Cambio Climático
Las claves de la COP28
Aunque el acuerdo no habla de la eliminación completa de los combustibles fósiles, sí se ve como «el principio del fin» de su uso. La COP28 podría haber sido más ambiciosa, pero su cierre tiene notas para el optimismo.
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Se hizo esperar, pero la COP28 ha llegado a un acuerdo. Tras muchas horas de negociaciones, las partes han logrado cerrar un texto en el que se marca el rumbo que debe seguir el planeta y las líneas maestras por las que tendrán que apostar los diferentes países.
Los países participantes reunidos en Dubái se han puesto de acuerdo para señalar que, partiendo de lo que dice la ciencia, se deben reducir las emisiones en un 43% pero también en que no se está en el camino para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. El gran punto de tensión era qué iba a ocurrir con los combustibles fósiles —el hecho de que la cumbre fuese organizada en uno de los grandes productores de petróleo no se veía como un buen auspicio— y en ese punto no se ha tomado una decisión drástica, aunque se ha apuntado en la dirección hacia el apagón.
«Aunque en Dubái no hemos pasado página a la era de los combustibles fósiles, este resultado es el principio del fin», asegura Simon Stiell, secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, en el discurso de clausura. «Ahora todos los gobiernos y empresas deben convertir estos compromisos en resultados económicos reales, sin demora», suma.
La idea del «principio del fin» de los combustibles fósiles es el gran titular de la cumbre
Esa idea del «principio del fin» de los combustibles fósiles es el gran titular de la cumbre. Es también lo que la propia Naciones Unidas destaca en su comunicado de prensa de cierre del evento. La COP28 reclama triplicar la capacidad de las energías renovables, duplicar las mejoras en eficiencia energética antes de 2030 y acelerar la transición energética. Pero, a pesar de ello, mantiene aún que los subsidios a combustibles fósiles se eliminarán de forma «progresiva» y ha usado eufemismos para hablar del proceso de abandono de los combustibles fósiles. La propia cumbre estuvo llena de tensión: su presidente, el Sultán Al Jaber, fue acusado de negacionista tras unas polémicas declaraciones.
De ahí también que los análisis de lo que ha ocurrido oscilen entre un punto y otro. Se podría decir que es agridulce, que a pesar de ese gran titular histórico también presenta muchas sombras.
Ocurrió ya el mismo momento de cierre con las valoraciones de los países participantes. A pesar de que se llegó a consenso —«no hubo objeciones a lo que se presentó, así que se ha llegado a un acuerdo», señala Stiell en sus declaraciones a prensa—, en las valoraciones que siguieron a las ovaciones y que recoge la agencia Reuters se ve más divergencia. Anne Rasmussen, la representante de la Alianza de Pequeños Estados Insulares, lamenta que no se hayan asegurado los pasos necesarios para corregir el rumbo. También la ministra del Clima de Senegal, Madeleine Diouf, y representante del bloque de países menos desarrollados cree que refleja «la ambición más baja posible».
Frente a sus palabras, las de los delegados de los países de economías más fuertes son mucho más triunfalistas. Las declaraciones del presidente de la delegación de la Unión Europea, Peter Liese, hablan de un resultado «realmente histórico», que empuja hacia las renovables y la eficiencia energética y a dejar los combustibles fósiles.
Desde la ciencia y el ambientalismo se está viendo el acuerdo de un modo pragmático. Kaisa Kosonen, senior politicar advisor en Greenpeace, habla de «la señal que la industria fósil temía». No se habla de phase out (que se podría traducir por «extinguir»), pero sí de transición energética. Por ello, aunque «no es el acuerdo histórico que el mundo necesitaba», sí cree que se ha hecho historia. Parecidas son las posiciones de WWF, que considera que no está todo perdido, aunque critican puntos del acuerdo. «Es lamentable que, con la inclusión de la palabra unabated (no mitigado), el resultado desvía la atención hacia tecnologías cuestionables como la captura y almacenamiento de carbono a gran escala y los “combustibles de transición”, proponiéndolas como soluciones», lamenta Manuel Pulgar-Vidal, director mundial de Clima y Energía de WWF y que fue presidente de la COP20.
«A grandes rasgos es difícil no valorar positivamente el texto final», reconoce Alicia Pérez-Porro, coordinadora científica del CREAF y experta en relaciones internacionales, puesto que se partía con cierta reticencia por dónde y cómo se había organizado esta COP. «El acuerdo de la COP28 no permitirá que el mundo mantenga el límite de 1,5 °C, aunque hay varios aspectos positivos en ella», indica. Torres considera que sí es ese «verdadero “principio del fin” de la economía mundial impulsada por los combustibles fósiles». No se está comprometiendo a la eliminación total de los combustibles fósiles, pero sí está apuntando en esa dirección.
Simon Stiell, de ONU Cambio Climático: «El acuerdo de la COP28 es un suelo de ambición, no un techo»
«Unos dicen que esta COP es “incrementalista”, otros dicen que es un “game-changer”», apunta a su vez Marta Torres, investigadora en el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI). «La verdad es que está por ver qué impacto va a tener, porque el compromiso se ve en la acción», recuerda. Torres cree que, si en los próximos años se ven «cambios significativos en los patrones de inversión en la economía fósil», entonces sí «habrá cumplido con su papel»
Pérez-Porro también valora de forma optimista otros elementos que se han producido en la COP más allá del texto final, «porque las COP son mucho más que eso». De hecho, de esta, han salido un acuerdo para crear un fondo de pérdidas y daños por el cambio climático —la nota de prensa de la ONU lo considera un «acuerdo histórico», aunque organismos como Greenpeace o WWF critican que esté dotado de fondos insuficientes—, una plataforma para ayudar a los países en vías de desarrollo, las metas del Objetivo Global de Adaptación (GGA) y su marco y se habló de financiación verde.
Y, al final, tampoco habría que olvidar lo que Stiell señala en su mensaje a los medios: «El acuerdo de la COP28 es un suelo de ambición, no un techo». Esto es, marca el mínimo común denominador en el que deben trabajar los países, no el máximo al que se puede aspirar. «Solo diré que las numerosas iniciativas anunciadas aquí son salvavidas de la acción climática, no la línea de meta», apunta. «Debemos aumentar la ambición y la acción climática», recuerda el secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático.
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