Biblioteca de memes para la posteridad

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Raquel C. Pico

@raquelpico

Cuando quienes vivan en el futuro quieran comprender qué está pasando ahora, cuáles son los temas que nos interesan y preocupan y hasta cómo los vemos, tendrán que echar mano de la cultura de internet. Necesitarán ver los memes que ahora son virales y que encapsulan el momento. Son contenidos de vida altamente efímera, que circulan por redes sociales y por las conversaciones en las apps de mensajería. Son también –para beneficio de esos análisis del futuro– material de archivo, que ya se está capturando en los fondos de la Biblioteca Nacional de España (BNE).

«Guardamos los memes, pero son parte de todo lo que conservamos», explica José Carlos Cerdán, jefe del Servicio de Depósito de Publicaciones en línea de la BNE. Igual que el organismo conserva ejemplares de los libros que se publican en España o que guarda en su hemeroteca la prensa, la BNE también tiene una colección que encapsula para el futuro lo que ocurre en la red.

Los memes se incluyen en esos fondos. Esto es, la biblioteca no ha hecho una colección especial de memes, pero, como estos son parte de la cultura online y de los contenidos que se publican, han llegado también a sus colecciones. La mejor manera de comprenderlo es pensando en las viñetas de humor de los periódicos de hace 50 o 100 años. También están en la BNE, porque lo hacen en las páginas de los diarios conservados. «Ahí viene la clave», indica Cerdán, «son parte de lo que guardamos». Así, también lograrán comprenderlos los españoles de dentro de 100 años. Para pillar un meme se necesita el contexto y lo que la biblioteca conserva es justamente eso.

Conservar lo que ocurre en internet es algo que preocupa al personal de archivos y bibliotecas desde hace ya años. De hecho, Cerdán apunta que la UNESCO llegó a advertir en el arranque del siglo de la importancia de recopilar lo online como parte del acervo cultural colectivo.

La biblioteca no ha hecho una colección especial de memes, pero al ser parte de la cultura online también han llegado a sus colecciones

El Archivo de la Web Española empezó en 2009, incluyendo los dominios .es y recolectando no solo contenidos en castellano sino también en las otras lenguas del Estado. Para este último punto, la BNE confía en las bibliotecas y archivos de las áreas en las que se hablan esas lenguas, puesto que tienen un conocimiento más preciso de qué se está haciendo en esos idiomas. De hecho, el equipo en la BNE está formado por seis personas, pero tienen colaboradores por toda España. Más de 40 conservadores repartidos por toda la geografía española ayudan en esta tarea de capturar la España online para el futuro.

Almacenar un dominio al completo sería inabarcable, así que se hace una selección. «No se puede guardar todo internet», reconoce Cerdán. De entrada, ya existe una limitación clara. No todo lo que pasa en la red es accesible. La privacidad es uno de los límites de esta captura de contenidos –evidentemente, la BNE no puede guardar nuestros emails o nuestras conversaciones de WhatsApp–, pero también lo son los sistemas de bloqueo. La información que no está disponible para el público tampoco lo estará para los sistemas que la capturan para la BNE.

El departamento de publicaciones en línea guarda medios de comunicación (a diferentes niveles de profundidad, según las instrucciones que le hayan dado a la herramienta que hace las capturas) y hace, igualmente, colecciones temáticas de temas de interés. «Guardamos un corpus de memoria», señala su responsable.

Ahí funcionan casi como una redacción de noticias, priorizando las cuestiones de mayor relevancia y las que creen que en el futuro resultarán especialmente interesantes como base para la historiografía. «Todas las elecciones han sido cubiertas», ejemplifica Cerdán, pero también han hecho recolecciones conectadas a cuestiones como la pandemia del coronavirus. Como recuerda el archivero, lo que se publicaba online poco tenía que ver con lo que se publicaba en papel, por lo que para comprender de un modo completo qué pasó esos años se necesita poder echar un vistazo a todos los recursos. Así, medios convivieron con blogs, webs de servicios públicos y otros. Y, por supuesto, para capturar el país en línea se debe hacer un abanico amplio. «Cubrimos todos los puntos de vista y el humor es uno de ellos», indica Cerdán.

Además, internet es un elemento efímero. Que algo salga online no quiere decir que se quede en la web para siempre. Algunos medios y páginas desaparecen, pero incluso en aquellos que se mantienen se producen pérdidas de información. Un rediseño del site puede llevar a que dejen de estar accesibles contenidos que se publicaron tiempo atrás. Incluso, una página puede quedarse atrapada en un limbo, casi basura cibernética, pero ser ilegible porque los navegadores de ahora no funcionan ante las tecnologías de hace 20 años. Por eso, los archivos son tan importantes, porque son como una copia de seguridad que resiste a la obsolescencia. No solo guardan la información, sino que se aseguran de que será legible.

Cerdán lo ejemplifica echando mano de un cierre cercano, el del medio Nius. Ya no está online, pero no se ha esfumado para siempre. Lo mismo pasa con las webs oficiales de partidos políticos que llegaron a marcar la agenda, pero que luego dejaron de existir, como UPyD. De hecho, esa información es relevante ya para quienes analizan el presente (y quienes pueden consultarla ya también: hay ordenadores que dan acceso a esas colecciones en todas las comunidades autónomas, pero no está online en libre acceso porque todavía están protegidos por los derechos de autor).