Pensamiento

Breve historia de la filosofía occidental

Desde su origen en el siglo VI a.C. hasta nuestros días la filosofía es símbolo indiscutible de la cultura occidental, de su evolución a través de los milenios y de una determinada manera de mirar la existencia

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08
noviembre
2023
‘La escuela de Atenas’ (1509-1512), de Rafael Sanzio. Museos Vaticanos, Ciudad del Vaticano.

En occidente, los primeros filósofos miraron al mar. Como una plomiza plancha de metal en los días de galerna, muy habituales en las costas del Egeo, o vibrante y azulada en los días calmos, las aguas marinas ofrecían a los antiguos griegos tanta vida como muerte y desamparo. No es de extrañar que Tales (s. VII-VI a.C.) viese en el agua el principio de todas las cosas. Los animales y las plantas necesitamos de cierta humedad para vivir. El cielo, bien mirado, parece un océano invertido. Le siguieron Anaximandro, que defendió otro arché o principio bastante más abstracto, to ápeiron o «lo ilimitado», mientras que Anaxímenes abogó por el aire. En cualquier caso, el tópico del paso del «mito al logos» se cumple en los iniciadores del pensamiento: en vez de apoyarse en la voluntad caprichosa de los dioses para explicar los fenómenos naturales y humanos iniciaron la búsqueda de unos principios aprehensibles mediante la razón.

En la Magna Grecia (actual sur de Italia) surgieron entre los siglos V y IV a.C. los pitagóricos. Para su fundador, Pitágoras, la unidad es el origen de todas las cosas. Las contribuciones de los pitagóricos fueron notables: desde el famoso Teorema de Pitágoras hasta la irracionalidad del número pi, los cálculos geométricos, el estudio de la proporción y las leyes de los intervalos musicales, entre otros grandes avances.

En ese tiempo destacaron también Heráclito de Éfeso («todo fluye», es decir, «todo cambia»), miembros de escuelas como la eleática, como son el caso de Jenófanes (s. VI a.C., un solo dios inmóvil, diferente en naturaleza a los seres humanos y principio ordenador de todas las cosas), Parménides (el primero en encargarse del «ente» o «lo que es») y su discípulo Zenón de Elea, pero también filósofos pluralistas como Empédocles, padre de los cuatro elementos, Anaxágoras (el nous o «inteligencia» como origen y causa de la existencia) o los atomistas Leucipo, Demócrito y Metrodoro. Con la democracia ateniense llegaron los sofistas, quienes desarrollaron la dialéctica y el relativismo. Destacaron, entre otros, Protágoras, Gorgias, Hipias y Critias.

Sócrates, con su «mayéutica», centró la mirada filosófica en el ser humano y su realidad social convirtiendo el diálogo en el género literario por excelencia. Platón y Aristóteles revolucionaron el pensamiento al aportarle una gran complejidad y extensión temática. El primero, con su teoría de las ideas, la antropología y la ética, entre otras disciplinas. El segundo, por el desarrollo de la lógica y el posterior método científico, la ética (con el «justo medio») y la política. Con Roma, el estoicismo y el epicureísmo brillaron como doctrinas entre una miríada de pensadores, como es el caso de Cicerón, Lucrecio o Sexto Empírico. El epicureísmo centra el bienestar entre la mente y el cuerpo como principio clave de la existencia humana, mientras que el estoicismo apuesta por la lógica, la ética y la relación causa-efecto como motor del cosmos y de la conducta humana.

De la antigüedad hasta el siglo XIX

Con la implantación del cristianismo como religión en Roma en el año 380 y tras la caída del Imperio Romano de Occidente, la filosofía quedó subordinada a la fe. La ética y la metafísica cobraron un protagonismo vertebral para establecer relación entre lo divino y lo terrenal y humano. La transposición de las ideas, primero, de Platón, y después de Aristóteles a la doctrina cristiana fueron esenciales durante este periodo, siendo San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino los dos principales y respectivos referentes.

La escolástica se apoyó en la lenta recuperación del pensamiento y de los autores grecolatinos, dejando atrás la patrística. En sus distintas etapas, la escolástica desarrolló no solo la relación entre fe y razón, sino que a partir del llamado Renacimiento del siglo XII consiguió asentar las bases del método científico (Guillermo de Ockham, Nicolás Oresme, Pedro Abelardo o Juan Duns Escoto, entre otros) y la universidad como institución académica en siglos posteriores mediante su metodología de lectura, pregunta y discusión.

Con la invención de la imprenta la ciencia eclosionó y el estudio racional de la naturaleza, la política y el humanismo adquirieron plenitud

Durante el Renacimiento, la filosofía resituó al ser humano y a una naturaleza accesible a la razón en el centro del pensamiento. La Edad Moderna fue, además, una etapa de cambio y pugna religiosa y política en el seno de la Europa cristiana. La invención de la imprenta en el siglo XV ofreció un fácil acceso a los libros. La ciencia eclosionó de la mano de pensadores como Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Leonardo Da Vinci o Galileo Galilei. Además del estudio racional de la naturaleza, la política y el humanismo adquirieron plenitud, como son buen ejemplo las obras de Tomás Moro y de Nicolás Maquiavelo.

La filosofía moderna y la Ilustración son las bases del pensamiento actual. La metafísica fue progresivamente quedando marginada en la búsqueda del conocimiento, ganando protagonismo el método científico, el desarrollo de las artes (en especial el de la literatura, con géneros como el ensayo, inventado por el francés Michel de Montaigne), la lógica, la razón y el discurso. Surgieron las grandes corrientes filosóficas, como el racionalismo, dominante en el continente (Descartes, Spinoza, Leibniz) y el empirismo (Berkeley, Hume, etc.), más profuso en las islas británicas. Los temas principales fueron la filosofía política, con figuras como Hobbes y Locke, y la epistemología, si la razón y la información facilitada por nuestros sentidos es o no una vía confiable para generar conocimiento.

El movimiento ilustrado buscó la felicidad en el equilibrio entre el bienestar de la comunidad social (política) y el individuo, desarrollando un profundo interés hacia la ética, el desarrollo de la ciencia y la cultura como aspectos fundamentales. La metafísica y lo divino dieron un paso definitivo atrás frente a lo estrictamente humano. Principios como la «igualdad» política, la educación universal contra la ignorancia, la tolerancia, la separación de poderes, la cuestión pública (res publica) o el progreso fueron algunas de sus metas, inseparables del pensamiento actual. Destacaron las figuras de Kant, D’Alembert, Diderot, Francis Bacon, Voltaire o Montesquieu. En el aspecto económico, corrientes como el liberalismo y la fisiocracia emanan de esta corriente cultural y filosófica. Todas las cuestiones abarcables mediante los procesos intelectivos de la reflexión y de la razón quedaron inauguradas.

Del siglo XIX hasta nuestros días

El triunfo de las revoluciones fundamentadas en los principios ilustrados ha dado lugar a dos siglos fascinantes. Kierkegaard estrenó el existencialismo que Sartre elevó a la cumbre del pensamiento occidental. Hegel, el filósofo sistémico por antonomasia, fue el autor más notable del idealismo alemán. El feminismo también surgió de la mano de pioneras como Olimpia de Gouges y su Derechos de la mujer y de la ciudadana, en 1791, y Mary Wollstonecraft, entre otras, quienes abrieron el camino a Simone de Beauvoir, Judith Butler o, en la actualidad, Angela Davis y Martha Nussbaum.

Karl Marx y Friedrich Engels despertaron al viejo fantasma de Europa, proponiendo la teoría política y económica que condujo al comunismo y al socialismo con el planteamiento de la «lucha de clases» que fue desarrollada por filósofos y pragmáticos posteriores. Con pensadores como Bakunin se impuso el anarquismo como modelo político de construcción social, donde el individuo y su acción en conjunto cobran un especial protagonismo. El materialismo y los «filósofos de la sospecha» incluyeron a otros especialistas, como Sigmund Freud y el psicoanálisis, que implicó el desarrollo de la psicología como campo científico.

La filosofía postmoderna centró su mirada en la «deconstrucción», el relativismo y la duda sobre la capacidad de la razón para generar conocimiento

Otra de las corrientes más importantes de nuestros días es la filosofía analítica, inaugurada por los filósofos del Círculo de Viena, Wittgenstein y Bertrand Russell, y también el impulso de la lógica por parte de Fregge, entre otros. Además, han destacado el positivismo, tanto el francés de Comte como la corriente moral en la que brilló Stuart Mill, el nihilismo con Friedrich Nietzsche al frente, la fenomenología, de la mano de Husserl, el pesimismo de Arthur Schopenhauer, pero también pensadores como Carl Smith, Martin Heidegger (dasein), Deleuze, Habermas y la filosofía política de Hannah Arendt.

Tras las dos guerras mundiales, la filosofía postmoderna tomó las referencias de las corrientes de los últimos siglos para centrar su mirada en la «deconstrucción», el relativismo y la duda sobre la capacidad de la razón para generar conocimiento, si es que este existe. Por su parte, pensadores como Theodor Adorno y Hans-Georg Gadamer renovaron la hermenéutica y se centraron, entre otras líneas de investigación, en la democracia y el funcionamiento de las instituciones, el valor de la verdad en política, el estudio hermenéutico y en la recuperación del camino de la razón.

En la actualidad, destaca el pensamiento de Byung Chul-Han, con su crítica al neoliberalismo y a la sociedad de consumo; Markus Gabriel, representante de la corriente del Nuevo Realismo o Slavoj Zizek.

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