Cultura

Cinco periodistas pioneras de la Edad de Plata

Magda Donato pasó a la historia del periodismo español gracias a sus reportajes en los que utilizaba una identidad falsa para infiltrarse en psiquiátricos, cárceles o consultas de videntes. Pero, además, de ella, hay otras dejaron su huella en un sector donde las mujeres no tenían casi cabida: son Josefina Carabias, María Luz Morales, Luisa Carnés y Teresa de Escoriaza.

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20
octubre
2022
Magda Donato en un retrato.

A mediados de los años 30, Cecilia G. de Guilarte estaba en Madrid labrándose una carrera como periodista. Tenía 20 años y ya había hecho varias publicaciones –entre ellas dos novelas rosas anarquistas– cuando le llegó la oportunidad de escribir para Estampa, una de las revistas ilustradas más populares del momento. Lo hizo con «poca malicia», como rememoraba años más tarde –y recoge una antología publicada en 2015–, pero su crónica estuvo a punto de causar un incidente diplomático: capturó de manera bastante divertida la obsesión de los artistas franceses becados en la Casa de Velázquez por lo «españolazo». La embajada de Francia intentó secuestrar la tirada.

La historia de Guilarte es anecdótica, pero también un punto de partida para demostrar que, por muy desapercibidas que hayan pasado para la historia, en los medios españoles de los años 20 y 30 las mujeres estaban muy presentes firmando toda clase de artículos en España. No obstante, su presencia solía estar vinculada a las secciones «para mujeres» y a las llamadas soft news, algo que explica por qué no se las ha tenido en cuenta en la historia del periodismo.

En realidad, las periodistas no aparecieron por arte de magia en 1920. De hecho, uno de los grandes nombres del periodismo de principios de siglo –su carrera arranca antes de este período– fue el de Colombine (Carmen de Burgos) y durante todo el siglo XIX es también posible encontrar destacados ejemplos.

Si los años 20 y 30 fueron la Edad de Plata de la literatura en España, también lo fueron del periodismo, con medios populares y modernos con periodistas estrella que ahora son recuperados en colecciones de artículos. Y entre quienes firmaban artículos, crónicas y entrevistas estaban también ellas. Las que siguen son una muestra de una nómina mucho más completa.

Magda Donato

Hermana de la escritora Margarita Nelken, Donato fue una de las periodistas estrella del célebre Ahora, especialmente con sus «reportajes vividos». Se convertía en parte de las historias, infiltrándose con una identidad falsa en psiquiátricos, cárceles o consultas de videntes. Luego lo contaba.

El interés que despertaron estos textos lo confirma, como explica Margherita Bernard en la introducción a Reportajes, que Donato llegase a ofrecer una recompensa (5.000 pesetas de 1933) a quien lograse demostrar que sus historias eran falsas. Eso sí, su carrera fue más amplia, escribiendo crónicas y entrevistas durante la Edad de Plata. Si bien ella no indignó a los franceses, sí que lo hizo con el escritor Ilyá Ehrenburg después de publicar la crónica de su viaje a España a modo de noticia-obra de teatro y literatura. En el exilio, sería actriz.

Josefina Carabias

La reciente recuperación de su biografía Azaña. Los que le llamábamos don Manuel ayuda a visibilizar más a esta pionera. Carabias llegó a finales de los años 20 a Madrid para estudiar Derecho. Nunca ejerció porque se convirtió en periodista; una de las más populares de la II República. A diferencia de sus compañeras, ella arrancó en el periodismo político. Se la considera la primera mujer que hizo de forma permanente crónica parlamentaria.

Era una de esas «modernas» de la época, que hacía el periodismo igualmente «moderno» de su momento; atrevido, innovador y osado. Cuando se infiltró en un hotel para escribir sobre el trabajo de las camareras de pisos, su mayor temor era que algún político se alojase allí y le reventase la tapadera pensando que era un truco para hacerle una «interview original». Incluso, fue una pionera de los nuevos medios: fue una de las primeras redactoras de informativos de radio en España.

María Luz Morales

Morales fue una de las primeras en hacer periodismo especializado en cine, cuando las películas eran una novedad emocionante. Fue también la primera mujer en dirigir un periódico generalista en España, elegida por sus propios compañeros de La Vanguardia en los primeros meses de la Guerra Civil. Dejó pronto el cargo –algo que no evitó que fuese represaliada después de la contienda–.

Casi se podría decir que escribió de todo: críticas de cine y teatro, textos sobre moda –fue también directora de El Hogar y la Moda–, branded content antes de que se hablase de él como tal –llegó a editar la revista en España de la productora Paramount– o entrevistas y biografías.

Luisa Carnés

La recuperación de Tea Rooms ha conseguido que conozcamos a la escritora, pero Carnés fue también periodista. Su carrera literaria era muy prometedora, hasta que el crac del 29 hundió la editorial a la que estaba vinculada. Una autora hecha a sí misma (había nacido en una familia obrera y había sido sombrerera antes que escritora), se encontró sin ingresos y con un hijo pequeño.

Cuando volvió a Madrid años después, lo hizo dispuesta a trabajar en cualquier cosa. No era algo sencillo: ella misma publicará artículos siguiendo el triste recorrido de las mujeres en busca de trabajo dejando CVs y recibiendo pocas contestaciones. Ella lo hizo en un salón de té.

Luego, empezó a colaborar con los medios. Su nombre aparece en Estampa y en otras cabeceras con las que colabora escribiendo sobre todo tipo de temas. También hace Carnés periodismo en primera persona; por ejemplo, trabajando en una peluquería o yendo a un casting de cine.

Teresa de Escoriaza

Es quizás la menos popular de esta lista. En los años 30 era quien resolvía las dudas en el consultorio de Mundo Gráfico, uno de esos géneros que no suelen dar mucho relumbrón en la historia periodística (aunque tengan también su interés).

Su carrera arranca cuando se embarca –sola– en 1917 para vivir en Estados Unidos, desde donde manda crónicas que publica La Libertad. En la década siguiente, es parte de la redacción fija de este diario y escribe toda clase de artículos, incluida una serie como enviada especial a la Guerra de Marruecos. Curiosamente, esas crónicas permiten encontrar un ejemplo de los sesgos a los que debían enfrentarse estas mujeres. Un lector envió una carta a la redacción –le respondieron en uno de sus números– preguntando si era o no joven y bonita.

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