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«El problema de toda ideología es que acaba intentando explicar toda la realidad»

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26
octubre
2023

David Bernstein (Columbus, Ohio, 1966) es el fundador del Instituto Judío para los Valores Liberales (JILV, por sus siglas en inglés), una institución que promueve la «defensa de la libre expresión de ideas, del estado de derecho y, en definitiva, esas cosas básicas de la vida democrática que considerábamos obvias», según explica en esta entrevista. El autor del ensayo Antisemitismo woke (Ed. Post Hill Press, 2022) habla con Ethic en mitad del conflicto más complejo que sacude al mundo.


El título de su libro es Woke Antisemitism. ¿Podría explicar qué es exactamente el «antisemitismo woke»?

Primero hay que definir woke. Mucha gente lo usa mal. O lo usa de forma excesivamente promiscua. Tanto, que, al final, están haciendo daño al término mismo. Lo que yo entiendo por woke son dos cosas: uno, entender que la opresión y los sesgos de carácter racista no son cosa únicamente de la actitud de una persona hacia otra, sino que reposan en los sistemas y estructuras de la sociedad, como si estuvieran en el aire que respiramos. Dos, pensar que solo las personas que han experimentado opresión o han vivido opresión de algún tipo pueden tener capacidad para definir lo que es el racismo para el resto de la sociedad. Esto, a menudo, se usa para callar a otras personas que quieren opinar de estos temas y se les dice «tú no tienes la cualificación o la experiencia sobre este tema y por eso, tienes que opinar lo que yo digo». Esto es lo que yo entiendo que es woke.

¿Cree que este contexto ha hecho aumentar el antisemitismo?

El antisemitismo es esa teoría de la conspiración según la cual los judíos son poderosos y tienen el control de todo. En el antisemitismo los judíos son siempre criaturas poderosas. Dentro de lo woke, el judío siempre va a ser visto como un opresor. Yo veo en lo woke un vehículo perfecto para canalizar el antisemitismo que estamos viendo en la izquierda y que hemos visto claramente y en volúmenes ingentes en el marco de la actual guerra de Israel contra Hamás.

En el discurso woke se asume eso de que lo woke protege a las minorías. Pero los judíos no están incluidos en la comunidad de minorías que protege lo woke. ¿Es esto contradictorio?

Los judíos somos una minoría, pero no somos percibidos como una minoría marginada. Y esta es la clave. En la ideología woke, se tiende a ver a cualquier grupo que está por debajo de la media en términos de logros económicos o educativos como minorías que están inherentemente oprimidas. Porque esta es la única forma que hay en la lógica woke de explicar por qué hay unos grupos en situaciones menos favorecidas que otras. Esto se explica diciendo que hay unos grupos que explotan u oprimen a otros. Lo que pasa con los judíos es que, de media, académica o materialmente están mejor que otros grupos. Por eso pasan por opresores en la ideología woke. Y esto es, en definitiva, el problema. Si los judíos fueran percibidos como un grupo que está fuera del mainstream, que está en la parte receptora de la opresión, entonces los judíos tendríamos el certificado de una minoría oprimida. Pero no lo tenemos.

«Lo woke nos propone un dogma incuestionable»

Sin embargo, lo woke forma parte del mainstream. Recuerde, por ejemplo, como Black Live Matter (BLM) estuvo asociada a la NBA, el campeonato nacional estadounidense de baloncesto. ¿Cómo percibe la relación entre la cultura mainstream y la ideología woke?

Por mucho tiempo, lo woke se ha visto como un fenómeno relativo al mundo académico. Y lo era. Era parte de lo que se llamaba estudios de género o estudios de antropología social y cultural. Eran, básicamente, las disciplinas de las humanidades. O sea que, en el pasado, si estudiabas humanidades era muy posible que te toparas con estas ideas. Pero, también, lo probable era que cualquiera fuera inmune a estas modas de pensamiento. Sin embargo, todo empezó a cambiar en los años 80. Entonces estas ideas empezaron a institucionalizarse. Se empezó a hablar cada vez más de cosas como «diversidad, equidad e inclusión». Lo que pasó es que esas ideas fueron del laboratorio –las universidades– a la sociedad. Así, en 2013 o 2014, cuando surgió el movimiento de BLM, las ideas woke ya eran parte de la sociedad.

¿Cree que esto resulta difícil de comprender para muchos?

Estamos hablando de, digamos, un virus en el software de la mente de la sociedad. Ese software funciona, básicamente, sobre el punto de partida de la libre opinión de ideas. Pero las ideas woke no son solo un punto de vista. Es un ataque contra el sistema operativo de la sociedad. Lo hemos visto en medicina, en el ámbito de los tribunales, en el arte, en la literatura…

Mencionaba usted antes la guerra de Israel contra Hamás, tras el ataque sin precedentes del 7 de octubre. ¿Cree usted que ha provocado una nueva oleada de antisemitismo?

Estamos viendo un auge del antisemitismo en las sociedades occidentales, también en la sociedad estadounidense. Y esto es, creo, porque estas sociedades se encuentran en una posición insegura y, por tanto, más expuestas a los excesos ideológicos que pueda haber. Están más expuestas que hace 20 o 30 años. Ahora tenemos el problema de que mucha gente no sabe muy bien de dónde viene la información que consume. En este momento es cuando triunfan esas explicaciones fáciles sobre el modo en que funciona el mundo. Me refiero a dogmas simples que son brutales anfitriones para el antisemitismo. Por ejemplo, si crees que los opresores están oprimiendo a los oprimidos; si crees que esto causa toda la disparidad de la sociedad, es muy fácil caer en la idea de que los judíos son un grupo muy conveniente al que oponerse, por ser blancos y por opresores. El momento actual favorece a ideologías simplistas que aúpan el antisemitismo.

Algunas voces dicen que Israel está perpetrando un «genocidio planificado», ¿qué opina?

Si solo tienes en tu arsenal intelectual la dinámica de los opresores y los oprimidos, te van a faltar matices. La cuestión es que cuando en la identidad de un bando pones la característica de ser opresor y en la identidad del otro la característica de oprimido, entonces está claro que vas a mirar todo con esas lentes. Así, en el caso de Israel, independientemente de lo que haga, siempre lo hará como opresor. Y Hamás, o los palestinos, independientemente de lo que hagan, siempre lo harán como los oprimidos. En virtud de esto, hay algunos académicos y pseudo-intelectuales en Estados Unidos que están hasta justificando los últimos ataques de Hamás contra Israel. Hay quien ha celebrado esos ataques en los que los terroristas entraron en casas para matar a familias enteras de israelíes. Es una locura. Pero es una locura que viene de un marco ideológico. Puede que haya entre estos intelectuales algunas zonas con escalas de grises, pero más de uno tiene detrás la idea de que los musulmanes son los oprimidos y pueden verse como víctimas y los judíos son los opresores y es imposible que sean víctimas. Así también se acaba yendo a la dirección equivocada.

¿Qué se puede aprender para hacer frente al antisemitismo woke de la lucha contra las otras formas de antisemitismo?

Hay que tratar el antisemitismo no como un síntoma, sino como resultado de algo más grave. Hay que ir a la raíz. Los hay que dicen que el antisemitismo de derecha es violento, como un huracán, con golpes brutales y rápidos. Y luego, en la izquierda, el antisemitismo es más como el cambio climático, algo que se mueve más lentamente y resulta corrosivo. El problema, creo yo, está en que a la gente le cuesta hablar del origen del dióxido de carbono que causa ese cambio climático en la izquierda. Es un problema tal que ni siquiera decimos que hay antisemitismo en la izquierda woke porque puede sentar mal. Pero hay que poder hablar claramente del problema y de dónde viene. Tenemos que poder hablar de esto.

¿Pueden ser las raíces del problema la dialéctica de Hegel, primero, y el marxismo, donde se habla también de esa relación de clase obrera-clase burguesa, como opresores y oprimidos?

Lo woke aparece en un mundo post-moderno, tiene una base marxista, tiene ese patrón de clase obrera y clase burguesa, pero tiene sus propiedades específicas. No creo que a lo woke haya que llamarlo, sin más, «marxismo cultural». No creo que sea el mejor modo de entenderlo. Porque también hay marxistas que no soportan la ideología woke. Yo creo que es útil pensar, como proponía Hegel, en una tesis, una antítesis y una síntesis. No creo tampoco que eso lo explique todo, pero lo que quiero decir es que el problema de toda ideología, y esto pasa también con Hegel, es que se puede acabar intentando explicar toda la realidad. En lo woke, el problema es que no es una teoría; y una teoría se puede cuestionar. En lo woke, lo que se propone es un dogma, una verdad, algo incuestionable. Cuando esto pasa, yo tiendo a pensar que eso va a causar mucho daño.

«Israel ha de estar sometido a crítica, pero hay gente que quiere echarle la culpa de todo»

¿Cómo ve que desde el Gobierno de España haya ministras pidiendo que se lleve al primer ministro israelí a la Corte Penal Internacional o que haya políticos de partidos en el Ejecutivo en manifestaciones en las que se canta: «Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá»?

Mucha gente se ha dedicado a poner excusas sobre lo que significa cantar eso. Como si fuera un llamamiento para la justa liberación de Palestina. Pero ese cántico es un llamamiento a la exterminación de los judíos. Creo que es por eso que hay que ver ese cántico como algo antisemita. Ha habido quien ha preguntado, en las últimas manifestaciones propalestinas en Estados Unidos, qué es exactamente lo que la gente quiere decir al cantar eso y las respuestas eran claras: «La destrucción de Israel». Para mí, cuando se habla de la destrucción del único Estado judío, es muy difícil no hablar de antisemitismo. Respecto a esas personas que comenta, son elementos que existen en nuestras sociedades. Tienen a ser elementos marginales. Lo que debe haber en la sociedad son moderados que se impongan y que tengan mayor peso en el debate, más peso en cualquier caso del que han venido teniendo. Sobre todo cuando se dicen mentiras como esas de las que me habla en España. Porque es obvio que no está teniendo lugar un genocidio. Israel podría, en dos horas, arrasar la Franja de Gaza. Pero no lo hace. Es una guerra y, en la guerra, hay gente que muere. Obviamente, no hay que exonerar a Israel de cualquier exceso que pueda cometer en la guerra. Israel tiene que llevar cuidado, y creo que lo lleva. Además, también Israel ha de estar sometido a crítica cuando va demasiado lejos. Pero, lo que pasa es que hay gente que quiere echarle la culpa de todo a Israel. Y esa es la idea de la que parten muchos, también en España, donde se observa la misma enfermedad izquierdista que vemos en Estados Unidos. Me refiero a esa actitud que consiste en culpar de todo siempre a Israel y de no dejar ni siquiera que Israel lleve a cabo una estrategia de guerra para tratar de acabar con Hamás.

¿Y cómo ve la reacción de países como Estados Unidos, Alemania, Francia o Reino Unido, tras el ataque del 7 de octubre?

Creo que el mundo occidental ha cerrado filas con Israel. Pero creo que esto puede no durar mucho tiempo por cómo se está cubriendo el conflicto en los medios de comunicación y también por la falta de claridad moral ante lo que tiene que hacer Israel para eliminar a Hamás. Israel no puede mandar ahora unas cuantas bombas de precisión en los cuarteles generales de Hamás. Está intentando destruir esa amenaza para el largo plazo. Y este es el problema. Porque no hay soluciones que eviten la trágica existencia de víctimas civiles. Para algunos países occidentales, va a ser difícil aguantar el apoyo a Israel. Estados Unidos y Alemania figuran entre los que más libertad le han dado a Israel para que haga lo que tenga que hacer. Cuando Estados Unidos fue a eliminar al Estado Islámico, eso implicó hace una década que murieran entre 70.000 y 80.000 personas en ese proceso. Hay quien pierde la perspectiva de esto. Las peores guerras tienen un 50% de víctimas civiles. Y en las guerras en contexto urbano, el porcentaje es incluso mayor.

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