Sociedad
¿Cuál es la edad óptima para votar?
La edad mínima para votar varía significativamente entre países, lo que refleja distintas percepciones sobre la madurez de la juventud para entender las cuestiones políticas y participar en el proceso democrático.
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La cuestión de cuál es la edad óptima para votar es un tema debatido en todo el mundo, con argumentos en función de diferentes factores sociales, culturales y políticos. En muchos países, la edad mínima para votar se establece en 18 años. Este umbral se basa en la idea de que a esa edad las personas ya han alcanzado un nivel adecuado de madurez y responsabilidad como para participar en decisiones políticas. Ejemplos de países con esta edad mínima incluyen Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y España.
En otros países, sin embargo, la edad mínima para votar es más baja. Por ejemplo, en Brasil y Nicaragua la ciudadanía puede votar a partir de los 16 años. Esta decisión se basa en la creencia de que los jóvenes con 16 años ya tienen la capacidad suficiente para comprender y contribuir al proceso democrático.
Por otro lado, algunos argumentan que la edad mínima para votar debería ser aún más baja, ya que los jóvenes son los principales afectados por decisiones políticas que afectan a su futuro, como la educación o la crisis climática. Además, sostienen que una edad mínima más baja fomentaría una mayor participación cívica entre la juventud y, por tanto, se fortalecería la democracia. Sin embargo, la neurociencia sugiere que a los 16 años el cerebro tiende a ser emocional e influenciable por mensajes más radicales. «Si el día antes de las elecciones aparece un bulo es fácil que sesgue su criterio; a esa edad son más influenciables y manipulables y sienten una mayor atracción por mensajes extremos y negativos», señala el neuropsicólogo Álvaro Bilbao.
«Les falta maduración en los aspectos emocionales, pero no en los intelectuales»
Por otro lado, estudios en psicología indican que, a esa edad, el razonamiento lógico y la capacidad de argumentación funcionan de forma parecida a la de un adulto. Además, su habilidad para resolver problemas matemáticos o físicos demuestra que están capacitados para evaluar qué candidatura política les representa mejor. En este sentido, Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, afirma: «Los estudios recientes de neurobiología en la adolescencia no muestran diferencias cognitivas importantes en comparación con los adultos. Les falta maduración en los aspectos emocionales, pero no en los intelectuales». El estudio Too inmature to vote? A philosophical and psychological argument to lower the voting age, publicado en 2021 por un investigador de la Universidad de Oxford, defiende esa misma perspectiva.
En el caso de España, la edad mínima para votar se estableció en 18 años durante la transición a la democracia en 1978. Desde entonces, no ha habido cambios en esta edad mínima, aunque sí se ha puesto el debate encima de la mesa en determinadas ocasiones a través de diferentes propuestas de reforma por parte del Gobierno. Una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2022 reveló que el 62% de los jóvenes entre los 15 y 17 años están a favor de que se reduzca el mínimo legal para votar, lo que supondría un aumento en el censo electoral del 2,5%. Además, según el informe Juventud en España 2020, la familia es clave en el comportamiento político que desarrolla una persona. Es hasta un 35% más probable que un joven discuta sobre política si alguno de sus padres tiene estudios universitarios, por lo que la convivencia también impacta en el interés de participar en las urnas.
Es hasta un 35% más probable que un joven discuta sobre política si alguno de sus padres tiene estudios universitarios
Del mismo modo, la relación entre la edad óptima para votar y la demografía del país también es un factor clave que tener en cuenta. En países con una población joven y en crecimiento, como ocurre en muchos países africanos, una edad mínima más baja para votar podría ser vista como una forma de empoderar a la juventud y garantizar una representación más equitativa en el gobierno. Por otro lado, en países con una población más envejecida, como Japón o los países europeos, puede haber preocupaciones sobre el impacto de una población envejecida en las decisiones políticas y la necesidad de asegurar que los jóvenes participen activamente en el proceso democrático.
En conclusión, dar respuesta a la pregunta que da título a este artículo es una cuestión compleja. Depende de una variedad de factores que incluyen normas culturales y sociales, educación cívica, madurez individual o las características demográficas del propio país. Encontrar el equilibrio adecuado en términos de edad es un desafío que requiere de un diálogo constante y reflexivo. Lo que está claro es que la participación democrática es fundamental para el buen funcionamiento de cualquier sociedad democrática, por lo que quizá el foco haya de ponerse en fomentar esa participación más allá de un único día señalado en el calendario para acudir a las urnas.
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