Cultura

El inconformismo de Jean-Luc Godard

Jean-Luc Godard fue el padre de la famosa ‘nouvelle vague’ francesa, una corriente que convirtió el cine en nuevo vehículo expresivo para artistas que creían firmemente en su capacidad para reflejar fielmente la realidad.

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10
julio
2023
Un fotograma del documental ‘Godard Cinema’, sobre la vida del director

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«La fotografía es verdad, luego el cine es verdad 24 veces por segundo», aseguraba Jean-Luc Godard. En 1950, Hans Lucas y otros autores comenzaron a publicar, en la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma, críticas cinematográficas que abogaban por un cine que ignorase los artificios y fuese fiel reflejo de la realidad. La nómina de autores que se unieron a Lucas en dicha reivindicación apabulla: Éric Rohmer, François Truffaut, Claude Chabrol o Jacques Rivette, fueron algunos de ellos. Y Lucas, que solo fue el pseudónimo con que decidió firmar sus textos Jean-Luc Godard, se erigió pronto en ideólogo y artífice del nuevo cine que estaba por venir, y que todos ellos llevarían a las pantallas en los años siguientes. Había nacido la nouvelle vague, un movimiento cultural que revolucionaría el cine francés e influiría en la transformación del que se realizaba en el resto del planeta.

Godard nació en Suiza, pero su adolescencia ya la pasó en París, cursando estudios de etnología y, sobre todo, frecuentando la Cinemateca francesa y descubriendo que su pasión vital era el cine. Cuando falleció, en 2022, a los 91 años de edad, dejó un abrumador legado de 131 obras cinematográficas, entre cortometrajes, documentales y largometrajes.

El inconformismo que Godard había mostrado en sus críticas para Cahiers de Cinéma eclosionó en la primera película que dirigió, en 1960. Al final de la escapada supuso un necesario punto de inflexión en el cine francés que, a partir de entonces, tomaría un radical camino de experimentación que lo alejaría de la confección clásica impuesta por las producciones hollywoodienses.

Jean-Luc Godard: «La fotografía es verdad, luego el cine es verdad 24 veces por segundo»

En Al final de la escapada, Godard utilizó una serie de técnicas que se convertirían en el corpus filosófico de todo el cine de la nouvelle vague. Fracturó la estructura clásica de las películas y subvirtió su estilo narrativo eliminando todo artificio, rodando en localizaciones reales, empleando como iluminación únicamente la luz natural, estimulando la improvisación por parte de los actores, utilizando la cámara en mano y evitando la música de fondo si esta no sonaba, de alguna manera, en la acción que estaba siendo rodada. Su intención última era desvestir al cine de todo artificio y lograr el mayor realismo posible. No contar una historia, sino mostrarla mientras se desarrolla.

Tras tan magnífica ópera prima, Godard encadenaría la realización de otra serie de títulos que han pasado a la historia del cine y permanecen en la memoria sensorial de miles de espectadores. Vivir su vida, El desprecio, Banda aparte, Pierrot el loco o Alphaville son solo algunas de las películas con que siguió imprimiendo un profundo sello autoral al cine de la época. Porque no solo fue padre de la citada nouvelle vague francesa, sino que también podemos considerarle progenitor de lo que hoy conocemos como cine de autor.

Con Godard, el cine se convierte en un nuevo lenguaje con el que el director puede expresarse como artista, un medio del que dicho artista se sirve para volcar sus pensamientos y obsesiones de la manera que considere más oportuna a sus intenciones creativas. El inconformismo empujó a Godard reflexionar y subvertir los límites del lenguaje cinematográfico, a utilizar el cine como medio artístico o, como escribiese en 1948 el también cineasta Alexander Astruc, «la cámara como si fuese la pluma de un escritor».

Un inconformismo que fue más allá de la estética y los aspectos formales. Mediados los años 60, abrazó el comunismo maoísta surgido en China, al que dedicó su personal homenaje rodando La chinoise en 1967. Un año después, defendió los postulados políticos del Mayo del 68 francés. Su apoyo al movimiento estudiantil y obrero también fue trasladado al celuloide. Así, aquel año da un paso al frente de la radicalidad al dirigir One plus One, un extravagante documental que recoge el proceso creativo, en el estudio, del «Sympathy for the Devil» por parte de The Rolling Stones, alternándolo con secuencias dictadas únicamente por consignas estéticas y políticas en lo que pretende ser un collage audiovisual de iconografía marxista.

Su compromiso político propició que, poco después, crease junto a otros cineastas el Grupo Dziga Vertov, cuya intención última era crear ensayos cinematográficos bajo las premisas más radicales de la izquierda.

Años después regresaría a un cine menos politizado, pero igualmente polémico e inconformista. Así, en 1985, el estreno de Yo te saludo, María levantó ampollas entre los católicos de medio mundo, hasta el punto de ser públicamente criticada por el propio Papa Juan Pablo II.

Fue inconformista en lo creativo hasta el final de sus días. En 2018 estrenó su testamento fílmico, Adiós al lenguaje. Merecedora de una Palma de Oro especial en el Festival de Cannes, su propuesta fílmica más radical y extrema fragmenta el relato de una relación sentimental hasta el límite y utiliza la técnica 3D con la única intención de sublimar la profundidad estética y filosófica de las imágenes. También fue inconformista en lo vital hasta el final de sus días. Amparándose en la asistencia legal de su país natal eligió el suicidio asistido, dadas las numerosas enfermedades incapacitantes que le aquejaban.

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