Siglo XXI

La sombra del negacionismo en la era de la posverdad

En la actualidad, y pese a todas las evidencias, aún hay personas que niegan la existencia del Holocausto. En la era de la posverdad, al fin y al cabo, todo parece poder ponerse en entredicho, pero ¿hay algún límite?

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04
noviembre
2022
Memorial del Holocausto en la ciudad de Berlín.

Cuando los soldados volvieron a casa después de la Primera Guerra Mundial, se encontraron ante una terrible incapacidad: no tenían palabras para describir los horrores de la contienda. Era la primera guerra moderna de gran alcance, y la ausencia de fenómenos previos comparables sumieron sus vivencias en un profundo silencio. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados volvieron a casa, muchas familias no creían los hechos narrados: la irrealidad de las atrocidades narradas no podían ser ciertas en el mundo que hasta el momento habían conocido. Walter Benjamin, filósofo y ensayista alemán de origen judío, describió este hecho como la crisis de la experiencia en textos como Experiencia y pobreza, El narrador o Sobre algunos temas de Baudelaire: presenta la experiencia –y su rol como articuladora de la historia humana– como un saber en crisis ante el cuestionamiento de su veracidad y el descrédito de su capacidad para explicar hechos históricos.

En los últimos años hemos visto una nueva crisis de la experiencia. Con el surgimiento de los movimientos asociados a la posverdad, la generación masiva de noticias falsas en la red y el cuestionamiento continuo de la veracidad de los hechos, estamos entrando en una nueva etapa donde es solo el dato el que provee la veracidad de la afirmación. La artesanía que requiere la creación de narraciones, historias y memorias se ha desvanecido, quedando a los márgenes de lo que antes formaba parte de la historia humana: ante datos cuantificables ya no hay sitio para las vivencias relatadas a fuego lento. No obstante, esta creencia ciega en el dato ha logrado generar, de hecho, una paradójica (e interesante) antítesis: también hay quien ya no cree en los datos.

De hecho, se han llegado a negar hechos que aúnan, desde hace décadas, un profundo consenso social. Uno de los casos más graves y llamativos es la negación del Holocausto: pese a la enorme evidencia sobre lo ocurrido, hay numerosos grupos en internet que persisten en la negación de tales hechos. Y ello a pesar de que los argumentos no se basan en ninguna prueba: que Auschwitz no era un sitio de exterminio, que la documentación fue fabricada, que las confesiones no son válidas o que muchos judíos huyeron son algunos de los más habituales.

Leendertse: «Ignorar los hechos históricos aumenta el riesgo de que se repitan»

Según una investigación de la UNESCO, la mitad de los contenidos de Telegram relacionados con el Holocausto niegan o distorsionan los hechos. En el caso de las plataformas que cuentan con cierta moderación de contenidos encontramos un 19% en Twitter, un 17% en TikTok, un 8% en Facebook y un 3% en Instagram. Ante estos hechos, la UNESCO recomienda a las plataformas supervisar y regular los contenidos negacionistas, así como a los gobiernos impulsar programas de formación de alfabetización mediática y capacidad crítica ante esta clase de información.

Aunque no todo el mundo cree que esta sea la mejor opción, caso que ocupa el director y cofundador de Facebook, Mark Zuckerberg, que defendió hace unos años el derecho de quienes defienden la negación del Holocausto en su plataforma: pese a afirmar que dicho contenido le parece «profundamente ofensivo», el creador rechazó la necesidad de eliminar las cuentas de las personas que lo difunden. «Creo que hay cosas en las que las personas se equivocan. No creo que estén en un error intencionalmente», afirmó.

A pesar de opiniones como la de Zuckerberg, la negación del Holocausto ha sido prohibida ya en más de 17 países. De hecho, a principios de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas realizó una definición de la negación del Holocausto e instó a las compañías de redes sociales a tomar medidas para combatir la propagación de noticias falsas y actitudes antisemitas. En palabras de Antje Leendertse, embajadora de Alemania ante la ONU, «ignorar los hechos históricos aumenta el riesgo de que se repitan». Y si bien la resolución fue aprobada, algunos países no se mostraron a favor por diferencias políticas con los redactores del texto, Israel y Alemania.

No obstante, este no es el único hecho histórico negado por parte de ciertos grupos políticos y foros de debate en la red. De hecho, tampoco es el único que podría negarse: si todo se puede poner en entredicho, no hay límite que nuestros sistemas democráticos puedan soportar. Si aceptamos que nada es completamente cierto, entonces todo puede ser falso. Y entonces, ¿qué hacer?

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