Salud

Me duele el alma, ¿algún artista en la sala?

A lo largo de la historia, el arte ha demostrado ser un bálsamo que alivia las penas, mejora el estado de ánimo y, según defiende la OMS, también la salud física y mental. Acercar el arte a los hospitales y otros espacios sanitarios puede ser tan beneficioso como aprovechar el potencial sanador de los museos.

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Jorge Salgado, Cultura en Vena
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26
septiembre
2023
Rembrandt Harmensz. van Rijn. Autorretrato con gorra y dos cadenas. Modelo: Damián Alcolea, actor.

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Jorge Salgado, Cultura en Vena

Al dolor físico le gusta llamar la atención. El dolor emocional, en cambio, suele jugar al camuflaje. ¿Cómo afecta a nuestra salud mental? Y, quien sufre un trastorno de salud mental, ¿cómo lo vive a través de su cuerpo? Que el cuerpo y la mente van de la mano es evidente. De hecho, sabemos que la liberación de endorfinas durante el ejercicio físico tiene efectos positivos en las conexiones neuronales de nuestro cerebro. ¡Ay, el cerebro! La estructura más fascinante del cuerpo humano, con más neuronas que estrellas en la galaxia. Como dice el físico Michio Hacku, tenemos sobre nuestros hombros «el objeto más complejo del sistema solar».

Pero no queremos aquí hablar de las reacciones químicas y conexiones que se producen en el interior de nuestras mentes, sino qué las provoca y qué pinta el arte en todo esto. Conocemos el bienestar emocional que nos producen acciones físicas como pasear por la naturaleza, saborear una comida deliciosa, dar y recibir un abrazo… y también, contemplar una obra de arte. Sí, desde los orígenes de todas las civilizaciones hemos recurrido al arte como espacio donde no solo experimentar bienestar sino también como refugio (recordemos el salvavidas que supuso para muchas personas durante la pandemia una buena dosis de música o engancharse a una serie), como lugar de desahogo (personal y colectivo), de reconocimiento y conexión con otras almas.

Arte y salud, pareja de hecho

Si te gusta leer seguramente habrás comprobado más de una vez lo que aporta a tu salud emocional sumergirte en una buena lectura, vibrar con un espectáculo en directo o llevar a cabo alguna actividad artística como tocar un instrumento, pintar, bailar… Lo que has experimentado no es otra cosa que el poder curativo del arte.

Los museos contribuyen a desarrollar roles identitarios alejados del rol vinculado a la enfermedad

Más de 3.000 estudios científicos así lo avalan, según publicó en 2019 la OMS en un informe, instando a los gobiernos de la región europea a introducir el arte en sus políticas de salud. No hay duda de que «la cultura beneficia seriamente la salud», como reza el lema de la Fundación Cultura en Vena. Su fundador y director, Juan Alberto García de Cubas, señala que «estamos ante una oportunidad única para repensar el significado y propósito de la cultura en la sociedad y en el propio sistema sanitario», e incide en que «es hora de acercar ambos mundos», algo que tratan de provocar los proyectos de Cultura en Vena. Un ejemplo es su iniciativa de Arte Ambulatorio, que busca acercar el arte y la cultura a lugares donde no suele llegar, como hospitales o pueblos de la España vaciada. Tras el éxito probado de este programa de exposiciones itinerantes enfocadas a mejorar la salud de pacientes y personas que sufren soledades no deseadas, la cuestión ahora es: si el arte puede colarse en un hospital, también la salud puede acercarse a los museos.

El museo hospitalario: un espacio para sanar

¿Es posible que un museo sirva de instrumento para trabajar la salud mental y ayude a la recuperación de un trastorno mental grave y sus conflictos? En el Centro de Rehabilitación Psicosocial Los Cármenes, ubicado en el barrio madrileño de Carabanchel, saben con certeza que sí. Desde hace más de una década, tanto pacientes como profesionales participan en distintos programas educativos que ofrecen museos como el Thyssen-Bornemisza, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o el Museo del Prado. «Trabajamos con estos espacios como apoyo a los procesos de recuperación de personas que sufren o han sufrido un problema de salud mental más grave o recurrente», explica Marta Rosillo Herrero, psicóloga clínica y directora del CRPS Los Cármenes.

«Nuestra apuesta para superar los problemas de salud mental es comunitaria, no solamente asistencial u hospitalaria –porque la recuperación no consiste exclusivamente en la reducción de síntomas y signos clínicos, sino en la conquista de metas más ambiciosas para lograr el control de las propias vidas–, y los museos son espacios comunitarios. A través del arte manejamos otro lenguaje a la hora de explorar los procesos psicológicos y de recuperación. Más simbólico, menos técnico, más comprensible… y eso ha sido muy revulsivo», añade. «Hemos aprendido que el arte es salud, que el museo es comunidad y que las personas tenemos infinitas posibilidades de recuperarnos de un problema de salud mental y conquistar nuestro propio bienestar», concluye.

El artífice de implementar este programa en el Museo Thyssen-Bornemisza es Alberto Gamoneda, educador y mediador cultural en EducaThyssen, que destaca que «lo que funciona es la escucha y la participación. Que las personas puedan participar, decidir, ser un elemento activo, constructor de contenidos culturales para otras personas». Y detalla: «Con Los Cármenes, por ejemplo, hemos comprobado que lo sanador son las relaciones, el juego creativo, el diálogo… y la cultura permite ese espacio para jugar sin estigmas y sin miedo». En los procesos de recuperación de un trastorno o enfermedad mental, puede, por tanto, tener un papel clave ese poder que ofrecen los museos para desarrollar roles identitarios alejados del rol vinculado a la enfermedad. El museo como pasaporte para situarse en la sociedad.

De qué se habla en los museos

Existe, además, otro (super)poder intrínseco a los museos. «Son productores de conocimiento y aparatos de legitimación de la cultura visual; por eso es importantísimo reflexionar sobre qué se muestra y qué se omite en sus paredes, cómo y desde dónde se construye esa narrativa», afirma Ana Folguera, historiadora del arte y responsable de los textos y la mediación cultural de la exposición «Arte y Salud mental», que albergará el vestíbulo del Museo Thyssen-Bornemisza del 6 al 22 de octubre de 2023. La muestra, un proyecto de la Fundación Cultura en Vena, exhibirá tres reproducciones a tamaño real de obras icónicas de Rubens, Rembrandt y Ghirlandaio, intervenidas digitalmente para abordar, desde el siglo XXI, lo que siempre se han considerado enfermedades del alma. «Intervenir digitalmente grandes obras icónicas de la Historia del Arte es una forma, no solo de romper tabúes sobre temas silenciados, sino también de traer al presente y actualizar la función del arte», añade Folguera.

Es importante hablar del papel que juega la cultura en la salud y el bienestar de las personas

En línea con ella, el director de Cultura en Vena insiste en lo importante que es hablar, dentro de un museo, del papel de la cultura en la salud y bienestar de las personas. «Eso añade otra capa más de significado y responsabilidad a la institución. Un museo tiene el poder de legitimar, de normalizar, de establecer cánones, de crear ideología y hasta políticas a partir de lo que cuelga en sus paredes o instala en sus salas. Por eso nos interesa exponer estas réplicas de grandes obras maestras transformadas digitalmente, para acercarnos a la enfermedad desde otro lugar, visibilizando aspectos que no siempre se manifiestan, siempre desde la empatía y la escucha». Por su parte, la mediadora de la exposición recuerda que «lo que no se muestra no existe. Es necesario hablar de salud mental en espacios colectivos y, en especial, en aquellos con poder de difusión y legitimación».

En paralelo a la exposición, y coincidiendo con el Día Internacional de la Salud Mental, el 10 de octubre de 2023, la Fundación Cultura en Vena organizará en el Museo Thyssen-Bornemisza la II edición de la jornada Arte y Salud para hablar de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) como la anorexia o la bulimia, de patologías mentales diversas (trastorno bipolar, esfera de los afectos, esquizofrenia…), de soledades no deseadas y depresión, de problemas mentales de la infancia, de suicidio… Y también de lo que se conoce como el «malestar de la vida», es decir, de problemas no patológicos de salud mental cada vez más presentes en nuestra sociedad.


Salomé Herce es la responsable de comunicación de la Fundación Cultura en Vena.

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