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«Es una estrategia fallida garantizar la seguridad mediante la fuerza»

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18
octubre
2023

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Más de 1.400 muertos en Israel, más de 2.600 en Gaza y más de 150 israelíes secuestrados por Hamás. Un hospital bombardeado, acusaciones cruzadas de autoría, cientos de palestinos agolpados en la frontera de Egipto sin posibilidad de traspasarla, vídeos de rehenes que piden ayuda. Ausencia de corredores humanitarios, incertidumbre, perplejidad, tragedia. La guerra entre Israel y Hamás ha dado un vuelco decisivo: por primera vez en su historia, los terroristas han demostrado que Israel no es el territorio infranqueable que todos creímos. El mundo, una vez más, contiene el aliento. Para analizar la situación, hablamos con Sonia Sánchez, especialista en Oriente Medio e Israel, miembro del Consejo Científico del Real Instituto Elcano.


¿Qué explica que Hamás haya operado en esta ocasión con tanta impunidad en territorio israelí, algo que resultaba inconcebible hasta que ocurrió?

Me gustaría aclarar que esto no pone en entredicho al Mosad, porque no es la agencia de inteligencia que se encarga de recabar información en los territorios; tendríamos que analizar qué ha fallado en el Shin Bet, el servicio de inteligencia y seguridad general interior de Israel, y en el Aman, la inteligencia militar. Una es quien recoge información y otra la que decide cómo interpretar esa información y de qué manera actuar. Hay que investigarlo. Dicho esto, hay tres factores que explican por qué ha atacado Hamás en este momento. Una clave es intraisraelí, la sociedad israelí estaba fracturada y polarizaba, fruto del propio presidente Netanyahu y de sus políticas; otra clave sería intrapalestina, ya que Hamás se presenta como la única fuerza que está haciendo algo contra Israel y quiere liderar la liberación del pueblo palestino. En estos momentos se estaba negociando la firma de los Acuerdos de Abraham, en los que la Autoridad Nacional Palestina había reivindicado una serie de mejoras para la población palestina que Arabia Saudí había aceptado incluir. Con este ataque, Hamás desautoriza a la Autoridad Nacional Palestina como interlocutor válido y deja encima de la mesa el mensaje de que las políticas de negociación y de búsqueda de consenso, practicadas por la Autoridad Nacional Palestina, no son efectivas a la hora de doblegar a Israel.

¿Y esa tercera clave?

La tercera clave tiene una lectura regional. A Irán, que financia a Hamás, le interesa desestabilizar la zona, sobre todo dadas las buenas relaciones entre Israel y Estados Unidos. Recordemos que Estados Unidos colocó a Irán en el «eje del mal» y, frente a eso, Irán ha construido el «eje de la resistencia», formado por estados más o menos afines y, sobre todo, un grupo de milicias diseminadas por la región, de las cuales la más potente militarmente es Hezbolá. La coordinación entre el ataque de Hamás y la respuesta de Hezbolá en el norte, unido a las escaramuzas que se están dando en Siria, obliga a Israel a repartir sus fuerzas y sus esfuerzos en esos focos, además de obligarle a movilizar a sus reservistas. Irán quieren prolongar el conflicto, pero Israel necesita una victoria aplastante y rápida que desarme las estructuras de Hamás.

La respuesta de Israel, ¿está siendo proporcionada?

Es un conflicto muy asimétrico. Por un lado, tenemos una milicia de diez mil combatientes con muchos medios —proporcionados por Irán—, que emplea una táctica terrorista y de guerra de guerrillas. Por otro, un estado con un ejército profesional, una potencia como Israel, militar y tecnológica, que responde a esa agresión con los medios con los que cuenta, mucho más destructivos que los de Hamás, que solo tienen odio. Cuando combates en zonas urbanas, es muy difícil que la población salga indemne y no ser acusado de haber puesto en peligro la vida de civiles. A poco que hagas en zonas urbanas, mucha gente morirá, saldrá herida, sobre todo en Gaza, con esa enorme densidad de población. A Israel se le pide proporcionalidad y, aunque es difícil encontrarla, hay que exigírsela, sin duda.

Sé que es imprevisible adelantar acontecimientos, pero ¿estamos ante un conflicto breve, como parecía el de Ucrania y Rusia o, como ha sucedido en este caso, se enquistará?

La estrategia que persigue Irán es que este conflicto no caiga de la agenda internacional, de manera que se ponga el foco en Oriente Medio y presentar a Israel como el agresor y el enemigo del mundo islámico. El principal problema que veo es que Israel no tiene un plan B, o al menos no lo ha comunicado. ¿Qué va a hacer una vez que cumpla sus objetivos militares en la franja? ¿Procederá a una reocupación? ¿Permitirá un cambio de régimen e instalará a la Autoridad Nacional Palestina en Gaza? ¿Va a permitir a los palestinos que se autogobiernen? Hay muchos interrogantes que pueden hacer que el conflicto se prolongue en el tiempo. Además, Hamás no es el único grupo terrorista que opera en Gaza, la zona está muy próxima al Sinaí, territorio yihadista.

«Hay muchos interrogantes que pueden hacer que el conflicto se prolongue en el tiempo»

¿De qué manera reorganizará la disposición internacional? Hemos visto la respuesta contundente de apoyo norteamericana, el titubeo de Europa, hasta Putin erigiéndose como mediador. Pero, ¿qué tienen que decir Latinoamérica y China?

Todo lo que está ocurriendo forma parte del juego de las narrativas que surgen cada vez que estalla una guerra o un conflicto. De momento, China ha tenido una postura equidistante, no se decanta por ninguna de las dos partes en conflicto. El apoyo de Estados Unidos es fundamental, además de resultar una poderosa contención que evitar que la situación escale su gravedad. América Latina no tiene una postura unitaria, hay países que apoyan la causa palestina, como Venezuela o Nicaragua, otros respaldan a Israel, como Uruguay, Paraguay o Ecuador, y otros, como es el caso de México, permanecen neutrales.

¿Por qué esa actitud digamos errática de Europa?

Es verdad que ha sido llamativa la disonancia entre Úrsula von der Leyen y el resto de la Comisión, pero no hay que olvidar que Úrsula no deja de ser alemana, y Alemania siempre ha tenido una postura de apoyo inquebrantable a Israel por motivos históricos. Aún pesa lo que ocurrió en la II Guerra Mundial. El Consejo se ha solidarizado con Israel y ha condenado el acto criminal de Hamás, pero ha pedido a Israel que actúe con contención. La comunidad internacional ahora mismo está bastante dividida.

La política expansionista de Israel en los últimos años tampoco ha ayudado mucho…

Así es, la ocupación ilegal de territorios que viene protagonizando Israel contraviene y conculca el Derecho Internacional, es ilegal. Hay que recordar que se retiró de Gaza en 2005, pero Cisjordania sigue ocupada. De la franja, Israel controla el espacio aéreo, pero lleva practicando una política de hechos consumados, avanza, construye asentamientos y refuerza los que ya levantó. Cuando los palestinos se quieran dar cuenta, apenas tendrán tierra. Israel tiene que comprender que es una estrategia fallida la de garantizar la seguridad mediante la fuerza; hay que negociar y reconocer la legitimidad de tu rival a tener su propio estado y desarrollar su propio proyecto de país y ciudadanía.

Esta tragedia, ¿ha reforzado la figura de Netanyahu en un momento en el que estaba en entredicho o la ha socavado definitivamente?

La ha socavado del todo, Netanyahu es un cadáver político, tiene los días contados, la ciudadanía israelí no le va a perdonar no ya solo que hayan fallado los servicios de inteligencia sino, sobre todo, el tiempo que tardó el ejército en llegar a las zonas del sur del país, la improvisación, la falta de coordinación en las primeras horas, y la sensación de que su negligencia y haber alentado y mantenido una situación nacional tan polarizada hayan repercutido en el sistema de seguridad. Estamos ante una herida sistémica: la narrativa de Israel sobre la seguridad y la garantía de que cualquier judío del mundo estaba a salvo en su territorio se ha desmontado. Lo que han provocado esa políticas propiciadas por Natanyahu ha sido, precisamente, un nuevo Holocausto.

«Lo que tiene que demostrar Israel es que no es como Hamás y que no emplea los mismos parámetros que un grupo terrorista»

¿La comparación es pertinente?

Sí, por las dimensiones. Ten en cuenta la cantidad de personas que han muerto en un fin de semana, en dos días. En una guerra mueren soldados y civiles, pero los muertos se acumulan a lo largo del tiempo. Además, por la magnitud del ataque, con ese atroz ensañamiento con los civiles, el número de secuestros (familias enteras), el asesinato de niños… son actos inhumanos que solo pueden compararse a los pogromos que ocurrían en tiempo de los zares con los judíos o a los perpetrados por las SS. Los civiles no han tenido la más mínima consideración de derechos humanos básicos hasta en una guerra. Lo que tiene que demostrar Israel es que no es como Hamás y que no emplea los mismos parámetros que un grupo terrorista.

¿La creación de una Estado palestino sería la solución definitiva para procurar cierta calma a la zona?

En estos momentos, esa solución es inviable, especialmente porque no existe una autoridad palestina unificada. De facto, lo que hay es un gobierno autocrático en la franja de Gaza encabezado por Hamás, con el único objetivo de destruir a Israel y, por otro lado, un gobierno de corte consensual, colaborativo y laico, que representa la lucha palestina en Cisjordania. Para hablar de un Estado palestino habría que contar con un liderazgo aceptado por la mayoría de la población, que hablara en su nombre, y para ello habría que convocar elecciones, legitimar de manera democrática ese liderazgo, teniendo en cuenta, además, que ahora mismo Hamás podría ganar esas elecciones, ya que ha ganado popularidad entre algunos sectores de la población. Todo ello sin olvidar que no hay una continuidad territorial en Cisjordania, ya que las políticas territoriales israelíes han convertido los territorios palestinos en archipiélagos de pueblos conectados por carreteras que controla Israel y que, cuando lo decide, las cierra. Sin continuidad territorial es casi inviable construir una economía o un estado. No creo que ahora mismo Israel se sentara a negociar, hay que esperar a que se enfríe, que cambie el liderazgo de Israel y se impulse un liderazgo palestino.

¿Cómo afectará a Europa este nuevo conflicto abierto?

Habrá una desaceleración y una subida de precios; ya están subiendo el gas y el petróleo y seguirán haciéndolo si el conflicto se prolonga, con el consiguiente estancamiento de las economías europeas.

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