en 1901 abandona definitivamente a su marido y se traslada a Madrid junto con su hija y su hermana. Desde sus primeras columnas en periódicos como El Globo y Diario Universal, detrás de uno de sus pseudónimos más conocidos, Colombine, la almeriense pone el foco en la mujer y sus derechos civiles, como el acceso a la educación superior, la libre elección de oficio y una ferviente apología del sufragio femenino, entre otros. En paralelo, en sus libros, columnas y reportajes, ya convertida en la primera periodista profesional española –como recuerda Valdés–, se pronunció sobre numerosas cuestiones sociales.

Varios casos han resultado paradigmáticos y de rabiosa actualidad. Valdés subraya el estrés, que De Burgos consideraba el mal del siglo XX. Por supuesto, el trato que recibían los reos, en especial mujeres y niños, la higiene en los colegios, la brecha salarial entre hombres y mujeres e incluso la cada vez más penosa situación de la España rural ocuparon sus artículos en algunos de los principales periódicos españoles.

«Carmen ha adoptado como lema su frase: “Luchar es vivir. ¡Vivamos!”»

Siempre innovadora, la autora diseñó almanaques, defendió el derecho al divorcio, viajó con una beca ministerial por varios países europeos en 1905 y lideró una campaña en favor del voto femenino en El Heraldo de Madrid. Creó, además, un potente vínculo con notables personalidades de las letras de la época, tanto españolas como extranjeras, y mantuvo una tertulia literaria que alcanzó gran renombre en la capital.

Durante aquellas décadas de tribulaciones políticas, Carmen de Burgos se convirtió en un referente para las mujeres de la época. Feminista y decidida en la defensa de la libertad, creó la Alianza Hispano-Israelí (en referencia a los sefardíes), fue miembro de la Asociación de Prensa de Madrid y participó también como corresponsal de guerra en Melilla durante la Guerra del Rif, cuyos horrores inspiraron en la intelectual un artículo que causó amplio revuelo, ¡Guerra a la guerra!, en contra del desgarro bélico.

La llegada de la Segunda República en 1931 le permitió vivir con gran esperanza los últimos coletazos de su vida. Presidió la Cruzada de Mujeres Españolas siendo miembro del Partido Republicano Radical Socialista. Sin embargo, la muerte se la llevó temprano, a los sesenta y cuatro años de edad. Fue libre. Fue feliz. Cuidó de sus seres queridos y amó con la plenitud de quien existe pensando en sus semejantes. Tal y como escribe Asunción Valdés al final de Revivir. La nueva Carmen de Burgos: «Con razón, Carmen ha adoptado como lema su frase: “Luchar es vivir. ¡Vivamos!”».

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