Cultura

Peggy Guggenheim, la princesa vanguardista

La neoyorquina, que impulsó a algunos de los artistas más icónicos del siglo XX a través de su mecenazgo, rompió moldes tanto dentro como fuera del arte.

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George Karger
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20
julio
2023
Peggy Guggenheim junto a Jackson Pollock.

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George Karger

En el arte hay personas que, pese a no crear, son fundamentales para comprender la forma en la que el arte ocupa un espacio en nuestras sociedades. Es el caso de Peggy Guggenheim, la mecenas que se convirtió en una musa de los vanguardistas.

Nació en 1898 en un entorno adinerado en Nueva York, en el seno de los Guggenheim, una familia muy influyente en la ciudad que más tarde crearía los icónicos museos que llevan su apellido –como ocurre en Bilbao– en todo el mundo. Tras la muerte de su padre en el hundimiento del Titanic en el año 1912, Guggenheim heredó dos millones de dólares americanos, cifra que en valores actuales equivale a aproximadamente 40 millones de dólares. Se volvió millonaria, así, a la edad de 14 años.

Esto la convirtió no solamente en una de las mujeres más ricas del país, sino que le hizo tomar conciencia, desde una joven edad, de su independencia financiera y del hecho de tener los medios necesarios para perseguir sus pasiones. Y así lo hizo. La joven pronto se convirtió en una de las mecenas más conocidas del mundo del arte, ayudando y promoviendo a muchos de los artistas de vanguardia del siglo XX, especialmente a aquellos dedicados al desarrollo del expresionismo abstracto y el surrealismo.

Su interés por el arte moderno pronto la convirtió en una coleccionista de quienes entonces eran artistas emergentes, como Marcel Duchamp

En 1920 se mudó a París, donde estuvo expuesta a una floreciente escena artística en la que rápidamente tomó parte y espacio. Su gran interés por el arte moderno pronto la convirtió en una coleccionista de quienes entonces eran artistas emergentes, como Marcel Duchamp. En 1938, Guggenheim abrió su primera galería en Londres, si bien con el estallido de la Segunda Guerra Mundial volvió a Nueva York, desde donde continuó coleccionando obras de artistas como Jackson Pollock, Mark Rothko o Willem de Kooning en la galería Art of This Century, que abrió en 1942 y que sería uno de los centros neurálgicos del expresionismo abstracto. Después de la guerra, y ya como una figura relevante e influyente en el mundo del arte, Guggenheim se establece en Venecia, desde donde continuará su tarea de patrocinio y promoción artística en gestas como la apertura del Palazzo Venier dei Leoni como espacio de exhibición para su colección de arte. Aún hoy, el espacio alberga la Colección Peggy Guggenheim, uno de los museos de arte moderno más importantes de Italia.

Una mujer más allá del arte

Otro aspecto esencial de su biografía corresponde a su vida amorosa. Guggenheim no solo fue influyente en el terreno profesional, sino que estableció grandes relaciones de amistad con muchos de los artistas y escritores más famosos del momento. Conocida como la «amante del arte moderno», la neoyorquina no dudó nunca en mezclar su amor por el arte con su amor por los artistas. Su apasionada existencia, así, le llevaría a acumular múltiples y tumultuosas relaciones a lo largo de su vida, siendo las dos más famosas con los que fueran sus dos maridos, el escritor Samuel Beckett y el artista Max Ernst. Guggenheim se dejó guiar siempre por el placer, y este fue su principio rector vital.

«Yo era una mujer liberada antes de que hubiera un nombre para eso», afirmó en una de sus múltiples entrevistas. Y si bien no se puede considerar a la coleccionista como una referente feminista, sí es necesario destacar su actitud rompedora con las normas sociales y las formas del momento, lo que la convirtió en todo un icono. No conviene olvidar, no obstante, que su libertad estaba altamente ligada a su independencia financiera, hecho que era fruto de un enorme privilegio. Aún así, su rechazo del rol de la «buena mujer» y su autonomía y libertad ayudaron a marcar el camino para lo que luego sería, con el tiempo, la reivindicación de la mujer como ente artístico.

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