Sociedad

Por qué es tan difícil desafiar al sistema

El Estado es un monstruo demasiado poderoso como para contrariarlo de modo directo, según ha demostrado la historia.

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26
diciembre
2023

El arte de la guerra (siglo V a. C), libro del general, estratega militar y filósofo Sun Tzu (Maestro Sun), afirma explícitamente lo que sigue: «Evita lo que es fuerte, ataca lo que es débil». Este axioma, aunque ignorado por la mayoría de las personas, es el leitmotiv que gobierna su conducta cuando estas padecen lo que estiman como una injusticia por parte del propio Estado. Se sobreentiende que, como Leviatán (que diría Hobbes), el Estado es un monstruo demasiado poderoso como para contrariarlo de modo directo.

Si el Estado es la supuesta cristalización de la voluntad popular, es decir, de la totalidad de la sociedad, desafiar a este sería como desafiar a la propia comunidad a la que uno pertenece. Se trataría, en términos puramente filosóficos, de la lucha del individuo frente al colectivo. Por muchas razones, el sujeto individual tiene normalmente las de perder en estos casos. Entre otras razones y por poner un ejemplo, esto acontece por el hecho de que el colectivo habita la propia psique individual por medio de los valores morales, la cultura y la ideología.

Es decir, que estamos individualmente programados por el colectivo desde nuestro mismo nacimiento y en nuestra misma interioridad. Este deshacerse del mandato colectivo, de imponer lo individual frente al colectivo es el tema de grandes clásicos de la literatura como Macbeth (1623) o Crimen y castigo (1866), de Shakespeare y Dostoyevski, respectivamente. En el terreno del ensayo filosófico, este mismo asunto ha sido analizado, desde diferentes ópticas, por el joven hegeliano Max Stirner en El único y su propiedad (1844) y por Herbert Spencer en El individuo contra el Estado (1885).

Es necesario seducir a otros para hacerles partícipes de nuestra causa, y lograr que también la hagan suya

En los tiempos que corren, muchas personas han sentido vulnerada su libertad individual por parte del Estado, sobre todo tras el confinamiento de 2020 a causa de la pandemia del covid. Como hemos podido comprobar empíricamente en este caso, el ganador mayormente ha sido el Estado y las normas impuestas por este han prevalecido, al menos en la mayoría de los casos.

Por otra parte, aunque se han dado pleitos de personas individuales contra el aparato del Estado, las victorias en favor de estos han sido contadas; en unos procesos legales sumamente costosos tanto a nivel económico como personal. Quizás sea más sencillo criticar al Estado, que no combatirlo legalmente empleando sus propias cartas. Esta crítica puede ser más provechosa, siempre y cuando uno no predique en el desierto y halle un eco a sus palabras, un apoyo por parte de otros en su cuestionamiento del todo. Es necesario, pues, seducir a otros para hacerles partícipes de nuestra causa, y lograr que también la hagan suya. Sin partidarios, un sujeto aislado poco puede hacer. Aislado es como una mota de polvo, como una hormiga que puede ser aplastada por la maquinaria del Estado en cualquier momento. La mejor apuesta del rebelde es incorporar su demanda a la opinión pública, herramienta verdaderamente eficiente a la hora de cuestionar el poder. «You can only fight fire with fire» (solo se puede combatir el fuego con fuego), como suele decirse en inglés.

Hoy día, como en todo tiempo y lugar, cuestionar ciertos axiomas puede resultar sumamente dañino para el rebelde

No obstante, esta también puede ser tarea muy compleja y dura, sobre todo cuando se trata de contrariar al colectivo desde la ideología: desafiando ciertos tabúes y dogmas imperantes. Hoy día, como en todo tiempo y lugar, cuestionar ciertos axiomas puede resultar sumamente dañino para el rebelde. Hacerlo directamente podría ser un acto de suicidio. Es por ello, que tradicionalmente se ha empleado el humor para decir ciertas verdades poco estimadas por el público y los representantes del poder. Esa ha sido, en efecto, la tarea de los bufones de corte y los actuales cómicos que, en los últimos tiempos, están siendo duramente censurados y sancionados por la ideología imperante.

Un ejemplo trágico de la lucha del individuo frente al Estado es la protagonizada por el cómico Lenny Bruce a principio de los años sesenta del siglo pasado y que el lector puede mejor analizar viendo la película Lenny (1974), dirigida por Bob Fosse y protagonizada por Dustin Hoffman, o leyendo el clásico de Albert Goldman Ladies and Gentlemen – Lenny Bruce!! (1974). La moraleja de su historia queda sintetizada a la perfección en las palabras ya mencionadas del sabio chino Sun Tzu: si vas a confrontar a un enemigo «evita lo que es fuerte, ataca lo que es débil».

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