Sociedad

«Lo que nosotros llamamos magia o leyenda era una forma de explicar el mundo»

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23
agosto
2023

El periodista Pedro García Cuartango (Miranda de Ebro, 1955), exdirector de ‘El Mundo’ y escritor de gran trayectoria en España acaba de publicar ‘España mágica‘ (Ediciones B), un singular recorrido por algunos de los tesoros insólitos y las leyendas del patrimonio nacional. Conversamos sobre las curiosidades que encierra la vasta geografía española y sobre cómo percibimos y cuidamos nuestros bienes culturales.


Usted ha dedicado toda su vida al periodismo y a la literatura. ¿Cómo surgió la escritura de España mágica? ¿Tiene vinculación con sus viajes a lo largo de la geografía ibérica?

El libro alberga una motivación personal. Soy de Miranda de Ebro, y en torno a Miranda hay sitios con esas características que yo visité durante mi adolescencia y mi juventud. Siempre he tenido curiosidad por conocer esos lugares en los que hay muchas claves encerradas de nuestro pasado, claves que ahora mismo pueden sorprendernos, porque son muy desconocidas. Creo que conviene hacer ese viaje hacia el pasado donde hay muchos de los elementos que explican por qué somos como somos.

«Conviene hacer ese viaje hacia el pasado donde hay muchos de los elementos que explican por qué somos como somos»

Hay algunos capítulos del libro que reúnen a personas que siguen afirmando la existencia en ellos de un aura especial. ¿Seguimos necesitando del misterio por encima del pensamiento científico? ¿Cómo combinan ambos, ya que en algunos casos la ciencia y la creencia han trabajado de la mano para esclarecer estos misterios?

Claro. Precisamente, España mágica es una reflexión sobre esta dicotomía. Lo que nosotros llamamos hoy «magia», «superstición» o «leyenda» era una forma de explicar el mundo. Naturalmente, los hombres del neolítico tenían que recurrir a esas metáforas para explicar la realidad. No tenían unos instrumentos científicos para explicar las nubes, las tempestades, los ciclos de la vida y de la naturaleza, y por eso recurrían a la creación de leyendas y de mitos. Todo esto está reflejado en los lugares que habitaron y que han llegado hasta nosotros. Por lo tanto, sería muy superficial e injusto mirar esos lugares como producto de la superstición. No: son un producto de la cultura de cada época y una forma de representar el mundo en que ellos vivían. En cualquier catedral románica, en sus figuras, bajorrelieves y portadas, podemos ver cómo aquellos hombres entendían la religión o la forma de vivir. 

¿Estos cultos pretéritos están emparentados con otros presentes en la actualidad? ¿Hay lugares «mágicos» en España que se estén fraguando como tales en nuestros días? Pienso en el fenómeno de los ovnis, Montserrat…

Bueno, yo no lo he percibido con ese punto de vista. En el libro he hecho una lectura histórica de esos sitios: lo que significaba el templo de Melkart en Sancti Petri [en Cádiz], que primero fue un templo fenicio y luego uno romano. En aquella época estuvo primero Aníbal Barca, donde juró odio eterno a los romanos, y más tarde pasó por ahí Julio César [lugar famoso en el mundo antiguo donde se creía que se albergaban cenizas de Hércules]. Son sitios de los que incluso apenas se conservan vestigios, como en este caso. Han sido destruidos o han sido modificados por el paso del tiempo. Me cuesta creer que esos viejos cultos o misterios se mantienen en la actualidad. Pero sí es cierto que si se viaja a Galicia se mantiene viva la huella de los celtas –que estuvieron asentados durante muchos siglos en la península ibérica– en muchos ritos, desde la Rapa das Bestas hasta las Queimadas podemos ver este pasado.

«Los templarios dejaron un gran legado artístico que todavía puede apreciarse en aquellos reductos suyos que han sobrevivido hasta nuestros días»

En el libro también aparecen fantasmas, símbolos templarios, parajes de la naturaleza, leyendas que se remontan al mundo clásico… Dos de las partes de España mágica están destinadas al legado cristiano: los templarios y los milagros. ¿Qué tenían de especial la Orden del Temple y las creencias celtíberas? ¿Por qué este legado es tan extenso?

La Orden del Temple fue prohibida por el Papa y también en Francia. Aquí, en España, hubo importantes castillos y centros de poder templarios. En Monzón, que fue el último reducto de la Orden, Belvis de Berenguer resistió el asedio del rey de Aragón y al final el castillo cayó. Con esta derrota, los templarios fueron juzgados. Curiosamente, a Belvis de Berenguer, caudillo de Monzón, no se le ejecutó ni se le llevó a la hoguera. Se le juzgó y se le llevó a la cárcel. Pero los templarios no eran una secta, no tenían conocimientos esotéricos. Era simplemente una orden cristiana que quería restaurar la pureza del cristianismo. Eran monjes soldado y tenían, además, un enorme poder. Muchos de ellos provenían de la aristocracia y eran personas muy cultas. Por eso mismo entraron en conflicto con reyes como el de Francia y el de Aragón, así como con el Papa. Por eso fueron excomulgados y prohibidos. Sin embargo, dejaron un gran legado artístico que todavía puede apreciarse en aquellos reductos suyos que han sobrevivido hasta nuestros días, como ermitas y castillos.

También ha explorado lugares mistéricos relacionados con sucesos paranormales, milagros y brujería. ¿Qué piensa acerca de los relatos que otorgan singularidad a estos lugares? ¿Hay algo de verdad en cada relato?

Esta pregunta que usted se hace ya se la hizo fray Alonso de Salazar, un fraile de Burgos al que la Inquisición envió a Navarra a investigar los casos de brujería en el siglo XVI. Estuvo viajando por toda la zona y llegó a la conclusión de que esa idea de las brujas como entes malvados que adoraban al diablo y se volaban por las noches montadas en escobas era una ficción. A pesar de todo, la Inquisición enjuició a un grupo de personas que se reunían en las cuevas de Zugarramurdi y más de una decena de ellas fueron condenadas a muerte. Al menos seis o siete fueron quemadas en la hoguera. Pero la propia Inquisición, el propio fray Alonso de Salazar, tenía muchas dudas. La brujería ha estado presente en toda la geografía española durante muchos siglos. Ahí están los magníficos libros de Julio Caro Baroja, que son una verdadera joya. La práctica de la brujería ha existido, pero las brujas no son ni mucho menos esos entes malignos que diseñó la Inquisición y el cristianismo durante una determinada época.

¿Cree que los españoles somos conscientes de la riqueza cultural y patrimonial de nuestro país? 

No, no somos conscientes. ¡Ni mucho menos somos! Y por eso mismo he escrito el libro. Existe una vaga idea, pero la gente desconoce muchos de los sitios que se encuentran a escasos kilómetros de donde viven. Hay un problema con todo esto, con los lugares que yo evoco. Lo que simbolizan y los símbolos que contienen no son evidentes: hay que leer y hay que informarse para poder entenderlos.

Entiendo. En muchas ocasiones viajamos sin informarnos primero en profundidad y entonces se pierde gran parte de la riqueza de los detalles, ¿no?

Así es. Y luego son sitios que apenas figuran en las guías turísticas. Aparecen la catedral de Burgos o El Escorial, pero nadie sabe que, yo qué sé, que en Ocaña hay unas fuentes construidas por [Juan de] Herrera, arquitecto de Felipe II, que son una verdadera maravilla. Son un monumento al agua, con un montón de significados ocultos, y que se encuentran a apenas una hora de distancia de Madrid. Sin embargo, a pesar de tratarse de un monumento de un extraordinario valor arquitectónico y originalidad, no son muy conocidas. Pero claro, para poder disfrutar de ese lugar primero es necesario leer sobre él y entender todo cuanto significa. 

«No somos conscientes del patrimonio que poseemos en España»

He preguntado desde la perspectiva ciudadana, pero ¿cómo valora el trato que desde las administraciones públicas y las instituciones privadas se ofrece al patrimonio español? ¿Piensa que se valora y se patrocina adecuadamente en comparación con otros países europeos?

No, porque, como le digo, estos sitios sobre los que escribo no figuran en las guías turísticas. A ellos acuden minorías. Esto los sitúa en una situación de fragilidad, ya que se encuentran muy desprotegidos. Muchos son verdaderas joyas arquitectónicas, como la iglesia de San Pantaleón de Losa, al norte de Burgos, con una portada realmente increíble. En ella hay figuras como una especie de rayo o un titán que protege el dintel de la portada y que nadie sabe explicar su significado. Según la leyenda, en esa iglesia se conservó el Santo Grial y también fue donde se licuaba la sangre de San Pantaleón un día al año. Sin embargo, esta iglesia, que se encuentra en medio de una especie de colina, se encuentra en estos momentos bastante desprotegida. Si se mira esta construcción, parece que la iglesia se eleve hacia el cielo, pero allí no hay nada ni hay nadie. He puesto este ejemplo, aunque podría haber puesto otros casos semejantes de lugares desprotegidos. Pero claro, es que es lógico, es muy difícil proteger todo el patrimonio histórico que hay en España: no se pueden poner guardias jurado en la multitud de estos lugares. 

¿Piensas que en España se valoran más este tipo de lugares recónditos y colmados de un rico patrimonio que en otros lugares de Europa o se valora más en otros lugares del continente? Pienso en algunos países, como Francia, donde se ofrece más información sobre estos lugares especiales.

Hombre, yo creo que en Francia hay más sensibilidad. Y también pienso que Francia es un país más rico y más orgulloso de su patrimonio cultural que ha invertido más en él. En España no existe esa sensación. Aquí hay, como le digo, mucha desprotección. Recuerdo en los años 60 y 70 los robos de las iglesias románicas en Castilla, que eran frecuentes. Había un personaje, Erik, que era un belga que se dedicaba a saquear ese tipo de iglesias. Aquí desmontaron un monasterio románico y se lo llevaron a Estados Unidos. Ha habido poca protección y poco interés por preservar este patrimonio, en gran parte por desconocimiento e insensibilidad por parte de las autoridades. Esta situación fue mucho más aguda en época del franquismo y aún más antes, en época de la monarquía y de la Segunda República, cuando existía un desinterés todavía mayor.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos para favorecer la conservación pública del patrimonio, en su opinión?

En primer lugar, conocerlo, porque este es el mayor problema, que no se conoce. Por ejemplo, la Colegiata de San Pedro de Cervatos, en Cantabria, es un lugar que posee representaciones pornográficas, de pornografía dura. Y cuando uno va al lugar, se pregunta: «Y esto, ¿qué significa? ¿Por qué se incluyeron estas escenas de sexo explícito?». Por tanto, es un lugar fascinante, pero la gente pasa por allí y no se para.

¿Qué opina sobre la visión romántica y misteriosa que se tiene de nuestro país desde el extranjero? ¿Se valora nuestra diversidad cultural?

En el libro he escrito un prólogo sobre una teoría acerca de España. Terciando entre la polémica entre Claudio Sánchez-Albornoz y Américo Castro, España es un país construido en una serie de sustratos, de pueblos que llegaron a la península desde la época de los Tartesios. Luego llegaron, por supuesto, los celtas, los romanos, los visigodos y los musulmanes. España es, por lo tanto, un país formado por el legado de una serie de culturas superpuestas que han coexistido. Estoy más de acuerdo con esta visión del país que con la idea de Albornoz de que España es un país cristiano y romano. Pienso que esto no es así, que España es un lugar mucho más plural. Esta mirada es clave para entender mi libro y los lugares que en él aparecen. Es una oportunidad para conocer parte del patrimonio histórico de España, más en una época en la que se habla tanto de la memoria histórica, pero se trata de una memoria histórica reciente, la memoria de la Guerra Civil y del franquismo. Hay otra historia más lejana que merece la pena conocer, y yo creo que eso posee un gran atractivo para los ciudadanos españoles. 

Por último, ¿piensa que los extranjeros que vienen a España siguen conservando algo de la visión romántica que se asociaba a España durante los siglos XVIII y XIX?

No, yo creo que ha cambiado. La Leyenda Negra y los prejuicios hacia España forma parte del imaginario romántico, de los viajeros y escritores que recorrieron la península durante el siglo XIX. Pero todo esto ha cambiado. Vivimos en un mundo globalizado, España es un país moderno y pertenecemos a la Unión Europea. La «España diferente» de la que hablaba el franquismo es una España que pertenece definitivamente al pasado. 

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