Salud

El sexo en la tercera edad

Aunque existe la creencia de que con el pasar de los años el vigor sexual va decayendo, estudios recientes han revelado que buena parte de la población mayor de setenta años se mantiene sexualmente activa.

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21
noviembre
2023
Fritz Boehmer, 1938

El sexo es vida, suele decirse. Ante la decadencia de esta, el sexo tiende a disminuir hasta desaparecer por completo. En la etimología de la palabra inglesa lust (lujuria) hallamos esa relación entre salud y sexualidad. Lusty viene a significar «sano» o «vigoroso»; lustful se traduce como «lujurioso» o «libidinoso». En estas etimologías hallamos el vínculo entre la salud y el vigor sexual. Nadie se siente libidinoso cuando su salud decae.

Hasta no hace mucho se daba por sentado, como sociedad, que en la tercera edad el sexo se acababa. Si era cierto o no sería otra cuestión, pero ahora sabemos que se ha cambiado el foco con el que se analiza la cuestión. Si abordamos las últimas estadísticas y datos, nos percataremos de este cambio de percepción.

Lo primero sería definir qué significa «tercera edad» para empezar. Se dice que es la edad de la persona anciana, que empieza aproximadamente a partir de los 65 años. Ese límite de edad es, naturalmente, bastante aleatorio y arbitrario. El propio concepto de tercera edad fue empleado, principalmente, a finales del siglo pasado como eufemismo para evitar emplear términos como «vejez», que resultarían ofensivos.

El sexo es un signo de vigor que nutre la autoestima y contribuye al bienestar psicológico

De esta manera, la vejez es una etapa vital caracterizada por el sosiego (al menos en comparación con la juventud) y la decadencia de la fuerza vital, tan asociada con la energía sexual. En el caso del hombre se reduce la producción de espermatozoides y líquido seminal, así como el tamaño de los testículos, la respuesta a la excitación es más lenta, la erección no es tan firme, los orgasmos duran menos y se necesita más tiempo para recuperarse y poder tener un nuevo coito. En el caso de las mujeres, estas lubrican con más dificultad (sequedad vaginal), puede haber dolor durante el coito (dispauremia), tienen más dificultad para alcanzar el orgasmo, la respuesta a los estímulos es más lenta y también el tiempo de recuperación.

Aun así, como suele decirse: los cincuenta son los nuevos treinta, los sesenta los nuevos cuarenta y así sucesivamente. La gente hoy en día goza de mayor salud que antaño y vive con menos achaques durante más tiempo.

Un reciente estudio revela que un 30% de la población de más de setenta años sigue sexualmente activa. Hoy sabemos que «la actividad sexual es importante en los mayores de 60 años, un 52,53% de los encuestados mantienen relaciones. Más del 70% de los adultos mayores de 60 años refieren tener atractivo sexual a su edad». Vemos que no solo la actividad sexual es sana a día de hoy, sino que la autoestima no es baja tampoco. 

Nuestras sociedades se caracterizan por la renuncia a envejecer y por el desarrollo de tecnologías antiaging, lo cual fomenta la extensión de la vida sexual activa. Mucha gente hoy se decide por el ayuno intermitente, el consumo de moléculas como el NMN, hacer ejercicio o tomar transresveratrol (diluido en una cucharada de aceite para asimilarlo mejor). Muchos de estos productos se venden en sitios de internet como Amazon, con diversos índices de satisfacción.

Otra herramienta contra el envejecimiento es la práctica de deporte. La mayor concienciación al respecto hace que muchas más personas alcancen edad avanzadas en buenas condiciones. El sexo, aparte de ser placentero, es un signo de vigor que nutre nuestra autoestima y bienestar psicológico. Naturalmente, hay gente más sexual que otra. Aquellas personas que disfrutan el sexo por sí mismo querrán seguir manteniendo relaciones sexuales hasta una edad más avanzada, pero aquellos para quienes el sexo es más un inconveniente o una herramienta empleada hasta entonces con algún tipo función más utilitaria (como mantener o conquistar a una pareja, etc.), aprovecharán las circunstancias propias de la edad para despedirse del sexo para siempre.

En este sentido, nunca olvidaré lo que me comentó un amigo cuando hablábamos sobre las costumbres de no tener persianas en los países de raigambre protestante; un uso vinculado al hecho de que los protestantes están orgullosos de no tener nada que ocultar ante los demás. Me dijo que, cuando vivió en Holanda, todas las tardes veía cómo una pareja tenía relaciones sexuales en su dormitorio. Cuando le pregunté la edad de los amantes (esperando una respuesta «razonable») me comentó que eran unos «viejos: tenían más de sesenta años».

«¿Llegar a esa edad haciendo el amor todas las tardes con la misma pareja? ¿Dónde hay que firmar?», podría pensar más de uno.

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