Sociedad

«Es el momento de crear un periodismo que no machaque a las personas»

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Nacho Rubiera
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22
marzo
2024

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Nacho Rubiera

En 2017, la periodista Mar Cabra ganó el premio Pulitzer por su trabajo con los Papeles de Panamá. Estaba en la cresta del reconocimiento profesional y, sin embargo, dejó los medios. Se había quemado. Años después, volvió a la profesión para cambiarla desde dentro. Lo hace desde The Self-Investigation, que impulsa la conversación sobre salud mental y, especialmente, ayuda a sentar las bases para hacer un cambio en los medios. Debe ser uno sistémico, recuerda Cabra, en el que se toquen muchos palos y se implique a muchas personas. Es uno que logrará mejores medios de comunicación, más saludables. La Fundación Ashoka acaba de destacarla como emprendedora social por su trabajo y, sobre todo, por conseguir que se hable de este tema. Y sin tabúes.


De toda la gente que conozco que estudió conmigo Periodismo, una parte importante ya no se dedica a esto. Me imagino que es un dato que no te sorprenderá.

No. Tenemos una epidemia en el periodismo que, como ocurre de manera silenciosa, hay personas que no ven que es un problema, pero lo es. Una de las variables es que los jóvenes no quieren estudiar periodismo, lo prueban y enseguida dicen «esto, ¿para qué?». Lo que me comentas de tus compañeros lo estamos viendo en los datos.

Lo que vi es que cuando empezaron a necesitar más estabilidad fue cuando dijeron «hasta aquí, adiós periodismo». Cuando hablamos de esa crisis silenciosa, ¿qué papel tiene en ella la precariedad de la profesión?

Un gran papel. El periodismo tiene situaciones muy duras, entornos muy tóxicos y se paga mal. Hace que quienes se quedan sean los que tienen la piel muy dura, los pocos que consiguen hacerse un nombre, ganarse el respeto y ganar más y los que todavía creen mucho en la profesión y en el rol fundamental del periodismo para la democracia. Si no estás en esos grupos, como diría José Mota, «ir pa na es tontería» y te vas del periodismo. Yo me he ido en varias ocasiones. Primero me fui cuando empecé a trabajar y tuve una baja por salud mental. Luego, después de un burnout tras el cual me dije «no quiero volver a esta profesión tóxica». Años después de recuperarme, me di cuenta de que a veces hay que cambiar las cosas desde dentro y que yo, con mis circunstancias y mi reconocimiento gracias a los premios y a la carrera que había tenido, podía ayudar a visibilizar un tema que ayude a cambiar la profesión desde dentro, para que no se siga yendo la gente del periodismo.

«El periodismo tiene situaciones muy duras, entornos muy tóxicos y se paga mal»

De hecho, has hecho algo por la profesión por lo que, desde dentro, deberíamos dar las gracias: has roto el tabú sobre lo que está pasando. Que estuvieses en un momento de cumbre personal ayudó a hacerlo más visible. ¿Ayuda a que pensemos más qué causa esto y cómo podemos solucionarlo?

Uno de los males en esta epidemia son las mentalidades anticuadas y erróneas, aquellas que dicen que las emociones no importan, que al periodismo se viene llorado de casa o que estos jóvenes son unos blandos y no aguantan nada. Este tipo de frases las hemos oído bastante. Yo también me quebré. Es normal tener problemas de salud mental. Tenemos que aprender a gestionar nuestro estrés. El periodismo es una profesión muy dura y debemos recibir la formación adecuada para poder realizarla a nivel emocional. Esta conversación ayuda muchísimo a avanzar, además de a reducir estigmas. En el mundo, 1 de cada 4 —de cada 5, dependiendo del país— personas tiene problemas de salud mental. ¿Creemos que somos inmunes a esto en el periodismo? Es importante visibilizarlo y empezar a normalizar que a veces te quiebras. Y necesitas apoyo.

Al hilo de estas visiones sobre cómo ser profesional, ¿crees que se suma también que existe una visión romántica del periodismo? Eso de que la noticia no descansa y no tiene horarios. Pero necesitamos dormir, salir a pasear, ir al cine… ¿Hemos romantizado lo que en realidad es precarización y que no haya personal para hacer turnos?

Es importante entender que no solo tú necesitas descanso, ir al cine. El ser humano en general necesita espacios de actividad, estar a la tarea, incluso estar bajo altos niveles de estrés respondiendo a esa situación de amenaza —una noticia de última hora, por ejemplo—, y luego momentos de calma. Esto es ser humano. Y como los periodistas somos seres humanos, no somos superhéroes o superheroínas, también lo necesitamos. Durante mucho tiempo hemos estado aceptando unas circunstancias que nos han llevado a la enfermedad y, como esto no se cuestionaba y como lo de la salud mental era tabú, seguíamos para adelante. Creo que la pandemia nos ha ayudado también a darnos cuenta, como sociedad, de que la salud mental es importante y, como periodistas, de que no somos superhéroes.

«El cambio hacia una cultura laboral saludable en el periodismo tiene que ser sistémico»

Espero que ya no digan en el primer día de clase —a mí me lo dijeron— que esta es la profesión con más divorcios y alcoholismo, que así son las cosas y que esa es la carta de presentación de la profesión.

Una de las personas que más me ha inspirado se llama Jacqueline Novogratz, fundadora de Acumen, que ayuda a construir un mundo mejor desde la inversión de impacto. Tiene un manifiesto y habla de imaginación moral. Se trata de aceptar el mundo tal y como es y a la vez tener la suficiente capacidad para imaginarlo como podría ser y luchar por ello. Este es el momento de tener imaginación moral y crear un periodismo en el que creamos todos y que no machaque a las personas, que no normalice este tipo de circunstancias y que creemos una manera de ser periodista saludable. También desde las empresas de medios, cuidando a su mayor activo, que es el periodista.

Comentas que las empresas periodísticas tienen un papel muy importante para cambiar las cosas. Pero, al mismo tiempo, están contratando con sueldos muy bajos y llevan tres décadas recortando personal, haciendo que todo sea más intenso y precario. ¿No es al final incompatible?

No es incompatible, es necesario y urgente. En unas circunstancias en las que tienes poco dinero tienes que ser muy estratégico con él y más en esta situación que estás comentando. Siempre les digo a los directivos y directivas «ahora tenéis poca gente y hay menos motivación que antes y mucha frustración, mucho miedo alrededor de la entrada de la inteligencia artificial». ¿Qué es lo mejor que puedes hacer que te cuesta, además, cero euros? Trabajar en motivación, en generar un entorno humano y en que vayan a trabajar con ganas sintiéndose respetados como personas. Es estratégico.

Puede sonar un poco cruel, pero ¿al final compensa económicamente? 

Totalmente. El bienestar y la salud mental no es una cuestión fluffy, es un valor estratégico de negocio que tienes que poner en el centro de la manera en la que operas. Y más si tienes poco dinero. Tu empresa de medios es la primera interesada en que tu gente esté feliz, porque se sabe que los trabajadores felices producen más y mejor, que las personas que están motivadas van a ser mejores trabajadores y trabajadoras.

«Hay grandes paradojas, o grandes cinismos, que es que cubrimos temas que luego no nos aplicamos»

Antes hablabas de que al final resisten solo tres perfiles. ¿Estamos haciendo que se pierdan voces en los medios? ¿Que solo puedan resistir quienes tienen los privilegios suficientes para hacerlo?

Antes he dicho que hay ciertos perfiles que siguen en el periodismo en esas circunstancias, pero se puede cambiar y eso es lo que hacemos desde The Self-Investigation. Se puede enseñar a los periodistas a tener las herramientas necesarias para ser resilientes y poder mantenerse en la profesión. Nuestro objetivo final es cambiar el sistema y que creemos uno que sea más saludable. Dicho de otra manera, la manera de sobrevivir en este entorno tan complejo y en esta profesión tan compleja es formándote en gestión emocional, en gestión de estrés, en gestión de prioridades y teniendo conocimientos básicos de salud mental para poder cuidarte mejor y cuidar mejor a los demás. Esto lo podemos cambiar y hay acciones concretas que podemos hacer. Si no lo hacemos, puede suponer el fin de los medios tal y como los conocemos, que haya menos los periodistas. Realmente es un cataclismo desde lo humano en paralelo al que está ocurriendo con la inteligencia artificial.

Estáis trabajando en este terreno. ¿Están empezando a cambiar las cosas en los medios españoles?

A España todo ha llegado tarde. En EE.UU. hacen ciertas cosas y luego llegan 5 o 6 años más tarde a España. Ha pasado con las suscripciones, con temas de digitalización o con la automatización de procesos con IA. Nosotros estamos hablando de algunos de estos temas ahora cuando en EE.UU. llevan años haciéndolo.  En EE.UU., en Canadá o en el Reino Unido están muchísimo más avanzados abordando soluciones de salud mental y de bienestar para sus periodistas. En España hay interés. Estamos en conversaciones con medios para hacer acciones formativas.

«¿Ha salido la salud mental del armario completamente? No, hemos abierto un poquito la rendija»

Quizás es una cuestión de diferencia de cultura de negocios o de cambio generacional en la cúpula de los medios.

Es una mezcla de varias cosas. Esas dos, pero también que aquí hay menos dinero —se paga peor a los periodistas que en EE.UU., por ejemplo— y que, respecto a la salud mental, está demasiado normalizado la toma de antidepresivos y ansiolíticos. España es uno de los primeros países del mundo en toma de ansiolíticos. Es como una tormenta perfecta, con un montón de variables. Hay tantas que por eso el cambio que necesitamos hacia una cultura laboral saludable en el periodismo tiene que ser sistémico. Hay que trabajar con muchos de los puntos del sistema y con muchos de sus actores para generarlo. No solo vamos a conseguir una cultura laboral saludable al periodismo, [sino también] un periodismo saludable si tocamos todos esos aspectos. Por eso en The Self-Investigation no solo trabajamos con periodistas, también lo hacemos con los medios directamente, con los jefes y las jefas, con la universidad, con los sindicatos, con las asociaciones de periodistas o generando concienciación. Requiere un cambio de mentalidad en el que hay que tocar muchos palillos.

¿Crees que, a pesar de lo mucho que en los medios hablamos de salud mental y su importancia, todavía queda estigma dentro de las redacciones? En casa de herrero, cuchillo de palo…

Hay muchísimo… Me fascina —no voy a nombrar porque creo que es bastante sistematizado—cuando escucho algún programa de radio, por ejemplo, hablando de salud mental y sé que la gran mayoría de sus empleados están tomando ansiolíticos y que esa organización no tiene políticas proactivas para poder apoyarles. Entonces sí, hay mucho eso. Hay grandes paradojas —o grandes cinismos— que es que cubrimos temas que luego no nos aplicamos. Todavía sigue siendo hiper tabú. ¿Ha salido la salud mental del armario completamente? No, hemos abierto un poquito la rendija. Todavía hace falta romper las barreras mucho más; no solo para romper el estigma y normalizar la conversación, sino también para generar las prácticas necesarias para cuidarnos. Las empresas tienen responsabilidad de cuidado sobre sus empleados y la mayoría de las empresas de medios no lo ponen en práctica.

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