Cultura

«Me gustaría un futuro en el que no retrocedamos en derechos adquiridos»

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12
julio
2023

Se ha cumplido una década desde el primer álbum de María Rozalén (Albacete, 1986). ‘Con derecho a…’ fue el punto de partida de cinco trabajos y cientos de conciertos con los que la artista ha ido afianzando su trayectoria musical. En ‘Matriz’, el último de ellos, apuesta por el folclore y lo colaborativo. Y esas son también líneas fundamentales del festival Leturalma, que promovió en 2016 y se ha convertido en un referente de las citas veraniegas alejadas de las grandes urbes. Este año congregará a artistas como Depedro, Tanxugueiras, Zoo o Seguridad Social, entre el 20 y el 22 de julio en Letur, Albacete.


¿Cómo y por qué surgió la idea del Leturalma?

Surge de la preocupación por la despoblación rural. Año tras año vas viendo cómo se va muriendo la gente mayor y no viene gente joven al pueblo y nacen menos niños. Todo esto supone muchos problemas. Hay una empresa fuerte en el pueblo, El cantero de Letur, de la que estamos muy orgullosos y orgullosas. Hace años hicimos una campaña de publicidad con ella. Yo no quería cobrarle a una empresa de mi pueblo y pensamos que podría ser una buena idea hacer un evento en la plaza, que lo dimos Kanka y yo. Se nos fue de las manos y ahí se prendió todo. Hubo una segunda edición, mejor organizada, cada vez se iba haciendo más grande y hubo que poner entrada. Luego nos tuvimos que ir a las afueras del pueblo. La música, la cultura y las actividades son la excusa para que la gente conozca una zona de la Sierra del Segura de Albacete que es preciosa, para apreciar los valores del medio rural, para que se mezcle gente más mayor y más joven y se vean las cosas preciosas que pasan. Es un festival para toda la familia y también eso es lo que lo hace muy especial.

Poco a poco se han extendido los festivales de música en zonas alejadas de las grandes urbes, llegándose algunos a convertir en grandes eventos. ¿Cómo se logra que un festival mantenga su esencia y sea positivo para el entorno en el que se celebra?

Leturalma llegará un punto en el que no podrá crecer más, porque el pueblo es lo grande que es. Sería inimaginable meter 30.000 personas allí. Mi madre me cuenta que cuando era joven en el pueblo vivían unas 5.000 personas, ahora el centro son 700, contando con las pedanías. Así que llegará un momento en el que no cabrá más gente, quien consiga entrada lo disfrutará. Este festival no puede convertirse en algo gigante, porque es imposible.

La mayoría de los festivales se concentran en la época estival, ¿qué hacer para que durante el resto del año la agenda cultural de los pueblos siga tan viva?

Son importantes los recintos. En Letur no hay un gran espacio cerrado; es una zona en la que hace más frío, así que si lo haces al aire libre te la juegas. Es verdad que en Navidad pasan cosas, y en las fiestas de octubre. De hecho, nos encantaría que Leturalma, además del fin de semana de julio, tuviese réplicas el resto de meses, para que durante todo el año se pueda acceder a conciertos y momentos especiales.

Ha pasado más de una década desde que salió a la luz tu primer disco. ¿Cuáles han sido los mejores y los peores momentos de este tiempo?

Lo mejor lo he vivido encima del escenario: poder hacer tantos conciertos, en tantos lugares, con tantísima gente delante, la emoción que he sentido al escuchar corear en festivales gigantes canciones mías. Eso es fortísimo. Los peores momentos supongo que han sido los relacionados con la exposición; cuando te has visto envuelta en algo que no has hecho pero que critican. La crítica destructiva es lo peor que te puedes llevar de todo esto, hay gente que no te soporta. Pero me siento super querida, no tiene nada que ver la cantidad de amor que me llevo con los disparos puntuales.

«La crítica destructiva es lo peor que te puedes llevar de todo esto, hay gente que no te soporta»

Durante todo este tiempo has elaborado temas y has colaborado en canciones sobre cuestiones sociales. La puerta violeta, Agárrate a la vida o la BSO de la película Los márgenes son algunas de ellas. ¿Qué papel tiene para ti la música en relación a estas temáticas?

Viniendo de la psicología social, teniendo como referente a cantautores, el rock y el rap –géneros que siempre han incluido mensajes–, me sale así, no es algo que medite mucho. Me parece que tengo que hacer canciones en las que, además de mi vida, cuente lo que observo. Las canciones de amor son lo que más hay y lo que más mueve el mundo, pero el amor puede estar de muchas formas. Creo que la música, la cultura y el arte son unos medios amables para lanzar mensajes y mover. Así que seguiré haciendo lo que sienta y lo que creo que tengo que hacer.

Aunque en los últimos años se han producido avances, la industria musical sigue siendo predominantemente masculina. ¿Has percibido machismo en tu trabajo con frecuencia?

Cuando vas a festivales, a veces hemos sido las únicas mujeres. Eso ya quiere decir algo. O la primera vez que pisé una alfombra en una gala, los comentarios que nos hacían a mujeres y a hombres no tenían nada que ver. Lo que más he notado hacia mí ha sido paternalismo de compañeros que sé que me quieren un montón, que incluso puedan admirar lo que hago, pero que me explican cómo tengo que hacer las cosas. Eso no pasa entre ellos. O la manera de dirigirse hacia ti, con piropos, como con cuidado, como si te fueras a romper. Es lo que más noto y veo que es dificilísimo de cambiar, porque me rodean muchos hombres. Pienso que por qué no me dejan hacer las cosas a mi manera. A mí me tratan como a una niña que hay que mimar, cuando no es así; soy bastante fuerte y creo que se puede cuidar de otra manera, sin infantilizar a nadie.

«Cuando vas a festivales y a veces hemos sido las únicas mujeres, eso ya quiere decir algo»

¿Han sido importantes para ti los referentes femeninos a lo largo de tu carrera?

Totalmente, si no tienes referentes, si no tienes dónde mirarte, te cuesta más soñar y visualizarte. Son tantas mujeres las que he querido ser yo: Amparo Sánchez (Amparanoia), Bebe, Luz Casal, Ana Belén, Carmen París, Chavela Vargas, Violeta Parra, Janis Joplin, Amy Winehouse… Hay tantas a las que veía y escuchaba, y quería hacer algo parecido a ellas. Por eso es importante que haya mujeres, porque contamos las cosas de otra manera, hablamos de  lo que nos pasa a nosotras y entonces dices «yo también puedo».

Beatriz Romero ha estado desde los inicios signando en lengua de signos tus vídeos musicales, conciertos y todo tipo de eventos. ¿Por qué es importante que te acompañe?

Porque tuve la suerte de encontrármela, parece que somos hermanas de otra vida. Yo no conocía a nadie del colectivo sordo y con ella descubrí que la lengua de signos es una de las más bellas que existen. Estaba claro, cuando la conocí, que teníamos que hacer esto juntas, y ahora no concibo el escenario sin ella, me siento desnuda. Y me parece muy importante que nos acostumbremos a ver una intérprete, o una rampa; pequeños avances que te hagan ser consciente de que tu realidad no es única.

¿Es complicado mantener unos valores y principios cuando se consigue tanta relevancia en la industria musical?

Creo que todo el mundo tenemos ciertas incoherencias todo el rato, pero no sé, vivo en el campo, cada vez intento hacer más lo que hacían mis abuelos, estoy muy pendiente de mi huerta, de estar con la gente de siempre. Creo que es fácil tambalearse, pero si una tiene su arraigo con buen cementón siempre vuelves al lugar. Y sobre todo es importante rodearte de quien te quiso «antes de».

«Siempre he dicho que la falta de empatía puede que sea la gran enfermedad del mundo»

¿Cómo ves el futuro de la canción más «comprometida» ante el predominio actual de otros géneros, como el reguetón?

Yo creo que los y las cantautoras se han vuelto a poner de moda y se nos puede ver en festivales donde era impensable vernos. En el rap y el rock se critica mucho socialmente. Siempre hay gente en el underground diciendo cosas interesantes y muy bien dichas. A lo mejor hay que buscarlo más. Puede que no sea lo que más venda, pero… también lo que vende es por algo, a la gente le hace evadirse y bailar y olvidarse de sus cosas. Hay que abrazar eso.

Ya que uno de tus campos de estudio ha sido la Psicología Social, ¿qué necesitamos para mejorar como sociedad?

Demasiadas cosas, pero sobre todo más humanidad, más empatía. El egoísmo puede machacarlo todo, si solo estás pendiente de lo que te pasa a ti y a tu pequeño círculo y te da igual lo que pase alrededor es cuando hay un problema. Si eres capaz de ponerte en la piel de otro u otra actúas de otra manera. Siempre he dicho que la falta de empatía puede que sea la gran enfermedad del mundo.

Aprovechando que estamos en época preelectoral, ¿qué futuro te gustaría para este país?

Me gustaría un futuro en el que, sobre todo, no retrocedamos en derechos adquiridos y sigamos avanzando para que absolutamente todo el mundo, sin distinción de género, raza o cualquier otro aspecto, pueda vivir mejor y más feliz.

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